Victoria de Santos refrenda política de Uribe

 

Joaquim Ibarz

santos-uribe1 Juan Manuel Santos tiene el camino despejado hacia la Presidencia. Lograr el 46,56 % de los votos en primera vuelta equivale a disponer de las llaves de la residencia oficial Casa de Nariño. Los colombianos optaron por la línea del actual mandatario, Álvaro Uribe. El triunfo de Santos es interpretado como un reconocimiento a la política de seguridad, con la que Uribe acorraló a las FARC.



Al ciudadano de a pie no le acabó de convencer el discurso del candidato que habían construido los generadores de opinión y los encuestadores, que crearon la percepción de triunfo de Antanas Mockus. Al electorado no le hicieron mella las denuncias sobre los escándalos surgidos durante el mandato de Uribe: espionaje telefónico a magistrados, periodistas y políticos opositores; el cohecho con el que se compraron congresistas para lograr la reelección presidencial en 2006.

En estas páginas ya escribimos en el mes de marzo que en Colombia se percibe tolerancia social hacia el asesinato por militares de 2.300 jóvenes para hacerlos pasar por guerrilleros y obtener recompensas. A pocos les importan esos crímenes. No les interesa el pasado, están contentos con el rumbo que lleva el país y no quieren experimentar ni arriesgar con Mockus que predica un mensaje de decencia. El ganador invisible de los comicios es Álvaro Uribe, pues la votación podría interpretarse como un plebiscito hacia su gestión. Tras conocer su victoria, el propio Santos dijo: “Es el triunfo de Uribe y el de todos quienes queremos preservar su inmenso legado, Colombia ha votado por defender sus logros y propuestas”.

El analista Jorge Iván Cuervo destaca que la contundente victoria de Santos tiene factores atribuibles a la estrategia de la campaña y otros al contexto político de las elecciones. “Colombia sigue siendo mayoritariamente uribista y en la campaña de Santos advirtieron ese sentimiento a tiempo cuando dieron el viraje para mostrar al candidato como el legítimo heredero de la seguridad democrática de Uribe”, señala Cuervo. En esta estrategia, fue determinante la continua intervención de Uribe en las últimas tres semanas en favor de Santos.

El país aún no considera posible ni deseable un giro drástico en el tema de seguridad con unas FARC dando señales de vida y un entorno hostil, con Chávez mostrando los dientes y exacerbando la fibra nacionalista.

El empate técnico que anunciaban los sondeos no se dio. Los analistas dicen que las encuestas se equivocaron tanto porque medían emociones, que no en realidad no coincidieron con la intención de voto. Las firman encuestadoras atribuyen su fracaso a que no tuvieron en cuenta la intención de voto en las zonas rurales (mayoritario a favor de Santos) y a que en la última semana de campaña no pudieron hacer mediciones, que habrían registrado el confuso papel de Mockus en los cuatro debates que se celebraron en los días inmediatos a la votación. Los debates perjudicaron mucho a Mockus porque desnudaron sus incoherencias. Además, el candidato del Partido Verde, que siempre iba con la verdad por delante, anunció que aumentaría el IVA y otros impuestos. También hizo afirmaciones de las que después se desdijo. Mockus aprendió demasiado tarde que en política se necesita algo más que intuición y buena voluntad, y que la sinceridad suele ser contraproducente.

Legisladores del partido de Santos propusieron a Mockus renunciar a la segunda vuelta y destinar el dinero de las campañas a construir 20 colegios.

La Vanguardia – España