La coca convierte a La Asunta en el nuevo Chapare del país

No hay controles estatales para frenar la expansión de la coca. Es la tierra de los nuevos “patrones de la coca”. Evo es el ídolo de La Asunta. Los cultivos de la “hoja sagrada” pasaron de 2.678 hectáreas en 2002 a 4.688 hectáreas en 2008.

REVISTA DOMINGO, La Prensa

EL NUEVO CHAPARE



La Asunta, el imperio de la coca yungueña

Por:Erick Ortega Pérez

image Cultivos. Un reportaje realizado por la revista Domingo muestra que en La Asunta no hay controles estatales para frenar la expansión de los cultivos de coca. Es la tierra de los nuevos “patrones de la coca”, donde se reparten carnets “truchos” para la producción y el comercio del arbusto. Las Naciones Unidas alertan y el Gobierno promete “racionalización” de cultivos.

En 2002 había 2.678 hectáreas cultivadas con la hoja sagrada en La Asunta; en 2008, este guarismo ascendió a 4.688 hectáreas. Así lo confirma el monitoreo satelital de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito. El poblado situado en Sud Yungas es la “hija predilecta” de Evo Morales en el norte paceño, lo cual le ha valido un importante peso político y sobre todo el desarrollo económico gracias a la producción de coca

Media década atrás, Nuevos Horizontes era una aldea tan pequeña que sólo contadas casas precarias de madera anunciaban la presencia de seres humanos. El sitio fue habitado lentamente, nadie sabe exactamente desde cuándo, cerca del municipio paceño de La Asunta, en Sud Yungas. Hoy radican allí casi 300 personas. Todas se mudaron atraídas por las tierras vírgenes. El pueblo está despertando. La carretera fue ensanchada, se edifica una escuela para 200 alumnos, hay una sede para reuniones sindicales y cada día pasan por ahí varias camionetas y camiones que recogen el producto que explica el desarrollo del lugar: la coca.

Nuevos Horizontes es una de las decenas de comunidades de La Asunta. La hoja sagrada es el motor económico que da de comer a más de 8.400 familias en la comuna. Desde hace un tiempo, ella ha adoptado el perfil que otrora ostentaba el Chapare cochabambino, con cocales que carcomen sin control alguno los predios agrarios, incluso arrasando plantíos de otros alimentos y parques forestales. Esto derivó en que el reciente monitoreo de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito alerte de la subida de producción de coca en la región, con la tasa más preocupante en el país: 16 por ciento en 2008.

En La Asunta no se puede hablar de la coca con los forasteros. Así lo confirmó Domingo en su visita a esa zona. Una población que le torció el brazo al Poder Ejecutivo para ser declarada a fines del anterior año “área tradicional” para la siembra de la hoja sagrada, vulnerando con ello la Ley 1008. Es una de las “mimadas” del presidente Evo Morales Ayma, por ser su bastión electoral en el norte. Es la cuna de un imperio económico naciente con bastante influencia política. Una tierra de nadie, casi intocable, a pesar de las denuncias de corrupción en la entrega de certificados a sus productores, de la presencia de “patrones de la coca” y del desvío de insumos al narcotráfico.

DE LA POBREZA A LA BONANZA

A inicios de los años 70, el asunteño Alfonso Rojas se obsesionó por conocer al mandatario René Barrientos Ortuño. Quería hacerlo su compadre y le presentó a uno de sus hijos para que lo apadrinase. El tarateño aceptó el nombramiento y, a cambio, le prometió que iba a construir una carretera que conectara La Asunta con los demás villorios de Sud Yungas. El general cumplió su palabra. “Aquel fue el primer paso para nuestro crecimiento”, dice el alcalde masista Reynaldo Calcina Luna. Tras la apertura de la vía de tierra se armaron chozas con madera y palmas, y se ensancharon las calles aledañas a la avenida central. Luego, La Asunta vivió unas dos décadas de “oscurantismo”.

