De México a Bolivia

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Índice de los Editoriales de Periódicos

  1. El Día: Autonegación del MAS

  2. Bajo el Penoco, El Día: El avióoon, el avióoon

  3. Los Tiempos: La diplomacia es una profesión compleja

  4. El Deber: De México a Bolivia

  5. La Razón: Tolerancia política

  6. Cambio: Lecciones de Sudáfrica 2010

  7. La Prensa:

  8. El Diario: Prescindencia de la presunción de inocencia

  9. El Mundo: Autonomía ya

  10. Opinión: El mercado un auténtico acontecimiento humano

  11. Clarín, Argentina: Avances hacia una recuperación del INDEC


El Día: Autonegación del MAS

El MAS se ha ocupado en cuatro años y medio de reforzar su legitimidad en base a una milimétrica y esmerada definición de sus enemigos: el blanco, el oligarca, el terrateniente, el neoliberal, y durante todo este tiempo ha tenido el monopolio exclusivo para determinar a los “buenos” a los “malos” de este país. A estos últimos los ha bautizado como vendepatria, terroristas, separatistas, golpistas, conspiradores, vendidos al imperio.



En esa línea el Gobierno contribuyó como en ningún otro periodo a la confrontación entre bolivianos, lo que ha exacerbado de manera dramática la desagregación social del país, ahora dividido entre múltiples facciones que, a su vez, se despedazan y se van desintegrando a medida que el oficialismo hace circular el miedo y la desconfianza entre los que ayer parecían cohesionados.

Ese espíritu disociador fue plasmado en la Constitución Política del Estado, más que una norma fundamental, un instrumento para salir de una coyuntura política, para encaramarse en el poder y construir un Estado carcelario. El Gobierno nunca tuvo intenciones de cumplir esa carta magna, la viola a cada instante y ahora ni siquiera quiere leerla y se molesta con quienes lo hacen.

Hace bien el presidente Morales en llamar “sindicato” a la Asamblea Plurinacional, un espacio que supuestamente debía ser representativo de la diversidad cultural y étnica del país, pero que se ha convertido en una amalgama perversa de autómatas que están construyendo un Estado ausente, inalcanzable y de utilidad sólo para ese pequeño círculo que rodea al caudillo. Tampoco es casual que el Primer Mandatario insista en comprarse un avión. Necesita seguir de gira, reforzar el icono indigenista que comienza a desdibujarse, tratar de demostrar con su presencia en ciertos lugares del país, que el Estado existe, porque el Estado es nada más que él. Mientras tanto, hay viceministros que afirman que no pueden enfrentar el contrabando o que se rinden ante el problema de los accidentes de carretera. Y la sequía parece ser un problema de privados.

Al MAS sólo le interesa conservar el Estado que le ayude a perpetuar su poder, mientras que desecha descaradamente al Estado que reconoce derechos, que tiende a la inclusión social  y que supuestamente debía configurar la plurinacionalidad con la que tanto se machacó. Es tal el grado de autonegación en la que incurre el oficialismo, que ahora pretende recurrir a la expulsión de los nuevos “malos” –los indígenas del oriente boliviano-, a los que acusa de ser vendidos al imperialismo, pese a que éstos fueron los que le prestaron bandera y discurso.

La marcha de los indígenas está amenazada, no sólo por un ministro enajenado que les ofrece huasca, sino por grupos que parecen ser los únicos que tienen carta de ciudadanía asegurada en el Estado instrumentalizado por el MAS.  Cocaleros, colonizadores que actúan como grupos de choque y milicianos disfrazados de movimientos sociales son, por ahora, los que ayudan a mostrar el verdadero perfil de este “proceso de cambio”. Más tarde, aseguran algunos, comenzarán a divisarse con claridad los otros “sectores” afines al MAS, los otros “sindicatos”, que seguramente estarán ligados a la Pachamama y no precisamente para cuidarla y preservarla, sino para servirse de ella.

