Y llegó el anuncio formal de lo que ya sospechábamos: la intención del presidente de re-reelegirse, como siguiente paso en el camino hacia la perpetuación indefinida en la jefatura del Estado. Un poco temprano, es cierto, cuando apenas han pasado ocho meses de su segunda gestión, lo que sin duda es un nuevo síntoma (¡cuántos van ya!) de la creciente borrachera de poder que embarga a nuestros gobernantes. La discusión sobre la (in)constitucionalidad de la nueva reelección será vana, ya que el oficialismo tiene la llave de oro para modificar la CPE como y cuando le dé la gana, con 2/3 de los votos en la Asamblea Plurinacional y un posterior referéndum que legitime la aspiración re-reeleccionista. Del anuncio presidencial pueden extraerse varias conclusiones valiosas: 1) cuando Evo Morales dijo que “llegamos al gobierno para quedarnos 50 años” no estaba hablando genéricamente de los indígenas ni en sentido figurado, sino de manera muy literal; 2) los opositores funcionales que en octubre de 2008 negociaron la convocatoria al referéndum constitucional agregando supuestos “candados” al texto de Oruro hicieron un papel patético, lamentable y que no será absuelto por la historia; 3) Bolivia vive una democracia aparente, una farsa política que debe ser denunciada de manera mucho más firme y resuelta. Al presidente Evo Morales sólo nos queda pedirle que siga sincerándose con el país, pero que lo haga de manera completa y nos ahorre el cuentagotas, declarando públicamente que su objetivo es la presidencia vitalicia de Bolivia.
Control social para las ONGs
La ONG Aldeas Infantiles SOS ha sido víctima de la toma de sus oficinas centrales y la guardería que funciona en la zona de Bautista Saavedra en la ciudad de El Alto. Ante el atropello, el municipio alteño se ha limitado a proponer como solución que la ONG “cambie el personal de la parte administrativa e incorpore el control social con las juntas vecinales, para conformar un directorio mixto”. Vamos viendo que el supra-poder del control social no sólo regirá al sector público sino también a las entidades de la sociedad civil, lo que confirma el carácter totalitario del actual proyecto gobernante.