Por aquellos años, recuerda el munícipe, los líderes locales debían “suplicar” a los gobiernos de turno por la llegada de las obras. “Nos teníamos que pintar las caras de rosado y nos daban como gran cosa un par de bolsas de cemento”. Aparte del cerro en la cabecera y un río que pasa casi lamiendo la comarca, nadie más se acordaba de La Asunta. No había posta sanitaria, sólo un “doctor” que no tenía título de médico ni de enfermero. No existía energía eléctrica ni señal de telefonía pública. Los buses salían y entraban a cuentagotas. Las víboras, los tigrecillos y otros animales merodeaban los asentamientos dispersos.

La agricultura siempre fue el sostén económico de sus habitantes. Empezaron con los cultivos de arroz, cítricos, plátano y cacao, alimentos que eran intercambiados con los vecinos. En los años 90, los sembradíos de coca comenzaron a cobrar protagonismo, a la par de las políticas de erradicación. Los cocaleros más antiguos recuerdan las primeras incursiones militares. “Se vestían como Rambos, con tanquetas y municiones”, cuenta el viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres García. Pero igual se dieron modos para seguir con su faena, huesos duros de roer para los efectivos castrenses, al igual que los chapareños, y adeptos al Movimiento Al Socialismo (MAS).

Su filiación política les brindó réditos tras el ascenso al poder de Evo Morales, en enero de 2006. El romance entre el gobernante y La Asunta fue creciendo con el pasar de los años, a la par de los cocales, mientras éstos decayeron en el Chapare de 70.000 a 9.500 hectáreas, por lo cual cientos de sus pobladores decidieron alistar sus valijas y emigrar hacia los Yungas. No fue todo. Las permisividades en el rubro también se asentaron en la región norteña de La Paz, hasta el punto de ser casi intocable para los planes de erradicación forzosa de la Fuerza de Tarea Conjunta, engrosada por uniformados del Ejército y la Policía.

Hoy, de las 30.500 hectáreas de cocales monitoreadas satelitalmente por Naciones Unidas, 20.700 están en suelo yungueño (8.700 más del límite legal). Y mucho tiene que ver en esto La Asunta, poblado que en septiembre del año pasado fue reconocido como “área tradicional” para el sembradío de la hoja sagrada, yendo en contra de lo estipulado en la Ley 1008. Fue un favor del Presidente, alegan dirigentes y funcionarios ediles, entre los que está Florentino Rojas, quien el día que la revista lo conoció; lucía una polera negra con el rostro del Che Guevara y trataba de emular la entonación de voz de Morales y su discurso a favor de la nacionalización de las capitalizadas y en contra de los “traidores del proceso de cambio”.

Morales es el ídolo de La Asunta. El año pasado el lugar rebalsó cuando él inauguró el Campeonato de Fútbol Interyungueño y le regaló un escenario deportivo. Es que más allá del fanatismo político existe un compromiso del Primer Mandatario con los asunteños. “Tenemos tal cantidad de proyectos que nos sobra trabajo”, revela el oficial mayor de Desarrollo Técnico, Ricardo Pinto, quien arguye que le falla la memoria para citar las obras que ejecuta la comuna con plata del “Bolivia cambia, Evo cumple”. En las últimas tres gestiones, por ejemplo, se erigieron diez polifuncionales, siete escuelas, las oficinas de la Alcaldía, la plaza central y se mejoraron vías públicas.

La Asunta tiene entre sus planes ser el mejor municipio yungueño con la ayuda de Morales. La provisión de energía eléctrica diaria, de 11.00 a 23.00, igual fue una gentileza del hoy Jefe del Estado Plurinacional, que la dotó de un motor generador que trabaja con diésel; aparte de la edificación de la Casa de Justicia y el flamante hospital. Los líderes aseguran que la autoridad no rechaza sus pedidos; más aún, desde inicios de este año, Morales contrató una firma que se encargará de determinar si existe petróleo en la zona. “Mientras presentemos programas y los ejecutemos, tendremos ayuda del Gobierno”, asevera Calcina.