 

El Gobierno va tamizando a los sectores que le dieron discurso y bandera. De a poco adquiere otro perfil y nuevos aliados.

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Bajo el Penoco, El Día: El avióoon, el avióoon

Si al presidente Morales se le ocurriera irse otra vez a Sudáfrica para estrenar su nuevo juguete, el avión Falcon 900, tendría que alistar cerca de 120 mil dólares sólo para pagar los gastos de operación de la aeronave francesa, que ascienden a nada menos que 102 dólares por minuto. Eso no incluye por supuesto, derechos de aterrizaje, escalas y tuticuantis y tampoco las entradas que tuvieron que pagar él y sus colaboradores al estadio, ni la cervecita que se tomó el Primer Mandatario en la tribuna. Hagan cuentas, cada viaje a Caracas en el avioncito nuevo costará algo más de 50 mil dólares, siempre y cuando Chávez no le cobre al jefazo ni la comida ni el hospedaje y a Cuba, un poco más de 70 mil dólares. En fin, todo sea por “el cambio” y por el orgullo boliviano de tener al presidente de un país tan pobre, pero el mejor transportado del mundo. En algún lugar tiene que figurar ese récord. Desde aquí sólo queda pedirles a los amigos que conducen esta "revolución", que cuiden ese aparato, es caro y seguramente cuesta un montón hacerlo arreglar. Y por favor, no le pongan parrilla en el techo.

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Los Tiempos: La diplomacia es una profesión compleja

Ya son varios los gafes que esta gestión ha cometido en este campo para que se mantenga la visión sectaria, ideológica e incluso religiosa y bipolar

Al conocer el informe prestado por el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile ante una Comisión de Diputados sobre la demanda marítima boliviana, el Presidente del Estado se habrá percatado de que la diplomacia no es un oficio de aprendices y que aquello de la “diplomacia de los pueblos” no pasa de ser un lema poco útil para la administración de los intereses nacionales, labor que exige profesionalismo, humildad y, sobre todo, conocimiento.

Es posible sostener que la posición del vecino país no ha variado en el tiempo; sí se aprovechó de la ingenuidad –por utilizar algún adjetivo– de las nuevas autoridades del país que, confiados en el carisma del Primer Mandatario y de cierta benevolencia con aquello de ser el primer Presidente indígena del país, bastaban para que los resultados del acercamiento a Chile podrían traducirse en concesiones más contundentes.

El ministro chileno ha dicho con total claridad que su Presidente dijo al Vicepresidente del Estado “claramente y sin rodeos” que “La Moneda no está disponible” para conversar sobre una cesión de soberanía marítima a Bolivia, según El Mercurio, periódico chileno que en temas de las relaciones con Bolivia siempre ha mantenido una actitud hostil hacia el país.

Es posible inferir que el crudo tono utilizado por el canciller chileno es consecuencia de las declaraciones que efectuó el Vicepresidente del Estado luego del mencionado encuentro con el mandatario del país trasandino en sentido de que el retorno al mar es importante pero que se trata de una cuestión formal que no interferirá otros aspectos de la relación entre ambos países, y que esa declaración haya sido hecha después de que se difundió en Bolivia el contenido de una supuesta nota de protesta chilena por la aprobación en la Constitución Política del Estado del artículo 264, en el que se establece que el “Estado boliviano declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al océano Pacífico y su espacio marítimo” y que la “solución al diferendo marítimo a través de medios pacíficos y en el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano”.

Es decir, como en 1978, el gobierno boliviano ha otorgado a Chile un argumento para recuperar una posición más dura sobre el tema, luego de más de 20 años durante los cuales, con avances y retrocesos (estos últimos, normalmente debidos a la improvisación), la toma de conciencia sobre la justeza de la demanda boliviana respecto a contar con una salida al mar se fue extendiendo en la región porque el país logró superar una posición plañidera y adoptó una línea argumental pragmática.

