Se le acabó la somnolencia

El Gobierno se enfrenta con una marea de exigencias sociales. Y a partir de ahora las cosas serán distintas. El Gobierno afirma que los desórdenes que cruzan el país forman parte de un tenebroso complot. Pero no precisa con qué fin.

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*José Gramunt de Moragas

El país está convulsionado. Hacía tiempo que, al Gobierno las cosas no se habían puesto tan al rojo vivo. El Gobierno vivía adormecido por los dulces encantos de sus últimas victorias electorales. Cuando escribo este comentario parece que el Gobierno ha despertado de su feliz letargo y se ha puesto a negociar con los que plantean sus problemas no resueltos. El hecho doloroso es que hubo dos jóvenes muertos en Caranavi. Otros civiles y policías, heridos. Más de una docena de encarcelados en San Pedro. Dicen que el origen de la cuestión radica en que el Gobierno no entregó a Caranavi la suma prometida por el propio Don Evo con destino a la instalación de una planta industrializadora de cítricos. ¡Habrase visto semejante desconsideración! ¡Pero si en Caranavi ya no hay cítricos!, responden quienes conocen la zona desde tiempos pasados. Aquellas naranjas, limas y mandarinas jugosas hasta hacerte la boca agua. Y las naranjas silvestres con las que algunas hacendosas amas de casa fabricaban mermelada amarga al gusto de las damas boliviano-británicas, para tomar el té venido de Ceilán (decíamos entonces). Todo quedó en el recuerdo. Hoy, todo es coca. Coca ilegal, coca tolerada, coca sobrante para producir droga. Y luego dicen que viene del Perú, que aquí sólo se produce para el inofensivo acullicu.



El hecho es que las organizaciones sociales de Caranavi exigen la destitución del ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, y su viceministro, Gustavo Torrico. El Gobierno afirma que los desórdenes que cruzan el país forman parte de un tenebroso complot. Pero no precisa con qué fin. Pocos creen que sea la oposición la que mueve —la pobre— los hilos de esta arriesgada aventura. El Vicepresidente, perspicaz,  “intuye” —sólo intuye, no afirma ni acusa— que los Estados Unidos “estarían” (prudente condicional) detrás del derrocamiento de Evo Morales. Repito, “intuye”, no lo afirma porque entonces no podría desdecirse fácilmente. Intuir es como haberlo soñado por adelantado.  Pero cuando el sueño se disipa, no queda ni el recuerdo. Viendo como van las cosas, malos están los tiempos en los EEUU para complotar en un país que apenas logra gobernarse, cuando, más cerca del imperio, el chapapote de petróleo negro del Golfo de México está matando la vida silvestre de aquella parte del mundo. Y no hay quién lo detenga.

Por otro lado, la COB, semirresucitada, marcha desde Caracollo hacia la sede de gobierno y le exige un aumento de salarios superior al diminuto cinco por ciento. Éste no cede. Aunque ofrece a cambio, reducir la edad de jubilación de los actuales 65 años, borrando su propuesta de 60 años, hasta llegar a los 58. Solución muy cómoda para quienes se beneficien de ella, pero que no cuadra en los cálculos numéricos. Un sencillo estudio actuarial no admite esta fórmula de pagar jubilaciones adelantadas sin el respaldo de los aportes anteriores correspondientes.

Total, se acabó la somnolencia del Gobierno que se enfrenta con una marea de exigencias sectoriales. Y a partir de ahora, las cosas serán distintas. Créanme.