El boom de la coca, producto que copa más del 90 por ciento de los terrenos cultivables de La Asunta, ha permitido que la comarca se dé sus lujos. Actualmente cuenta con servicio de telefonía celular y de televisión por cable. Si antes no había posadas para los visitantes, ahora hay alojamientos que se colapsan los fines de semana de feria. El lugar se ha vuelto el epicentro de la venta de vehículos, sobre todo minibuses y motos. Otro de los artículos que han florecido en los hogares con el auge económico son las antenas satelitales para captar señal de los canales de televisión, aparatos que valen entre 300 y 500 dólares y están presentes, por igual, en casas de adobe, de madera y de ladrillos. Y los bares y discotecas han proliferado, siendo el más conocido El Cocalero.

El viceministro de la Coca y Desarrollo Integral, Gerónimo Meneses Mollo, rechaza cualquier preferencia gubernamental hacia La Asunta, aunque no niega que el municipio es importante para el Gobierno, por ser uno de sus bastiones electorales, ya que el Presidente tiene la aceptación de más del 90 por ciento de los lugareños. Esta íntima relación con el poder le ha valido a la aldea un notorio peso político: el anterior Viceministro de la Coca era asunteño, Félix Barra Quispe; más todavía, Meneses, a pesar de ser coripateño, tiene hectáreas con hoja sagrada en la localidad. El actual senador masista Lino Villca fue alcalde de esta población. Esta influencia incluso ha provocado que La Asunta sea envidiada por otros villorios cocaleros yungueños y por los propios chapareños.

DENUNCIAS A FLOR DE PIEL

“Yo me vine a trabajar acá porque la tierra es virgen”, sentencia el señor Félix Barra, un cocalero nacido en Chicaloma y cuyo hijo del mismo nombre fue el anterior Viceministro de la Coca. La comuna asunteña debe su prosperidad a los inmigrantes. Según el Censo de Población y Vivienda de comienzos de siglo, había poco más de 17.000 personas en el lugar; hoy se estima que existen más de 30.000, ésos son los cálculos de Santos Aruquipa, oficial mayor de Desarrollo Humano de la Alcaldía. El crecimiento demográfico fue de la mano con el aumento de plantaciones de la hoja milenaria, las que desalojaron a las de arroz, plátanos y cítricos, manteniéndose poco cacao.

De acuerdo con los datos de Naciones Unidas, en 2002 había 2.678 hectáreas cultivadas con coca en La Asunta; un año más tarde, la cifra ascendió a 3.020 hectáreas; en 2004, ésta se elevó a 3.157; una gestión después, a 3.252; en 2006, el guarismo subió a 3.266; en 2007, a 4.028 y el año pasado, a 4.688 hectáreas. En los dos últimos reportes, los cocales se incrementaron en 16 por ciento, la tasa más alta de Bolivia. Pero la región ocupa el segundo lugar en cuanto a estos plantíos en Yungas, sólo superada por Coripata, donde se cosecharon 5.044 hectáreas en 2008.

Cáceres acepta que la expansión de la coca en La Asunta se le ha escapado de las manos al Ejecutivo. “Como Gobierno nacional no podemos ocultar esa información”. Meneses define la situación como “grave” y explica que tiene su razón de ser en las inmigraciones hacia la zona por parte de yungueños, chapareños, alteños, paceños y habitantes de otros departamentos que llegan con la garantía de convertirse en ricos. “Notan que en ese pueblo hay futuro. Venden sus propiedades y (se instalan en La Asunta, donde) en un año siembran en una o dos hectáreas y, luego, en cinco años, son millonarios”.

De acuerdo con fuentes del sector, hay más de 4.688 hectáreas destinadas a la siembra de la hoja sagrada en esa localidad. Los ingresos económicos promedio que perciben los productores fluctúan entre los 4.000 y 5.000 bolivianos mensuales; más que en el Chapare, donde, según la Red Erbol, los cocaleros ganan entre 3.000 y 4.000 bolivianos al mes. El plus de La Asunta es que su tierra rinde más que en otras áreas: una hectárea de coca en el Chapare brinda entre cuatro y cinco taques (bolsas de hasta 50 libras), y en suelo asunteño, entre 25 y 30 taques. Cada uno de estos envases se cotiza en los Yungas en 930 bolivianos y en La Paz el precio asciende a 1.200 bolivianos.