En todo caso, es de esperar que este evidente traspié no provoque reacciones viscerales de nuestras autoridades, sino, más bien, las motive a recuperar la noción de que en esta materia lo aconsejable es empalmar la experiencia y el conocimiento con los impulsos renovadores de nuevas fuerzas, estructurando una propuesta integral y seria de nuestras relaciones diplomáticas, que pueda ser asumida como una política de Estado. Ya son varios los gafes que esta gestión ha cometido en este campo para que se mantenga la visión sectaria, ideológica e incluso religiosa y bipolar de su actual administración.

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El Deber: De México a Bolivia

Nadie puede negar el auge del narcotráfico en Bolivia. Día que pasa aumenta la cantidad de droga incautada a gente que la produce en fábricas clandestinas instaladas en casi todas las regiones del país. Se amplían y fortalecen los nexos entre los narcoclanes familiares bolivianos y las redes de traficantes extranjeros (colombianos, peruanos, paraguayos y brasileños, principalmente) al servicio de poderosos cárteles a cargo del infame tráfago a escala internacional. En Arica, la Policía chilena acaba de incautarse de más de 800 kilos de cocaína proveniente de Bolivia.

Otros y también recientes hechos respaldan la anterior afirmación. Acaso el más ilustrativo de todos sea la creciente cantidad de extranjeros que cae en manos de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico cuando intenta contrabandear la droga o simplemente la elabora en plantas de tecnología de punta. Igualmente, la ola de secuestros y ajusticiamientos que remeció a varias zonas de Santa Cruz, sugestivamente similar a la que de forma tan sangrienta se abate contra determinadas regiones de México.

Diversos factores determinan que aquel país sufra hoy más que ningún otro las consecuencias de un narcotráfico estructurado a escala de grandes, poderosas y sangrientas mafias. Es dable mencionar, en primer lugar, su ubicación geográfica. Está a poca distancia de Estados Unidos, adonde va a parar un importante volumen de la droga que se produce en Sudamérica. Respecto al Caribe, es igualmente breve el trayecto desde México hacia puntos de embarque de la cocaína destinada a Europa. Aportan con lo suyo las condiciones de pobreza que aún prevalecen en ciertos sectores populares de México, particularmente en comunidades rurales. Algo debe atribuirse también a la todavía no superada corrupción en filas castrenses y policiales.

De todos los cárteles mexicanos, el mayormente temido es el del Golfo. Logró hacerse de toda una estructura de implacables sicarios denominados Los Zetas, cuyos miembros visten de negro, color connotativo no sólo de pertenencia grupal, sino también premonitorio de muerte. Matan y secuestran en México, desde la década de los 90. Muchos aseguran que en sus filas predominan ex militares y ex policías que trocaron su rol de tales por el de sicarios al servicio del Cártel del Golfo, a cambio de buenas pagas. Cumplen también, a favor de sus ‘narcoempleadores’, labores de Inteligencia (a menudo a escala continental) e intimidación contra los miembros de los cárteles rivales.

No hace mucho estremecieron a México con el asesinato de un candidato a gobernador y el ajusticiamiento de un conocido periodista y su esposa. Aquél y el comunicador social  eran enemigos declarados del narcotráfico.

Nos preguntamos qué pasará a plazo más o menos breve en Bolivia, ahora que algunos trascendidos asocian a sicarios de los Zetas del Cártel del Golfo los secuestros y ajusticiamientos que en territorio nacional acompañan al narcotráfico. Si en México, que es un país mucho más fuerte y mejor estructurado que el nuestro, el Estado no puede contra los cárteles de la droga, es legítimo el temor de que Bolivia caiga, a futuro más o menos mediato, en una situación igual o peor a la de aquel país. Sobre todo, si seguimos minimizando el apogeo que el narcotráfico registra actualmente en nuestro medio y encarando la lucha contra el mal como hasta ahora: internacionalmente aislados y reflejando la imagen de quien da simples golpes de piñata.

