Carlos Lins Da Silva
Los primeros días de publicidad gratuita electoral en radio y televisión para la campaña presidencial de 2010 en Brasil contribuyeron a confirmar la tendencia del aumento de la ventaja de la candidata del gobierno, Roussef, sobre su principal oponente, José Serra. Todas las encuestas de intención de voto de este fin de semana, sugieren la posibilidad de la victoria de Dilma sin segunda vuelta, o sea, con más del 50% de los votos.
Por supuesto, faltan todavía 40 días para las elecciones y cualquier cosa puede suceder. Pero a menos que ocurra algo muy inesperado y extraordinario, Brasil sabrá que tendrá su primera mujer presidente el 3 de octubre, horas después de cerrar las máquinas de votación electrónica.
El mayor partido de la oposición, el PSDB, repite los mismos errores que tuvo en 2006, cuando Luiz Inácio Lula da Silva fue reelegido. Frente a un presidente muy popular, no sabe si ignorarlo, criticarlo o alabarlo. José Serra mostró elogiosamente la imagen de Lula en sus anuncios de TV la semana pasada, horas después de haberlo atacado en un discurso.
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En lugar de presentar nuevos proyectos para el gobierno, las críticas que hace al gobierno de Lula se limitan a cuestiones morales y éticas, cuestiones que no parecen importar mucho a la gran mayoría de la población, que vive mejor hoy de lo que vivía hace ocho años.
Comunicador pésimo, incapaz de crear ningún vínculo emocional con el electorado, Serra habla más de lo mismo que todo el mundo ya está cansado de escuchar y no consigue entusiasmar ni sus propios aliados, con quienes cada día son más las desavenencias y más públicas e intensas.
Está más claro que nunca que la elección del ex gobernador de Sao Paulo para competir contra Roussef ha sido un terrible error político del PSDB. Perdió contra Lula en 2002 y es visto por la sociedad como muy ligado al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, injustamente impopular en este momento (aunque – aún más injustamente – Serra no defienda su gobierno). Es identificado también con el Estado de São Paulo, cuyos políticos vienen gobernando el país durante 16 años y del que los demás estados tienen quejas, justificadas o no.
El único líder de la oposición que tenía alguna posibilidad de competir con Roussef de igual a igual es el ex gobernador de Minas Gerais, Aecio Neves, joven, fotogénico, buen orador en la televisión, nieto de Tancredo Neves, primer presidente civil después de la dictadura militar, que no tomó posesión en 1985 por razones de enfermedad (murió 45 días después).
Por todas estas razones, Neves podría crear la empatía necesaria con los votantes y proyectar una imagen, tal vez incluso una plataforma, que representase una novedad mejor que el estatus quo que Roussef encarna. Sin contar con que, aunque joven, Neves tiene mucha más experiencia en la política electoral que Roussef, que nunca se postuló para un cargo público.
Ahora, esta posibilidad – Aecio Neves a la presidencia – queda para 2014, cuando se enfrentará o con la presidenta Dilma en busca de la reelección o con el presidente Lula en buscar del retorno al poder.
Para llegar hasta allí con fuerza, sin embargo, Neves necesita este año que gane su sucesor en el gobierno de Minas Gerais. No es casual que el presidente Lula eligió Minas como una de sus más altas prioridades regionales en estas elecciones. Está luchando fuerte para que su aliado Helio Costa, ex ministro de Comunicaciones, derrote a Antonio Anastasia, el vice de Aecio Neves.
Mientras tanto, las encuestas muestran una ventaja grande para Costa, en las intenciones de voto (43% a 17%). Sin embargo, en Minas, a diferencia de la elección nacional, todavía hay espacio para un cambio debido a la popularidad de Neves en el estado, similar a la de Lula en Brasil. El resultado de Minas en el año 2010 será crítico para el diseño de la escena electoral en 2014.
En cuanto a la presidencia de este año, sólo la eventual realización de una segunda vuelta daría alguna esperanza a Serra. Los estudios demuestran que eliminados los demás candidatos, la diferencia entre él y Roussef una estrecha en una confrontación sólo de a dos (según el Instituto Datafolha el 21 de agosto Roussef tenía el 47% de los votos frente al 30% de Serra en primera vuelta, y 53% a 39% en segunda). La segunda vuelta es a menudo una nueva elección, especialmente cuando hay mucha expectativa de que no va a haber segunda vuelta, como es el caso ahora.
Pero para forzar la segunda vuelta, Serra tendría que elevarse en las encuestas, y se encuentra en caída libre. En tanto, la candidata del PV, Marina Silva, necesitaría salir del 10% que obtiene desde el principio de la campaña, lo que tampoco parece viable en este momento.
Fuente: Infolatam, por Carlos Lins da Silva, director del Espaço Educacional Educare y ex director adjunto de redacción de Valor Económico de São Paulo, São Paulo, Brasil.