El líder de la Federación de Cocaleros de La Asunta, Jhonny Paniagua, resta validez a los informes que alertan de la proliferación de coca excedentaria y critica que se haya “satanizado” a su zona. “Los compañeros de los Yungas, Coripata, Chulumani, Irupana, hasta nuestros vecinos de Chamaca dicen que acá existe coca excedentaria y que nos hacemos millonarios. Sí hay aumento, pero en Coripata, donde han tumbado huertos de café y cítricos para poner coca”. Y desahucia el análisis satelital de Naciones Unidas porque “toma en cuenta cualquier mancha verde”.

No es fácil hablar de la coca con los representantes del pueblo. En el pasado, al menos cinco dirigentes fueron expulsados por revelar el movimiento económico de la hoja sagrada a los medios de comunicación. Aquellos que aceptan alguna entrevista piden que no se los perjudique. En tanto que los lugareños son recelosos de las fotografías y de proveer datos. Empero, no pueden ocultar que los cocales medran en los montes, en sus chacos y hasta en sus propios hogares. Más todavía, se habla de que en las escuelas se enseñan los secretos del cultivo de la hoja milenaria a los pequeños, quienes junto con los jóvenes reciben entre uno y 1,50 bolivianos por libra cosechada.

Pero la influencia de los asunteños también se expresa en la Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca): de los más de 30.000 inscritos, 8.518 pertenecen a su localidad. “Su presencia es bastante importante y nosotros no tenemos que dejar de lado a nuestros afiliados”, explica el presidente Hernán Justo Zenteno, quien tarja toda posibilidad de provisión de coca yungueña a la fabricación de droga. “En el Chapare se desvía más coca al mercado ilegal y no dicen nada de esto”. Sin embargo, su alegato es desechado por Cáceres, quien asegura que en los Yungas, sobre todo en La Asunta, existe coca ilícita que es destinada a los narcotraficantes. “Hay contrabando, sacan los chanchitos (coca prensada) y esa hoja de coca no sirve para el pijcheo, ésa es la hoja de coca que se va directamente al mercado ilegal”.

Sin duda, la coca excedentaria se ha vuelto moneda corriente en el país. Se han descubierto nuevas extensiones de cocales en zonas agrarias donde antes la hoja sagrada era desconocida. Inclusive en Cochabamba hay parques nacionales que han sido avasallados por estos sembradíos ilegales. Y Naciones Unidas, basada en datos oficiales del Gobierno, estableció que existen áreas nuevas de cultivo en Yapacaní (Santa Cruz), en Palos Blancos (La Paz) y en Apolo (La Paz). Estas plantaciones, fomentadas por algunas poblaciones que levantan la bandera del Movimiento Al Socialismo, según Cáceres, hacen “quedar mal al Presidente” y su política de racionalización de la coca.

En 2006, la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito realizó un estudio de rendimiento del sembradío de la hoja de coca. Los resultados aplicados a la superficie cultivada en 2008 permiten estimar que se cosechan unas 54.000 toneladas de hoja de coca seca al año. Con esta cantidad, la producción potencial de cocaína en Bolivia, durante el año pasado, alcanzó a unas 113 toneladas métricas. Cifra que representa un incremento del 9 por ciento si se lo compara con las 104 toneladas de 2007.

Pero las explicaciones de Cáceres sobre el rebalse de los cocales en La Asunta no se quedan ahí. El Viceministro de Defensa Social revela la existencia de “patrones de la coca” en el lugar, quienes no respetarían el cato de coca acordado (extensión de 40 por 40 metros) y tendrían bajo su propiedad hasta tres hectáreas de tierra donde plantan la hoja sagrada y a la vez explotan a “pongos” o “peones” que trabajan para ellos por un jornal ínfimo.

La idea no es nueva en La Asunta. El dirigente Jhonny Paniagua informa: “Claro que tenemos algunos grandes productores y eso lo hemos analizado como Federación. Ya hemos mandado resoluciones para que primero se racionalice a los grandes cocaleros. En este momento la gente es consciente de que existe este problema y por eso se está racionalizando”.