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La Razón: Tolerancia política

La última semana puso en el tapete un tema esencial: el respeto al pensamiento del otro

La política nacional mostró una cara diferente en la última semana. Saludablemente diferente, porque puso en el tapete una cuestión que no debería ser invisible nunca y que consiste en algo tan sencillo de expresar como difícil de cumplir: el respeto al pensamiento del otro.

El ex viceministro de Tierras Alejandro Almaraz manifestó su discrepancia con el Gobierno, al sostener que éste no respeta la Constitución Política del Estado. De acuerdo con declaraciones que recogió la red Erbol, dijo que “…en la elaboración de las leyes, la Asamblea Legislativa Plurinacional tiene la obligación de recoger la realidad social pluriétnica, pluricultural y plurinacional”.

Almaraz, quien en el pasado trabajó por los indígenas del oriente, salió así en defensa de la CIDOB, que mantiene una marcha hacia La Paz en demanda de la autonomía plena y la anulación de concesiones forestales y mineras, entre otros pedidos.

Por otro lado, el ex prefecto de Cochabamba y ex viceministro del Interior, Rafael Puente, en un artículo criticó el contenido de una caricatura que aludía a la denuncia del Gobierno boliviano de que la marcha indígena estaría alentada por Estados Unidos. También cuestionó al medio de comunicación —perteneciente al Gobierno— por haber publicado esa viñeta.

A Puente, el dibujo le pareció “insoportablemente racista” porque muestra a los indígenas de tierras bajas manejados a control remoto por el tío Sam, personaje al que se suele emparentar con EEUU. Pasando por alto la polémica sugerencia de censurar una caricatura debido a su contenido, la ex autoridad del Gobierno aboga en su redacción por un debate abierto, respetuoso y sincero para tratar las discrepancias, en vez de maldecirlas.

Con relación a la CIDOB, aconseja que “si presenta demandas exageradas o pide lo imposible, lo constructivo es demostrar su error con argumentos, no responderle con insultos”. Y finaliza: “No importa que este proceso avance lentamente; lo que de verdad importa es que nunca deje de ser democrático y participativo”.

Ambas posturas son sabias. Mientras la Conalcam se rearticula para presionar por la fuerza a quienes discrepan con el Gobierno, en una muestra de intolerancia, Almaraz y Puente, dos hombres que pasaron por esta administración, se atreven a señalar errores internos y plantean una manera de pensar distinto a quienes dirigen el actual proceso de cambio.

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Cambio: Lecciones de Sudáfrica 2010

Ayer fue un día triste para Sudamérica. La selección argentina fue derrotada de manera inobjetable por una escuadra alemana que desarrolló lo que los especialistas en este juego acordaron en llamar el ‘fútbol total’, es decir la acción de los once jugadores en todo el terreno de juego y los 90 minutos. “Goleada, impresionante, 4-0, sin apelaciones, aplastante y demoledora”, señalaba un cable fechado en Ciudad del Cabo luego de la estrepitosa caída del equipo de Diego Armando Maradona frente a Alemania, esa aplanadora que se vio ayer.

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La Prensa:

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El Diario: Prescindencia de la presunción de inocencia

Uno de los principios fundamentales de todo sistema jurídico y que parte de la Constitución Política del Estado y de la Declaración de los Derechos Humanos, es que, previo a cualquier juicio instaurado contra cualquier presunto violador de la ley, se debe presumir que es inocente; en otras palabras, no juzgarlo ni condenarlo sin que hayan existido las pruebas contundentes de lo mal hecho o de los delitos cometidos o siquiera atribuidos por simples sospechas.

