Mafias extranjeras de “narcos” ya actúan como cárteles en Bolivia

DROGA William Rosales Suárez, un “pez gordo” del narcotráfico boliviano no fue capturado el 14 de mayo por la Policía, ni por la Fiscalía y tampoco fue encarcelado por los jueces nacionales a pesar de tener sentencias de reclusión pendientes. William Rosales fue secuestrado por un grupo de sicarios, presuntamente operado a control remoto por un cártel colombiano que tiene conexiones con Paraguay.

Sólo este hecho, permite darse cuenta del gran poder que tenía Rosales, pues aunque fue aprehendido muchas veces por delitos de narcotráfico, siempre encontró la forma de burlar la justicia boliviana y de continuar con su actividad ilícita hasta convertirse en uno de los “capos” del oriente. Solamente una banda rival de narcotraficantes pudo capturarlo y, aparentemente, lo hizo utilizando a un ex policía que tenía una larga formación en la lucha antidrogas y que conocía al dedillo cómo se desenvolvía Rosales y su cuerpo de seguridad.

La matanza

La tarde del viernes 14 de mayo de este año William Rosales se dirigía a la localidad de Ascensión de Guarayos (a 189 kilómetros de Santa Cruz), para participar de su fiesta patronal y averiguar si era cierto que un clan rival le había puesto el precio de un millón de dólares a su cabeza. Iba en medio de un convoy de 3 automóviles de lujo y acompañado de ocho miembros de su cuerpo de seguridad, entre los que destacaban tres ciudadanos serbios experimentados en la guerra de Kosovo y un cabo de la Policía boliviana. Nadie ha dicho aún si este policía estaba allí por decisión personal o porque algún jefe de la institución verde olivo lo había enviado para “cooperar” con la seguridad de Rosales y al respecto se han tejido decenas de versiones dentro la misma Policía. El convoy fue interceptado por al menos 15 personas vestidas de policías que secuestraron a Rosales, mientras sus guardaespaldas internacionales eran ajusticiados con un tiro en la cabeza, brutal pedagogía que suelen emplear los cárteles de la droga para marcar el territorio en el que operan.



Dos personas sobrevivieron a la matanza, el boliviano Juan Carlos Maraz (con tres tiros en el cuerpo) y el colombiano Jair Rapizo Rengifo, que salió ileso porque el cadáver de uno de sus compañeros le sirvió de escudo protector.

De acuerdo a la versión de los sobrevivientes, los sicarios eran policías y ex policías. Reconocieron en un desfile identificativo al ex capitán Orlando Araujo como el hombre que comandó la matanza, aunque coincidieron en añadir que quien dio la orden de disparar contra los guardaespaldas fue un hombre delgado de acento colombiano. Uno de los sobrevivientes volvió a San Ramón con los cadáveres a bordo de una vagoneta y la noticia se regó como pólvora en el país.

¿Cártel o Clan?

En diferentes conferencias y declaraciones públicas, las autoridades bolivianas descartaron la existencia de cárteles de droga en Bolivia y aseguraron que sólo operan clanes familiares.

Cuatro policías antidrogas de amplia experiencia, con los que conversó este diario, aseguran lo contrario. Explicaron que las diferencias entre los cárteles y los clanes son abismales y coincidieron en afirmar que la matanza de San Ramón develó la actuación de mafias internacionales que ya han comenzado a actuar como cárteles en parte del territorio nacional.

Un clan familiar está compuesto por personas de una misma familia que se dedican al narcotráfico. Para un policía antidrogas es muy difícil acceder a los clanes o lograr información sobre ellos porque son grupos pequeños, que se conocen entre sí y no salen del círculo de la confianza. Están formados en torno al padre o a quien ejerce el poder económico. En cambio el Cártel de droga es más grande, allí funciona la jerarquía, cada miembro cumple una función determinada, los líderes cuentan con un equipo personal de seguridad, red de informantes, tienen nexos con bandas de afuera y no se les incauta kilos sino toneladas de droga.

William Rosales es parte de un cártel, su grupo ya no es clan

Policía antidrogas que en la década de los noventa atrapó a los hermanos William y Ruan Rosales con 80 kilos de droga en Santa Cruz, dijo que el grupo del jefe narco secuestrado dejó de ser un clan hace mucho tiempo y forma parte de cárteles mexicanos y colombianos que a veces se unen entre sí para trasladar grandes cargamentos de droga.

“Esto no es de ahora, ya en los años 90 detectamos que Rosales tenía nexos con narcos de México y de Colombia, pero de alguna manera logró evadir la cárcel, aprovechando la retardación de justicia, su poder y otras ventajas que le dieron algunos jueces”, dijo el efectivo.