Cáceres arremete con que los propietarios de territorios extensos en La Asunta son investigados y sufrirán los recortes de sus cocales, antes que los pequeños productores. “Sin embargo, también debo decir que la mayoría de los compañeros viven con pequeñas extensiones. A esas personas vamos a dar seguridad desde la producción, la comercialización y la industrialización de la hoja de coca. Pero no vamos a permitir a algunos compañeros que dicen que yo hablo mal de La Asunta y no hablo mal del Chapare”.

LICENCIAS FALSAS Y RACIONALIZACIÓN

Los cocaleros han armado un imperio en La Asunta. Según los cálculos de la Alcaldía, más del 90 por ciento de los pobladores viven de este rubro. Es común ver en el campo, las afueras de las viviendas o en vías públicas el secado de la hoja sagrada sobre piedras pizarra, redes y bolsas. De lunes a viernes, en los horarios de trabajo, La Asunta es un poblado dedicado exclusivamente al sembrado y cosecha de coca. Por las noches y los fines de semana, cual si fuera un campamento minero, la comarca se llena de música y alegría. Los cocaleros dan rienda suelta a la diversión para gastar lo ganado durante el mes o durante el día.

La inmigración y el número de productores de la hoja milenaria crecen con el pasar del tiempo. Al respecto, Cáceres tiene otra denuncia para explicar estas subidas: culpa a Adepcoca de otorgar licencias a personas y poblados que no tienen tradición cocalera. Meneses es más directo en su acusación. Apunta a Hernán Justo por supuestos actos ilícitos en la repartición de carnets falsificados con su sello, por entre 2.000 y 3.000 dólares americanos. Ello explicaría que el número de afiliados en la Asociación Departamental de Productores de Coca se haya disparado en el último año de 27.000 a 33.000 individuos.

Pero Justo tilda tal delación como un “invento” y más bien señala a las autoridades gubernamentales por buscar sus beneficios personales y económicos a través de sus cargos en el rubro cocalero.

Meneses muestra pruebas contra Justo. Un listado de 17 individuos provenientes de Oruro que se convirtieron en cocaleros de La Asunta con la ayuda del Presidente de Adepcoca. “Los comunarios nos han venido a denunciar de estas irregularidades y los hemos enlistado. Haremos un seguimiento en el tema, no a todos los dirigentes, sólo al líder de Adepcoca. Este señor, en vez de apoyar y coordinar las políticas que hacemos, está en contra del Gobierno. Por ello los coripateños hemos planteado carnets con códigos de barras, somos dueños de la personería jurídica de Adepcoca, pero Justo se opone y dice que éstos servirán para que nos monitoreen con satélites. Este caballero se hizo plata con la venta de carnets” (leer el rol en la tabla que acompaña este reportaje).

Todo esto desnuda otra situación: la pugna y los enfrentamientos internos del movimiento cocalero. Más aún, los celos en el negocio de la coca entre los propios productores yungueños y entre éstos y los representantes del Chapare cochabambino. A pesar de estas rencillas, Hernán Justo jura fidelidad a Evo Morales y manifiesta que éste debe poner “en su lugar a algunas autoridades” que están en contra del progreso de la región yungueña. En La Asunta, mientras tanto, la comercialización de coca va viento en popa, a pesar del anuncio de la racionalización de cocales.

Es que una de las tareas pendientes en la zona es la detección de la coca excedentaria. Más todavía, hasta ahora no hubo la intervención de la Fuerza de Tarea Conjunta en el área asunteña. Meneses informa que la preocupante expansión de la producción de coca merece que el Poder Ejecutivo siente soberanía en el lugar, ya que hasta ahora sólo fueron racionalizadas poco más de 200 hectáreas, empezando por la Central Bolívar. “Habrá sólo racionalización, queremos una Bolivia con coca para el uso tradicional, medicinal y cultural, el resto va a la pichicata (droga). Por eso hemos entrado en La Asunta a delimitar, son 16 comunidades que se están quedando sólo con un cato, 26 que tendrán cero coca, y diez municipios centrales que poseerán una hectárea”.