Este principio ha regido siempre en nuestro país e inclusive en los regímenes dictatoriales se ha evitado traspiés al respecto y se tuvo el cuidado necesario; lógicamente, hubo excepciones en que quienes tenían el poder -tomado ilegítimamente- han supuesto que ese poder les daba derecho a todo y sobre todos los habitantes y estantes del país. En todo caso, ninguna excepción es la regla y lo que importa es que se cumplan las normas constitucionales y aquellas que a nivel mundial están aprobadas y tienen plena vigencia.

Hay que lamentar, sin embargo, que, en nuestro país, con un Gobierno constitucional, legal y legítimo, se prescinde, desde hace varios años del principio de que nadie puede ser condenado sin los juicios debidos y sobre la base de pruebas claras y terminantes. Se prescinde totalmente del principio de que todo inculpado, mientras no le sean comprobados delitos o faltas contra las leyes, es inocente.

Hay variados casos que podían ser analizados y tomados en cuenta; pero, para simple ejemplo, está el de Cobija en que se juzga al prefecto de entonces por “delitos atribuidos a base de grabaciones filmadas en las riberas de un río” y declaraciones de personas cuya idoneidad no es creíble y menos pueden servir de base para juzgar y condenar a una persona que, si es realmente culpable de los delitos endilgados, debe ser juzgado por autoridad competente y, seguidos todos los procedimientos que señalan las leyes, debe ser condenado a la pena que corresponda.

Tener en el caso que nos ocupa o de cualquier otro, preso por más de 24 o 48 horas, sin que haya sido remitido al juez competente y no sea juzgado, es una arbitrariedad; es, simplemente, incumplir con la Constitución, las leyes pertinentes y convenios y acuerdos internacionales de los que Bolivia es signataria y ha comprometido la fe del Estado para su fiel y estricto cumplimiento.

Es urgente que el caso afirmado de la ex autoridad de Pando y otros que hasta ahora han merecido el mismo trato injusto y arbitrario, sea revisado, honesta y responsablemente, y encausarlo en los caminos de la Constitución y las leyes. Mantener una situación injusta y atrabiliaria no es otra cosa que dictadura y un ensañamiento inhumano que es reprochable en todos sus alcances.

El Gobierno, con el mejor de los criterios y seguramente con la mejor intención, ha declarado, muchas veces, su propósito de cumplir con los mandatos de la Constitución y las leyes, corresponde, pues, que empiece a enmendar sus errores y actúe dentro de sus buenos propósitos evitando que continúen situaciones anómalas que, más temprano que tarde, le harán mucho daño porque los criterios de la colectividad son claros al respecto y lo que se juzgue en el tiempo será mucho más condenatorio. Hay situaciones que no deben subsistir en el país, por lo negativos e inconvenientes y es el Gobierno que, mediante los organismos que corresponda, debe remediarlos.

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El Mundo: Autonomía ya

Desde que se inició la lucha por la autonomía, existía en los dirigentes cruceños la certeza de que se trataba de un proceso que podía durar mucho tiempo; en realidad, las cosas podrían remontarse al movimiento igualitario de Andrés Ibáñez que buscaba la creación de un Estado federalista. Al terminar el siglo XIX, las ideas federalistas fueron reactivadas por los liberales que las utilizaron como una bandera de lucha, para oponerse, desde La Paz, al centralismo que en esa época ejercía desde la capital de la república, el control total del Estado.

Recordemos que una vez en el poder, los liberales abandonaron la idea del federalismo y la reemplazaron por un cambio de la sede de Gobierno que se mantiene hasta ahora y que no hizo otra cosa que cambiar de lugar el centralismo, salvo algunas reivindicaciones.

La lucha por el federalismo se reanuda muchos años después, desde Santa Cruz, por la postergación permanente que había recibido la región de parte del Gobierno central y que no cambiaba a pesar de importantes movimientos políticos.