La diferencia, afirma, es que ahora esos cárteles operan “de frente”, ya no en forma solapada. En los últimos años el ingreso de ciudadanos mexicanos y colombianos a Bolivia es muy numeroso, especialmente a Santa Cruz.

La lucha contra la guerrilla en Colombia obligó a una importante cantidad de ex guerrilleros y narcos colombianos a buscar otros países para vivir y Bolivia se mostró como un paraíso por las debilidades del Código Penal y el cambio en la estrategia nacional de la lucha contra el narcotráfico.

Rosales fue descrito como un hombre que incursionó en el narcotráfico desde que era muy joven junto a varios integrantes de su familia. El clan fue creciendo y al entablar relaciones con sus colegas en México y Colombia, fue adquiriendo las características de un cártel. El policía antidrogas entrevistado no cree que la matanza de San Ramón haya ocurrido por la disputa del territorio. “Tienen suficiente espacio para moverse y muchas veces estas organizaciones se unen para llevar cargamentos grandes, un grupo entrega la droga y cuando el otro incumple con el pago se dan los ajustes de cuentas, como el de San Ramón, se alían en función a las rutas que precisan, ya sea por Puerto Suárez o por Paraguay, aprovechando que la policía antidrogas de ese país es muy pobre, muy precaria, Rosales había incursionado recién en el tráfico de estupefacientes y planeaba llevar droga al Mundial de Sudáfrica” dijo.

La historia del ex capitán Orlando Araujo

En la Policía Boliviana el ex capitán Orlando Araujo Becerra, conocido como ‘Menono’ es recordado como uno de los mejores oficiales que tuvo la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico “pero que se volcó hacia el mal desde que tuvo una gran decepción”.

Casado con una ex Miss La Paz, Orlando Araujo era un hombre importante en la FELCN, fue formado por la Embajada Americana en la lucha contra el narcotráfico y se destacó siempre por su trabajo certero e impecable en Inteligencia. Se desempeñó también en el Grupo Táctico de Investigaciones Especiales (GTIDE)

Su profesión comenzó a tambalear, según sus camaradas, cuando certificaron médicamente que él era estéril y no podría tener hijos con su esposa. El matrimonio se derrumbó, la pareja se divorció y Araujo se “volcó”.

Al estar cerca de los informantes y de las bandas de narcotraficantes se torció y su nombre se manchó por vez primera el año 2008, cuando detuvo a un supuesto narco identificado como Luis Alberto Suárez Gil con ocho millones de dólares dentro de su maletín. El detenido le ofreció parte del dinero para que lo dejara ir pero Araujo se apropió de gran parte del botín y Suárez denunció el hecho. La Dirección Nacional de Responsabilidad Profesional de la Policía le abrió un proceso y lo dio de baja. Paralelamente tenía un proceso legal por cohecho pasivo.

De ahí en adelante, aprovechó el conocimiento y el entrenamiento que le proporcionó la DEA para ayudar a los narcos a evadir a los policías antidrogas y para efectuar seguimientos de Inteligencia a los líderes.

“Empezó la carrera del gatillo, dicen que ya tenía a 20 (muertos) en su haber” contó a OPINIÓN uno de sus camaradas.

El diciembre de 2009, la familia del playero David Céspedes Chávez (44) raptado por supuestos policías antidrogas acusó al capitán Araujo de estar implicado en su desaparición debido a que en una ocasión el agente lo extorsionó por dinero. Fue aprehendido por la Policía Federal del Brasil en Corumbá y entregado a la justicia boliviana.

Los sobrevivientes de San Ramón lo reconocieron plenamente como el hombre que comandó la matanza y un juez cautelar instruyó su detención preventiva.

Rompe el silencio

Mientras era conducido a la cárcel, Orlando Araujo decidió hablar con los periodistas y aseguró que William Rosales era un matón.

“Soy inocente de todo lo que se me está acusando. Siento temor pero no miedo, porque no he tenido que ver nada en esta desaparición. La familia Rosales es bien pesada en temas de narcotráfico. Todo el mundo sabe y la prensa es testigo de quién es William Rosales Suárez, uno de los grandes matones de aquí sin embargo quién les dice algo. Lo que están buscando en mí es un chivo expiatorio para que liberen a su gente porque la familia planificó todo, incluida su desaparición.

