Amor colla

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Índice de los Editoriales de Periódicos

  1. El Día: La nueva Ley de Aduanas

  2. Bajo el Penoco, El Día: Amor colla

  3. Los Tiempos: EL DESPOJO DE NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL

  4. El Deber: Lo bueno y lo malo del 6

  5. La Razón: Potosí

  6. Cambio: Histórica sesión de honor en Santa Cruz

  7. La Prensa: Los símbolos patrios

  8. El Diario: Escándalos que lastiman y desprestigian al país

  9. El Mundo: Fortalecidos

  10. Opinión: Bolivia entre el discurso del cambio y la práctica

  11. Clarín, Argentina: Inversión para crear empleo


El Día: La nueva Ley de Aduanas

En las últimas horas los medios de comunicación del país han dado cuenta de la aprobación en detalle de la nueva Ley de Aduanas en el seno de la Cámara de Diputados. La noticia adquiere trascendencia porque si bien la referida normativa legal ha pasado a la instancia final –el Senado- para su revisión, antes de enviarse al Ejecutivo para su promulgación, ha generado una reacción masiva y violenta en el sector de comerciantes gremialistas que se han lanzado a las calles para demostrar su rechazo a la normativa y en consecuencia ejercer medidas de presión para impedir su aplicación por parte del Gobierno.



Habrá que convenir que la lucha frontal contra el contrabando se ha convertido en una necesidad imperiosa para el país no sólo porque esta actividad ilícita significa una cuantiosa evasión de recursos que deberían ingresar al erario público, sino también porque entraña una injusta y desleal competencia con el comercio legalmente establecido. De manera adicional, conviene recordar también que el contrabando está mostrando una asociación cada vez más evidente con otras actividades delictivas y criminales como el narcotráfico. Quizás por estas razones los legisladores se han visto compelidos a aprobar una ley dura.

Sin embargo, todavía está por verse si el Estado es capaz de actuar con la rigurosidad que la nueva ley de aduanas aprobada en la Cámara Baja señala en cada uno de sus articulados. En los hechos esto significa que los grandes contrabandistas tendrán que someterse a una ley draconiana, al mejor estilo de la Ley 1008 contra el narcotráfico, mientras que el Estado  todavía no ha dado señales de contar con los recursos logísticos, económicos y humanos para encarar tremendo desafío. Por otra parte, será muy difícil para el Gobierno ignorar la situación de incertidumbre de los gremialistas que han vivido y viven del contrabando.

Justamente este sector social es el que se ha volcado a las calles en estado de desesperación porque ven en la medida contra el contrabando la pérdida segura de sus fuentes de ingresos monetarios. La angustia de los comerciantes resulta aún más comprensible ante la falta de perspectivas de nuevas fuentes seguras de empleo en el plazo inmediato. ¿Acaso existe seguridad acerca de la creación de empleos suficientes por parte del Estado? Quizás lo más sensato sea que el Gobierno encare esta situación con los propios supuestos afectados, buscando las salidas más viables, considerando se trata de proteger la producción nacional.

La nueva ley de aduanas modifica no sólo el Código Tributario -lo que crea otro escenario de conflictos- sino que señala el endurecimiento de las sanciones para quienes se dedican o protegen al contrabando. Las sanciones incluyen la privación de libertad hasta por 10 años y la incautación de bienes de los infractores, incluyendo a los funcionarios públicos que favorezcan las irregularidades. Si bien esta extrema dureza de la normativa legal parece estar dirigida a las grandes redes de contrabandistas mayores, resulta evidente que quienes sufrirán los efectos inmediatos serán los pequeños comerciantes, por lo que se hace preciso atender sus demandas sin perder de vista la ineludible protección a la industria nacional.

El Estado todavía no ha dado señales de contar con los recursos suficientes para encarar la eliminación del contrabando.