Tal vez la situación tenga su origen en la oposición al nacionalismo revolucionario que sin embargo, dio un importante impulso a la región, con la construcción de la carretera Santa Cruz – Cochabamba y la creación de la Corporación Boliviana de Fomento que dio lugar a la creación de importantes empresas en el país, aunque con el defecto de ser administradas por los gobernantes, de cuya honestidad dejaron grandes dudas.

La lucha por las regalías no sólo permitió retomar las banderas del federalismo, sino que en varias oportunidades se habló inclusive de independencia, tema con el que en muchos casos los gobernantes tratan de profundizar distancias antes que atender las necesidades de la región.

El retorno a la democracia sirvió como otro incentivo para retomar las banderas del federalismo y en algún momento, se habló de un movimiento monarquista que a pesar de no haber tenido casi ninguna resonancia, vale la pena recordar como un hecho anecdótico.

Durante este proceso, precisamente por la permanente desatención del Gobierno central se habló sobre la posibilidad de un sistema autonómico que permita a las regiones administrarse al margen del egoísmo centralista, auque con un contenido importante de solidaridad con los distritos del país que tengan necesidades.

Sería absurdo no aceptar que la corriente autonomista fue cobrando fuerza con una rapidez especial y que se manifestó en dos importantes cabildos, en la recolección de firmas y en el referéndum que consiguió consolidarla; sin embargo, ese era el punto de vista regional, secundado por otros distritos del país, pero que no alcanzaba un consenso nacional, tal vez por algunos errores que podrán ser mencionados en alguna otra oportunidad.

Lo importante hoy es reconocer que el Gobierno del MAS, con todo el poder que ha adquirido, ha levantado la bandera e la autonomía como algo propio, por el valor que tiene para muchos ciudadanos, pero para implantarla a su manera; sin embargo, hay cosas que es importante reconocer y capitalizar.

La Constitución Política del Estado la reconocer por primera vez, aunque con algunas variantes respecto de la propuesta cruceña, hoy hay un ministrito de Estado encargado de estudiar y profundizar la implantación del sistema. Sería absurdo rechazar ese proyecto ya que es un importante paso, hoy la autonomía esta reconocida por la Constitución y por el Gobierno; sin embrago, es importante también recordar que es un proceso que tal vez todavía esté en pañales y que quede todavía mucho camino por recorrer.

Lo importante hoy es aprovechar los resquicios que se han abierto y no cerrarse las puertas.

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Opinión: El mercado un auténtico acontecimiento humano

Acerca del mercado, hay diferentes concepciones, los estatistas creen que es un aparato perverso que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, los seguidores de Adam Smith, pretendiendo un conocimiento más allá de lo real, proclaman la presencia de la mano invisible como la rectora de la economía. La verdad es que el mercado es la gente. Todos nosotros, cada día, salimos de nuestras casas con el propósito de comprar o vender algo. Los trabajadores de diferentes especialidades venden su fuerza de trabajo, los comerciantes sus mercaderías, los artistas sus creaciones estéticas, todos estamos en la dinámica de dar o de recibir a través de un precio determinado y en la lógica de reglas que cambian de acuerdo con la evolución de la humanidad. En síntesis, el mercado no es un monstruo, tampoco un ámbito en el que algo invisible impone sus designios, es la gente, somos todos nosotros. En consecuencia, siendo humano, el mercado tiene inteligencia y obviamente moral.

Los que venden, pretenden los rendimientos más altos y los que compran se orientan por la calidad pero, también por el precio. Y como en ambas posibilidades está el ser humano con sus necesidades, con su inteligencia y con su moral, se supone que todos actúan tomando en cuenta a sus semejantes. Obviamente, estamos hablando de algo que se mueve en el marco de la cultura, en un acontecimiento social, en el que no es posible que alguien, individualmente considerado, actúe conforme a sus pretensiones egoístas, exclusivas y excluyentes. Aquí podemos comenzar planteando una primera conclusión: el mercado es un acontecimiento colectivo en el que la dinámica de las individualidades, de hecho, establece un equilibrio, una armonía. Ese momento equilibrado puede romperse por la presencia de fuerzas artificiales generadas en la proyección deforme e irracional de algunas fallas humanas.