El plan apunta al ingreso de 136 efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta este mes. Hay predisposición de los asunteños. “No es tan fácil, pero hasta diciembre del siguiente año sabremos con cuántas hectáreas está La Asunta, porque ahora sólo tenemos los datos de Naciones Unidas. Este índice va a rebajar porque estamos planteándonos volúmenes de producción porque en esa zona la expansión es grave. Aunque los compañeros lloren, vamos a hacer la racionalización, pero es un problema que lo ha causado Adepcoca, específicamente Justo, porque en cada diez hectáreas debe haber un cato de coca, y como se repartieron carnets falsos, en diez hectáreas hay más de un cato de coca. Supongo que le pedirán a Justo su dinero de vuelta. Éste es el lío en la comunidad de Bolívar. Por culpa de Justo puede haber muchos líos”.

La racionalización es un trabajo conjunto entre el Viceministerio de Defensa Social, el Viceministerio de la Coca y los productores, ya que en La Asunta no hay erradicación ni programas de desarrollo alternativo. Tal como hace décadas era el Chapare cochabambino. El nuevo imperio de la coca yungueña es un motor incansable que genera considerables ingresos económicos. Más de 30.000 almas inmigrantes han encontrado en la hoja sagrada a la aliada perfecta para ser parte del poder político y económico del país. Así es La Asunta, donde la coca crece sin parar, a pesar de las denuncias de ilícitos hechas por el Gobierno. Un lugar donde el control estatal está ausente.

“Hay patrones de la hoja de coca en La Asunta”

Felipe Cáceres, viceministro de Defensa Social, proviene de la misma escuela sindical de Evo Morales, fue dirigente en el Chapare. Afirma que la coca excedentaria va al narcotráfico y que se debe evitar la proliferación de cocales. Tiene a La Asunta entre ceja y ceja.

—¿Cuál es el fenómeno de La Asunta?

—La Asunta es parte de los Yungas y en la región están las nuevas expansiones de cultivos de coca excedentaria. Nosotros, como Gobierno nacional, no podemos ocultar esta información. En La Asunta implementamos el diálogo y la concertación, firmamos un convenio el año pasado entre los productores y el Gobierno para que en las comunidades de este municipio donde hay coca excedentaria se erradique ésta de manera voluntaria y concertada. Respetaremos los derechos humanos.

—Líderes yungueños lo consideran enemigo de La Asunta, porque favorecería a los productores del Chapare…

—Como funcionarios públicos tenemos que cumplir con nuestras obligaciones en el apego estricto a nuestras funciones. Claro que a alguna gente eso no le va a gustar, pero yo trabajé con los verdaderos productores de la hoja de coca, con aquellos que reconocen que una cosa es producir la hoja de coca de manera orgánica y respetando una cantidad de extension de cultivos de coca. Los verdaderos productores no están de acuerdo con aquellos patrones de la hoja de coca en La Asunta…

—¿Patrones?

—Sí, hay gente de una comunidad determinada, personas que tienen hasta tres hectáreas y las hacen trabajar. Estas personas son como hacendados, como un patrón que tiene sus peones. Pero también debo decir que la mayoría de los compañeros viven con pequeñas extensiones. A esas personas vamos a dar seguridad desde la producción, la comercialización y la industrialización de la hoja de coca. Sin embargo, no vamos a permitir a algunos compañeros que dicen que yo hablo mal de La Asunta y no hablo mal del Chapare. A ellos yo quiero decirles que en el pasado en el Chapare había más de 70.000 hectáreas de cultivos de coca; hoy allí no existen más de 9.000 hectáreas. Entonces eso significa que donde más se ha erradicado la coca excedentaria es en el Chapare. Hemos sobrepasado las 2.600 hectáreas (erradicadas) y unas 2.300 son del trópico cochabambino. ¿De dónde dicen que en el Chapare no se erradica? El tema de La Asunta y su resentimiento son porque en cumplimiento de mis funciones no voy a permitir, ni ahora ni nunca, que se siga con la coca ilegal. Hay contrabando de coca, sacan chanchitos (coca prensada) y esa hoja de coca no sirve para el pijcheo, ésa es la hoja de coca que va directamente al mercado ilegal.

