Un festejo con resentimientos

Los llamados a la unidad nacional y los esfuerzos realizados en Chuquisaca para una celebración pacífica del 184 aniversario de la independencia de Bolivia resultaron definitivamente insuficientes para rendirle tributo a un país que se lo merece.

eldeber Editorial El Deber



El festejo patrio, que tuvo su epicentro en Sucre, fue una vez más opacado por viejos y profundos resentimientos que persisten entre los bolivianos.

Si bien es cierto que la nación vive tiempos de cambios con la vigencia de una nueva Constitución Política del Estado, también es evidente que hay dolorosas heridas que permanecen abiertas y que el escenario de confrontación de años atrás sigue siendo ahora casi el mismo. Que el Presidente de los bolivianos no haya podido encabezar con tranquilidad en la capital de la República el homenaje a la patria es un hecho que debe llamar la atención. Es la constatación contundente de que la confrontación marca todos los días los pasos de los líderes nacionales y regionales del oficialismo y de la oposición, arrastrando peligrosamente con ellos a los propios ciudadanos. 

No basta aparentar unidad ni lanzar convocatorias a la integración si no hay gestos y, sobre todo, acciones efectivas que incentiven una auténtica reconciliación nacional. La polarización en Bolivia es un hecho incuestionable y lo sucedido en la víspera en Chuquisaca apenas refleja en pequeño una realidad general del país: gente de la ciudad enfrentada con gente del campo y pobladores de las urbes profundamente enemistados por sus diferencias políticas.

En ocasión del 6 de agosto, el presidente Evo Morales ha emitido un mensaje a la nación sin sorpresas mayores. El mandatario repitió sus viejas críticas a quienes le antecedieron en la conducción del país y ha resaltado lo que él considera logros políticos, sociales y económicos de su gestión. En esa línea, ha remarcado la importancia de los denominados movimientos sociales y ha insistido en su protesta contra los que él llama gobiernos neoliberales y otros actores que privatizaron los servicios públicos. Morales también ha persistido en recordar episodios de meses anteriores que lo ubican en una posición de víctima de sectores que supuestamente quieren dividir al país y enriquecerse con los recursos públicos. Hasta ahí ninguna novedad.

Se debe reconocer, sin embargo, la certeza de la afirmación de  Morales de que la macroeconomía boliviana parece haber avanzado estos años. Los indicadores de inversión pública, del desempeño del déficit fiscal y del comportamiento de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia corroboran su balance. También es evidente el impacto social de los bonos creados por este Gobierno, que han llegado a aliviar parte de la agobiante situación de muchas familias empobrecidas.

Pero esas conquistas económicas no alcanzan si no hay paz social en Bolivia. En ese sentido, no es cierto que el país haya dado vuelta a la página de su historia reciente de frecuente confrontación. Esto se confirma con los insultos que volvió a recibir el mandatario, como sucedió hace dos años en el mismo lugar. El verse obligado a dejar el balcón de la Casa de la Libertad durante el desfile patrio corrobora que hay heridas que siguen abiertas y que tal vez no se hizo el esfuerzo suficiente para curarlas.

Si se debe rescatar algo del reciente mensaje de Morales a la nación es la convocatoria que acaba de realizar a los prefectos, alcaldes y los otros dos poderes del Estado a trabajar juntos por el bienestar de la nación. Su llamado no es nuevo, ya que después de la  aprobación de la nueva CPE aseguró que Bolivia comenzaba una era de reconciliación nacional. En todo caso, el mandatario tendrá que demostrar ahora con gestos y acciones su auténtico convencimiento de que ha llegado el momento de trabajar incansablemente por la construcción de la unidad. De lo contrario, su llamado quedará siendo otro recurso de la vieja retórica política en tiempo de campaña electoral. Por ahora, los resentimientos entre bolivianos persisten, como se lo comprobó últimamente en Sucre.