La armonía y el equilibrio del mercado dependen de otros antecedentes, por ejemplo, la educación de la gente, los principios y valores que profesa. En países, culturalmente avanzados, difícilmente se dan manifestaciones egoístas que en función de mayores ganancias o mayor poder, sacrifiquen a los demás. Precisamente, en la proyección maravillosa del conocimiento, descubren y aceptan que su bienestar deriva del bienestar de los demás. El triunfo económico y social de las empresas, casi siempre, está ligado al avance, más o menos equilibrado, del conjunto. Es muy raro encontrar unidades productivas, tecnológicamente admirables o económica y financieramente eficientes, en países pobres y atrasados, donde el nivel de la mayoría, define el nivel del conjunto. Es buena oportunidad para decir que la situación de Bolivia está determinada por el grado de evolución de la mayoría que durante la Colonia y después, ya en la República, hasta 1952, fue marginada, humillada, postergada. En cualquier lugar, las características de la mayoría, definen la imagen del conjunto. Nuestro país, ahora mismo, no es ni más ni menos, que las personas predominantes en el campo y en las ciudades.

Por otra parte, es necesario que la inteligencia, implícita en la dimensión colectiva del mercado, articule equilibradamente los otros componentes de la sociedad, por ejemplo, las estructuras educativas. El conocimiento, hoy y siempre, ha sido y es fundamental. El trabajo como factor productivo determinante, tiene que ser cada vez más calificado. Por otra parte, es urgente articular, la banca con el sistema transformador. El dinero debe ir, preponderantemente, a las fábricas, a la agricultura y obviamente a la escuela y a las universidades. El manejo de la moneda y de los tributos, es algo que debe responder a esta concepción del mercado y de su función en la economía. Cuando hablamos de la función del mercado en la economía, lo que queremos significar es la importancia de la interacción entre la oferta y la demanda en la perspectiva de la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas. Muchos filósofos sostienen que la libertad, es la capacidad de conocer las necesidades y la inteligencia necesaria, para satisfacerlas, sobre la base del esfuerzo propio, socializado con el esfuerzo de los demás.

Algo invalorable y consiguientemente insustituible, es que sólo en el mercado se descubre la capacidad productiva de la gente y al mismo tiempo sus necesidades. Las personas se mueven en la proyección de sus propias potencialidades y tendencias realizadoras, cada una logra niveles más avanzados, precisamente en la lógica de la interacción colectiva. Pero también, sólo en el mercado libre, se descubren las necesidades, es decir, el fin respecto del cual debe orientarse el proceso productivo. Es una ley, la relación determinante de la demanda, respecto de la oferta.

Allá donde el Estado impuso su presencia dominante fundada en la fuerza y consiguientemente en la violencia, se anularon las potencialidades creadoras de la gente y sus necesidades fueron restringidas al ámbito represivo de los gustos o de las ocurrencias de los mandones de turno. Uno de los factores determinantes de la caída azarosa e inexplicable, de la Unión Soviética, fue la represión del mercado, es decir, la obligación violenta de producir y consumir lo que a partir de la cultura de la burocracia del partido comunista era correcto y benéfico. Semejante imposición, como no podía ser de otro modo, impidió que la URSS accediera a los avances medios de la ciencia y de la tecnología. El paraíso socialista, no pudo ofrecer a su gente, productos que en el resto del mundo estaban ya admirablemente generalizados. Nunca, las deformaciones arbitrarias, triunfan sobre el desarrollo económico. Lo contrario, es más frecuente. Aquí en Bolivia, los precios políticos y las imposiciones sectarias que se dieron en un proceso desorganizado e irracional, durante la UDP, generaron el mayor debilitamiento de la economía y una de las inflaciones más destructivas que se dio en nuestra América. Es de advertir, que en esos procesos regresivos, los que sufren más, los que pagan los precios más altos, son los pobres, los débiles, los marginados. Paradójicamente, los que están en el poder y los ricos, aun en esas circunstancias, logran sus objetivos egoístas.