—No teme llegar a enfrentarse con mucha gente en La Asunta…

—¿Qué esperan? ¿Que dejemos que se cocalice los Yungas? ¿Que haya nuevas colonias? ¿Que haya nuevos afiliados? El que habla, coyunturalmente es Viceministro, pero en mi pasado fui productor de hoja de coca desde los años 80 y fui dirigente en el trópico de Cochabamba, en Villa Tunari y dirigente sindical hasta el año 2004. He sido el segundo hombre después del Presidente de la República en las Seis Federaciones cocaleras del trópico. Hoy en día, cómo me van a decir, por ejemplo, algunos pobladores que hay coca en sitios donde sé que antes no había, por ejemplo cerca del rio Cotacajes, que divide a La Paz de Cochabamba.

Por más que sean afines al Movimiento Al Socialismo (MAS), encima que digan ahora “somos productores milenarios del cultivo de coca”, ¡por Dios! Si yo conozco esa zona y antes no había plantaciones de coca. El Gobierno y esta persona que habla conocen la temática de la coca y conozco los lugares de producción y no vamos a permitir que haya nuevas colonias que incluso ni respetan los parques nacionales. Esa gente hace quedar mal al Gobierno.

Por una cuestión de responsabilidad con la comunidad internacional llevamos adelante un estudio integral de la coca y los resultados los veremos en 2010. Averiguaremos cuántos de los diez millones de bolivianos provienen de la población indígena, y esa población es la que tiene la costumbre de masticar la coca. Este estudio nos dirá cuántos bolivianos masticamos coca y además de otras utilidades que se le da a la coca. Entonces sabremos cuántas hectáreas se requieren en el país.

—¿De qué manera se va a “racionalizar” la coca excedentaria?

—En el pasado, el verdadero productor yungueño denunciaba a cualquier intruso o mal habitante; es más, castigaba a los malos cocaleros que hacen que su coca vaya al mercado ilegal. En estas regiones continúa la Fuerza de Tarea Conjunta, que trabaja de manera voluntaria y así estamos racionalizando. Son nuestros soldaditos, pero estamos de manera voluntaria en los lugares; eso es lo mejor que se puede hacer. Naciones Unidas, en su informe sobre narcotráfico, ha dado su reconocimiento a nuestro trabajo y vale la pena seguir así. Pero claro que no falta alguna mala familia que se pasa de la raya y manda su coca al mercado ilegal, para esta gente van a haber sanciones como manda la ley boliviana.

LOS CERTIFICADOS “TRUCHOS” DE ADEPCOCA INVESTIGADOS POR EL GOBIERNO

Código Nombre C.I. Comunidad Regional Fecha

H20-010 Simona Corini de Cáceres 113064 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha 28/05/09

H20-011 Clemente Apaza Mamani 2277745 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha 29/06/09

H20-012 Pedro Yahuasi Calamani 6832248 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha

H20-013 Elvys Rimmy Corini Mamani 4832933 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha 30/06/09

H20-020 Silvia Noemí Canviri Figueroa 4747651 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha 09/10/09

H20-023 Jorge Juan Corini Mamani 4790659 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha 28/06/09

H20-024 Herminia Balderrama de Pinaya 2307260 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha 16/06/09

H20-025 Silvia Eufemia Ramírez Rada 8465164 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha 300609

H20-026 Juan Porfirio Rodríguez Escóbar 8444458 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha

H20-027 Carmen Milenka Callata Choque 6181513 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha

H20-028 Víctor Willy Paredes 9086615 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha 29/06/09

H20-030 María Luisa Quispe Callisaya 9086606 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha

H20-032 Verónica Tellería Medina 2527039 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha

H20-033 Róger Morales Peralta 4993596 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha

H20-034 Paz León Apaza 2328785 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha

H20-035 Julia Belzi Mayta de Reas 2528151 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha

H20-036 Justo Mayta Rada 9127333 Villa Aspiazu Huancané Yanacocha