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Bajo el Penoco, El Día: Amor colla

Hace mucho tiempo que Álvaro García Linera ya no ejerce de traductor, suavizador y aclarador oficial de las palabras del presidente Morales. Parece que desde que se tiró contra los pollos en Tiquipaya, el vicepresidente ha optado porque el jefazo se explique y se complique solo. En este pequeño espacio vamos a hacer de comedidos para tratar de entender lo que quiso decir Evo Morales ayer cuando dijo que siente que ha terminado la confrontación en el país y que vienen tiempos de integración.  "Después de la pelea viene cariño, después del macanaku (llega) el mamaanaku”, ha dicho el mandatario, usando términos quechuas que también expresan lo que en las tierras bajas se conoce como “el amor colla”. “Porque mi quiere mi aporria”, suelen decir las birlochas, cuando las únicas muestras de pasión que obtiene del concubino son los porrazos. A lo mejor el presidente ya se ha dado cuenta que, de a poco, en Santa Cruz se van pegando algunas costumbres de las tierras altas. Él seguramente no piensa bajar el chicote. Lo que espera es que nadie se queje y de vez en cuando algunos digan en público que así les gusta.

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Los Tiempos: EL DESPOJO DE NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL

El tráfico de bienes culturales es uno de los negocios más grandes del mundo y Bolivia uno de los países más afectados

Una serie de notas periodísticas publicadas en este matutino durante los últimos días ha vuelto a dar actualidad a uno de esos muchos que de manera recurrente atraen la atención de los medios de comunicación, de la ciudadanía y de las autoridades, para luego ser nuevamente relegados al olvido. En este caso nos referimos a la manera misteriosa cómo continuamente desaparecen de los museos de nuestra ciudad valiosas piezas de incalculable valor artístico, cultural o natural sin causar más reacción que unas cuantas fingidas declaraciones de indignación, inútiles compromisos de investigación, y expresiones de sincera pero igualmente estéril preocupación de las pocas personas e instituciones a las que en verdad preocupa la sistemática destrucción de nuestro patrimonio cultural.

Que éste, como otros males que nos agobian, no sea afrontado con el rigor, perseverancia y voluntad que haría falta para resolverlo tiene dos posibles explicaciones. Una, la más sencilla, es común a todos nuestros problemas. Consiste en dejar que salgan a luz cíclicamente, hacer mucho alboroto a su alrededor y luego olvidarse de ellos hasta una próxima ocasión. El caso del agua, la basura, el transporte público, o el saqueo de nuestro patrimonio cultural son algunos de los muchísimos ejemplos.

La otra explicación tiene una dimensión mucho más compleja. Y aunque no sirva de consuelo, es bueno saber que ni nuestra ciudad ni nuestro país son los únicos que sufren por la creciente frecuencia y magnitud con que se producen casos de robo patrimonial. Lejos de ello, el robo de bienes culturales, lo que incluye obras de arte, antigüedades de la época colonial, piezas arqueológicas y paleontológicas, ha adquirido tal proporción en nuestro continente que, según recientes investigaciones sobre el tema, genera un movimiento económico multimillonario.

Una reciente investigación publicada en el diario argentino Clarín, por ejemplo, indica que "si bien no existen datos que permitan cuantificar la gravedad del problema que significa el tráfico ilícito de bienes culturales en la Argentina y en los países de la región de América Latina y el Caribe, se calcula que genera alrededor de 6 mil millones de dólares anualmente, lo que lo coloca en el tercer lugar del ranking mundial de mercados ilegales, sólo superado por el tráfico de drogas y el de armas".

En medio de tan enorme negocio, Bolivia sería uno de los países más afectados por ser uno de los principales proveedores del mercado negro cultural de cuadros, piezas de plata, esculturas y retablos de iglesias coloniales. Lo mismo ocurre en el caso de bienes paleontológicos, pues nuestro país es uno de los principales yacimientos mundiales de fósiles muy apreciados en el mundo entero.

No es difícil verificar esos datos, pues las huellas que dejan los traficantes son muchas. Se puede ver, por ejemplo, que a través de Internet se ofrece desde huevos de dinosaurio con embriones provenientes del parque de Toro Toro hasta incunables de la época colonial que antes estaban en los archivos municipales de nuestra ciudad.

Estamos pues, como se puede ver, ante un fenómeno que supera con mucho el aspecto insignificante que se le suele dar, por lo que es de esperar que en el futuro se lo aborde con la seriedad que merece.

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El Deber: Lo bueno y lo malo del 6

Evo Morales y los líderes cruceños han cerrado ayer la celebración del 6 de agosto con buen clima y alentadoras señales. Si el Presidente cumple su promesa de terminar definitivamente la confrontación y abre la esperada etapa de la integración, habrá un motivo concreto para festejar. No obstante, dudas quedan, ya que a veces la retórica política no ha sido acompañada con actos y resultados.

