El masismo ¿con síndrome movimientista?

Las pugnas internas por el control de espacios de poder y el surgimiento de cacicazgos casi feudales acosa al MAS como antes ocurriera con el MNR.                                                                                                                        

imageimage Felix Patzi (izq) fue alejado de Evo por el grupo palaciego de Garcia Linera y Llorenti y otro tanto ocurrió con el dirigente cocalero de Yungas, Lino Willca (der). Foto.

Mucho se habla de una “movimientización” del MAS, no en términos ideológicos sino de una agudización de las pugnas internas por el control de espacios de poder y el surgimiento de cacicazgos que han copado todas las instancias de la estructura del Estado y que funcionan de manera casi feudal.



A principios de los años 60 el MNR, hasta entonces partido hegemónico, confrontó una aguda pugna interna protagonizada no solo por los principales dirigentes como Víctor Paz, – Hernán Siles, Walter Guevara o Juan Lechín sino también por otros de segundo orden como Rubén Julio, la familia Sandóval Morón y algunos dirigentes campesinos de poblaciones como Achacachi, Ucureña y Cliza.

Estas luchas internas a menudo fueron sangrientas y pueden llevar a afirmar que el MNR, antes que por el golpe de Estado de René Barrientos, fue derrocado por sus propios militantes y sus ambiciones de poder.

En el caso del MAS, figuras surgidas de las organizaciones indígenas paceñas como el intelectual aymara Felix Patzi y el dirigente y ex senador Lino Willca hoy se encuentran alejados de Evo y consolidan sus propias agrupaciones políticas.

Y el caso mas reciente es la pugna que se ha instalado en la propia Cámara de Diputados y tiene como principales protagonistas a Rebeca Delgado, la jefa de la bancada masista y el propio presidente de esa instancia de la Asamblea Legislativa, Héctor Arce.

Sucede que las pugnas no nacen de concepciones o visiones que podrían tener cada uno de ellos sobre el trabajo legislativo. Al fin y al cabo las directrices vienen del palacio de Gobierno y ambos no tienen que hacer más que acatarlas. El problema tiene raíces prosaicas y radica más que todo en la cuestión de las pegas.

Tanto Arce como Delgado alegan tener el mayor respaldo de Evo Morales, lo que en su criterio les otorgaría el derecho a quedarse con la parte del león en lo que a repartija de pegas se refiere. Rebeca alude de manera permanente su condición de defensora de cocaleros durante los gobiernos neoliberales en tanto que Arce recuerda que fue abogado del mismo Evo.

Ambos viven pisándose la manguera desmintiendo el dicho de que “entre bomberos no se pisan la manguera” y demostrando que en la lucha política los aliados son eventuales y que en cualquier momento pueden volverse en adversarios. Esto vale más si tomamos en cuenta que entre los masistas la norma es la confrontación y que el que más o el que menos tiene ambiciones que no son precisamente mesuradas.

Como era previsible, por el momento la pugna se reduce a ver quien resulta más favorecido por las atenciones de Evo, cuyo liderato sigue siendo indiscutible. En realidad la pugna se reduce a mostrar quien tiene mayor grado de lealtad y obsecuencia con el “jefazo”.

Se dice que Evo, quien tiene un olfato político muy agudo, sería quien está incentivando algunas pugnas internas, siguiendo una práctica política universalmente difundida y que ha demostrado ser muy efectiva.

Todo muestra de que en la pugna Arce-Delgado el ganador será el primero quien hizo llegar a Evo las pruebas de que Delgado estaría contratando a gente que “no ha demostrado mucho compromiso con el proceso de cambio”, lo que habría ocasionado la orden de poner en el “congelador” a la jefa de bancada de su partido. Así están las cosas en el hegemónico partido de gobierno.