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Clarín, Argentina: Avances hacia una recuperación del INDEC

En estos días, se han dado pasos adelante en lo que puede resultar una recuperación de la credibilidad del INDEC y de las estadísticas oficiales. Alcanzar este objetivo es fundamental porque la desconfianza en las estadísticas públicas no sólo dificulta el cálculo económico en numerosas dimensiones sino que afecta la confiabilidad de la economía ante inversores y organismos internacionales. Terminar con la intervención del organismo implicaría también, desandar una importante distorsión en el funcionamiento de las instituciones.

Por una parte, la Comisión de Población y Desarrollo Humano del Senado aprobó un proyecto que emplaza al Gobierno a normalizar el INDEC en 150 días, establece un nuevo procedimiento de elección de autoridades para evitar su dependencia del Ejecutivo de turno y crea una Comisión Bicameral para el control del sistema estadístico, entre otras disposiciones. Por otra parte, la Universidad de Buenos Aires (UBA) concluyó su informe sobre el funcionamiento del INDEC en el que señala inconsistencias e ilegitimidad en la confección del Indice de Precios al Consumidor y cuestionamientos a la preparación del futuro Censo de Población.

El proyecto de la comisión senatorial deberá ser discutido en el Congreso y el informe de la UBA se integrará a la confección del informe del Consejo Académico de Estudio y Seguimiento, creado por el Gobierno para evaluar el funcionamiento del INDEC e integrado por cinco universidades nacionales. El organismo estadístico fue intervenido hace más de tres años por el Gobierno con el propósito de evitar que el indicador de precios al consumidor registrara plenamente la inflación que comenzaba a crecer. Desde ese momento hasta ahora se ha producido una creciente discrepancia entre el índice oficial y los elaborados por entidades privadas y organismos estadísticos de provincias no gobernadas por el oficialismo.

La alteración de los índices impide conocer con exactitud la evolución, no sólo de los precios, sino de una amplia serie de variables macroeconómicas que se ajustan utilizando ese indicador. También afecta la valuación de los activos e ingresos sujetos a imposición y dificulta la actualización de contratos que toman de referencia los precios, como sucede con los alquileres. Esto provoca incertidumbre en la evaluación de gran parte de la economía y afecta el cálculo económico en el ámbito privado y en el estatal.

La intervención del INDEC es, además, una manifestación importante de una forma de gobernar que no respeta el funcionamiento de las instituciones estatales y apela a la tergiversación en un intento de ocultar a la población una realidad incómoda como la inflación.

Por estos motivos, la política oficial respecto al INDEC se ha convertido un motivo de preocupación en el ámbito interno, como lo ponen de manifiesto los reiterados reclamos de regularización que provienen de sectores empresarios, políticos y académicos, en este caso incluyendo técnicos que integran el Consejo de universidades creado por el Gobierno.

La situación ha repercutido también en el exterior y en los organismos financieros internacionales, hasta el punto que el FMI informa sobre la economía argentina anteponiendo la salvedad de que las cifras provienen del INDEC, en una implícita manifestación de desconfianza sobre su credibilidad. Es de esperar, por lo tanto, que tanto la iniciativa de la comisión del Senado como las advertencias de los académicos contribuyan a rectificar esta costosa anomalía.

Con un proyecto de una Comisión del Senado y el trabajo del Consejo Académico de monitoreo del INDEC, se avanzó en lo que podría ser una recuperación del Organismo las estadísticas oficiales. La intervención del INDEC, hace más de tres años, minó la confiabilidad en indicadores clave como el Indice de Precios al Consumidor, lo cual afecta al cálculo económico y a la confiabilidad de la economía en el exterior.

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