“Sea varón”; “Vete al carajo”

image MEXICO JOAQUIM IBARZ (CORRESPONSAL LA VANGUARDIA)

En la llamada cumbre de la unidad latinoamericana sólo se habla de la pelea entre Álvaro Uribe y Hugo Chávez. Acusaciones a gritos tensaron la reunión de 25 jefes de Estado. “Sea varón”, dijo el presidente colombiano; “vete al carajo”, replicó el mandatario venezolano.

En una jornada en la que se intentaba dar forma a un nuevo organismo de integración continental, con discursos tan grandilocuentes como vacuos sobre la patria común latinoamericana, Chávez y Uribe colisionaron de frente por disputas de carácter militar y comercial. El altercado tuvo lugar durante  la Cumbre del Grupo de Río que ayer concluyó en la localidad mexicana de Playa del Carmen, en el estado de Quintana Roo.



Pese a fuertes discrepancias internas, por aclamación, los 32 países reunidos en el Caribe mexicano aprobaron la creación de un nuevo foro latinoamericano, como alternativa a la Organización de Estados Americanos (OEA) y con exclusión de EE.UU. y Canadá. Dicho órgano tan sólo ha sido creado a nivel de declaración, sin definir nombre ni funciones. Según el presidente mexicano Felipe Calderón, esa tarea quedará para la próxima cumbre del próximo año en Caracas. La iniciativa del nuevo organismo partió de Hugo Chávez.

La colisión entre las dos figuras antagónicas de América Latina evidenció las dificultades para crear un nuevo mecanismo de unidad continental. Hubo que aparcar la retórica para evitar que la reunión naufragara estrepitosamente. El presidente mexicano Felipe Calderón tuvo que conformar de inmediato una comisión de países amigos para maquillar el desencuentro entre Venezuela y Colombia.

El altercado se produjo al término de un almuerzo privado, en un salón anexo en el que, entre otros, estaban los presidentes de Brasil, Lula da Silva; de República Dominicana, Leonel Fernández; de Ecuador, Rafael Correa; de Cuba, Raúl Castro; el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno. Cuando se estaba hablando de la reconstrucción de Haití, Uribe y Chávez sostuvieron lo que los testigos calificaron de discusión acalorada, que subió de tono cuando Uribe comparó el embargo de EE.UU. a Cuba con el trato comercial dispensado por Venezuela a empresas colombianas.

Ante los reclamos, Chávez explicó que el comercio entre ambas naciones se ha multiplicado por ocho desde su llegada al poder en 1999. El diario colombiano El Tiempo dice que Chávez acusó a Uribe de que su vida se ha visto amenazada desde Colombia por grupos paramilitares. Según el secretario de prensa de la Presidencia colombiana, César Mauricio Velásquez, durante el altercado Chávez aseguró que unos 300 paramilitares colombianos estaban ingresando a Venezuela para asesinarlo, dando a entender que Uribe tenía algo que ver con ello. Por esta razón Uribe "le pidió respeto diciendo que él jamás haría algo así", señaló Velásquez.

Fue cuando Chávez anunció su intención de abandonar la cumbre, ante lo cual Uribe se comportó como un pandillero de cantina de barrio bajo. El presidente colombiano, que ya estaba irritado, se mostró zahiriente al instar a Chávez a aceptar las críticas: "Sea varón,… estos temas se discuten en estos foros. Usted es valiente para hablar a distancia y cobarde para hablar de frente. Quédese a discutir de frente".

En el intercambio de reproches, Uribe se quejó una vez más de que Venezuela entrega armas a la guerrilla de las FARC. Fue cuando Chávez le contestó: “Vete al carajo”. Esto hizo que los otros presidentes que estaban presentes se levantaran temiendo que llegaran a las manos. Raúl Castro, que asiste a su primera cumbre del Grupo de Río, tuvo que mediar para poner fin a la discusión.

La cumbre se había desarrollado a puerta cerrada en el hotel Gran Velas, pero al trascender el pleito entre Uribe y Chávez, primero vía Twitter y luego en portales de Internet, Felipe Calderón anunció que un grupo de amigos buscará acercar las diferencias entre los mandatarios. Argentina, México, República Dominicana y Brasil mediaron para que la cumbre terminara en con una apariencia de armonía. La unidad latinoamericana, una vez más, queda relegada a la mera declaración de intenciones.