Caminos de confrontación

Marcelo Ostria Trigo

MarceloOstriaTrigo2 La pendencia es un signo del populismo orientado a la dictadura. La agresividad de sus líderes y seguidores nunca se calma. Siempre hay un supuesto enemigo al frente, al que hay que atribuir todos los males pasados y presentes. Parece que se adopta aquello que se dice en el fútbol: “No hay mejor defensa que un buen ataque”. Entonces, a atacar…

Nunca hubo en los dirigentes del populismo, que se sepa, moderación ni sensatez en una tribuna, ni frente a un micrófono o una cámara. Este estilo ha sido exhibido incluso en reuniones internacionales. Esto es grave porque poco a poco el país puede quedar con muy pocos amigos, que no serán los mejores, como los ayatolás de Irán. Y puede ser aún más complicado si, en reciprocidad por la animosidad, finalmente enfrenta represalias.



En efecto, desatando una vorágine de acusaciones y de propuestas agresivas, como la incitativa –ciertamente sin perspectivas– para acabar con el capitalismo en el mundo, que es el fundamento de naciones prósperas, no se avanza en nada, ni aun internamente, y perdemos oportunidades de recibir la cooperación que necesitamos y que, como van las cosas, seguramente tendremos que buscar.

Hace pocos días, con la visita a Bolivia del secretario de Estado adjunto de Estados Unidos se esperó –y ésas fueron buenas señales– que se normalizarían las relaciones entre los dos países, lo que implicaría el cese de los ataques al país del norte. Las declaraciones de buena voluntad y el anuncio de que se estaban por concertar reglas para que esas relaciones se desarrollen con madurez, respeto y con propósitos de mutuo beneficio, fueron bien recibidas por la opinión pública. Parecía que se abría una nueva etapa cuando el canciller, exultante, declaraba: “Nuestros pueblos quieren que existan relaciones de respeto mutuo, nuestros pueblos quieren complementarse y nuestros gobiernos han entendido esto, y es por eso que ratificamos la voluntad política de ambos países para que podamos construir buenas relaciones entre Bolivia y EEUU” (EL DEBER, 02/06/2010).

Sin embargo, el jefe de Estado, simultáneamente “…daba una conferencia en Palacio Quemado. Allí consideró que hubo varias visitas y que incluso se enviaron delegaciones a EEUU para tratar de recomponer las relaciones, pero que, sospechosamente, sostuvo, esas negociaciones se interrumpieron en las cercanías de las elecciones”. Y, ante una pregunta, agregó: “Tengo documentación, hay opositores y hay agencias internacionales que agitan y agitaron a los compañeros de Caranavi”.

Se veía venir otro ataque improductivo. Efectivamente, con la lengua pronto se tiró por la borda todo lo supuestamente avanzado. Según un despacho de EFE (EL DEBER, 06/05/2010), Evo Morales amenazó con expulsar del país a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) si ésta “perjudica a su Gobierno, financiando a dirigentes que le plantean demandas que no se pueden cumplir”. Con este tipo de afirmaciones se vuelve a las andanzas sin sentido.

¿Adónde apunta esta política de confrontación interna e internacional, sólo comparable con la de Hugo Chávez? Ya no se ven perspectivas de que el populismo en Latinoamérica crezca más, se acerca el ocaso. Entonces sólo puede conducirnos al aislamiento. Y eso no es admisible en el mundo interdependiente en el que vivimos.