Araujo hizo varias cuestionantes: “¿Cómo sabían el momento exacto del paso del vehículo de Rosales por San Ramón? De ahí tiene que partir la investigación, todo ha sido armado por la familia y esa información sólo podía salir de los parientes o del cuerpo de seguridad extranjero que se daba el lujo de tener y que no lo desprendían para nada”. Según Araujo, él investigó la desaparición de David Céspedes Chávez y averiguó que quien mandó a secuestrarlo fue Rosales.

David Céspedes desapareció el 6 de diciembre de 2009 y su familia aún busca su cuerpo, pero nadie sabe de su paradero.

Policías antidrogas consultados señalan que las 39 ejecuciones perpetradas en Santa Cruz el año 2009, son una muestra de que ha comenzado la lucha por el poder entre bandas internacionales de narcotraficantes y su tarjeta de presentación es precisamente el descuartizamiento, los tiros en la cabeza, las decapitaciones, los secuestros y las desapariciones.

El narcotráfico crece y la FELCN es cada vez más débil

Cuando el Gobierno instruyó al Comando General de la Policía que investigue los nexos entre efectivos de la institución del orden con las mafias del narcotráfico para establecer responsabilidades en el caso San Ramón, muchos efectivos reaccionaron en Cochabamba con una frase singular: “el puchichi tenía que estallar un día”.

Los efectivos consultados, y que pidieron la reserva de su identidad, señalaron que el narcotráfico nunca estuvo ausente en la sociedad boliviana, sin importar el gobierno que esté al frente. La diferencia con el momento actual es que el control se ha debilitado demasiado por distintos factores, desde la falta de recursos, hasta la ausencia de controles cruzados al personal policial.

No caen peces gordos

“Antes había dinero para pagar informantes y hacer seguimientos de Inteligencia a narcos, la DEA otorgaba entre 3.000 a 5.000 dólares para pagar a un informante, pagaba viajes, hoteles, vehículos todo lo necesario, ahora ya no hay dinero para pago a informantes y el resultado es el que vemos, se encuentran grandes cantidades de droga pero nunca caen los peces gordos, siempre se arresta al chofer, al portero o se informa que los involucrados se dieron a la fuga, no hay trabajo de Inteligencia y la droga que se halla no es producto de la investigación, basta con instalar una tranca móvil en cualquier carretera y parar vehículos, no hace falta nada más, uno se tropieza con la droga”, describió un uniformado antidrogas.

Los policías antidrogas ya no tienen bonos de incentivo y tampoco son sometidos a la prueba del polígrafo para detectar si se involucran o no con los narcotraficantes. “Antes eso era rutina y el que se arriesgaba lo hacía sabiendo las consecuencias, ahora, sin control, es más fácil caer al otro lado y los cárteles tienen el objetivo de infiltrarse en la Policía, ése es el peligro mayor de no contar con tecnología y con los controles cruzados que hacían los grupos de contrainteligencia”, expresó un uniformado.

El secuestro de William Rosales ocurrió tres días después que el viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres reportara la incautación de 12 toneladas de cocaína y de 800 toneladas de marihuana en lo que va de 2010, es decir un 40% más que el año pasado.

En contrapartida, el Ministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, negó que redes internacionales de narcotraficantes operen en Bolivia y atribuyó la presencia de extranjeros en los operativos realizados en Santa Cruz, a “una mano negra” que mueve desde el exterior el tráfico de drogas para poner en duda la eficacia de la política de interdicción que cumple el gobierno de Evo Morales.

Cáceres dijo que en lo que va del año, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) realizó 5.355 operativos de acción directa en todo el territorio nacional destruyendo fábricas, laboratorios y deteniendo a familias íntegras dedicadas al tráfico de sustancias controladas. Según él, se confiscó más droga que cuando estaba la DEA en Bolivia.

Dos diarios serbios que citando a fuentes de la Policía de Serbia, señalan que al menos 50 mercenarios de esa nacionalidad trabajan como guardaespaldas de narcos poderosos en Colombia y Bolivia.

Este dato es considerado por los policías entrevistados como una muestra de que las mafias de narcos ya operan como cárteles en Bolivia. “Los serbios no vienen por 10 mil Bolivianos, los traen las agencias brasileñas y los de Rosales vinieron recomendados por un narco serbio de prestigio entre los cárteles latinoamericanos, éste es un peligro que hay que enfrentar con políticas concretas, no escondiendo la cabeza como el avestruz”, dijo un policía.

Entre el 1 enero y el 17 de mayo de 2010, la FELCN confiscó 13,7 toneladas de cocaína y 884,8 toneladas de marihuana, casi la mitad de toda la gestión 2009 cuando confiscó 27 toneladas de cocaína.

Darynka Sánchez A. [email protected], Opinión – Cochabamba