De todas maneras, hay que aguardar con cierta esperanza que el acercamiento de los que fueron hasta hace poco enemigos casi irreconciliables den los pasos para la prometida concertación. Esto es lo más importante que queda del último 6 de agosto. Es rescatable el mensaje que después de la pelea puede llegar el cariño y, por lo tanto, la coordinación que tanto se necesita para que el Gobierno nacional y el departamental puedan solucionar juntos las demandas de la gente.

Hay imágenes y gestos que corroboran esa distensión en la relación del Gobierno con la dirigencia cruceña, que ojalá se convierta en una gestión de unidad, pese a las grandes diferencias de visiones políticas. Se vio bien que el gobernador, el alcalde y algunos dirigentes de la institucionalidad cruceña participen en la mayoría de los actos oficiales por el 6 de agosto. También es importante que la población cruceña haya dado el marco de tranquilidad a la celebración. Excepto algunas manifestaciones de protesta, desarrolladas en el ámbito de lo que tolera la democracia y la ley, no hubo en Santa Cruz de la Sierra hechos que empañen la fiesta patria. Los cruceños mostraron al país su apertura total y confirmaron su madurez democrática.

Lo que no se vio bien fue la ausencia del Gobierno en el desfile cívico-militar de la plaza 24 de Septiembre, justificada por un acto relacionado con el proyecto Mutún. Se esperaba que el Presidente esté con la gente, pero su ausencia fue interpretada por algunas autoridades locales y por algunos ciudadanos como un nuevo desaire a Santa Cruz. No está del todo claro el motivo de la inasistencia, pero queda la sensación de que fue más que un simple cruce de agendas. En realidad, si antes del 6 la decisión del Gobierno fue participar con todos los cruceños en la celebración, al menos se debió garantizar la presencia del mandatario o de sus más inmediatos colaboradores en el acto central de la plaza 24 de Septiembre. Son las señales que generan siempre la duda sobre la autenticidad del pedido de concertación y el temor de que el discurso sea simplemente oportunista y demagógico.

Pero los aparentes avances conseguidos en la relación del Gobierno nacional con las autoridades de Santa Cruz contrastan con el retroceso en otros escenarios. En ese sentido, hacía tiempo que un 6 de agosto no se de-sarrollaba en medio de las secuelas de un conflicto tan grave como el de Potosí y Oruro. La lamentable incapacidad gubernamental para promover una solución o, al menos, el inicio del diálogo, confirmaron en esta histórica fecha que la unidad de la patria sigue en riesgo. También es desalentadora la reactivación de otras tensiones regionales, como sucedió con Sucre por el cambio de la sede de los festejos. De todas formas, esta vez es mejor quedarse más con lo bueno de la fecha.

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La Razón: Potosí

Quién puede negarle a Potosí todos sus méritos históricos, que sirvieron para sentar las bases económicas, políticas y sociales de la Bolivia de hoy. Cuando este departamento reclama un trato justo, inevitablemente aflora el sentimiento de solidaridad con los hijos de quienes trabajaron duro en la extracción de la plata para sostener no sólo la vida de los habitantes de estas tierras, sino también la de los países europeos.

La dificultad de abrir un espacio de diálogo, en un país como el nuestro, tan acostumbrado a las medidas de presión antes que a buscar el entendimiento de manera civilizada, ha vuelto a quedar en evidencia a lo largo del conflicto potosino, que involucró también al pueblo orureño. Que sirva este paro cívico para aprender de la experiencia y no repetir los errores.

Por la reivindicación de los recursos naturales, precisamente, giraron las demandas regionales, que han dejado al país de nuevo expuesto a la desunión entre hermanos bolivianos.

Las declaratorias de paro cívico, las huelgas de hambre, los estados de emergencia y de movilización permanente, en el marco de una constante: el ser aguerrido, el estar siempre en pie de lucha, contrastan con el sacrificio de grandes sectores de las poblaciones involucradas que, al enfrentarse a la realidad de la escasez de alimentos por el cierre de los mercados y la paralización total de los comercios, deben sobrevivir como pueden junto a sus hijos y adultos mayores.

Esas penurias no tendrían que pasar desapercibidas jamás entre los dirigentes de este tipo de movimientos de protesta. Tampoco se puede desvirtuar el valor de la vida señalando, como se le escuchó decir a un activista potosino, que “si tenemos que morir de hambre, tendremos que morir”.

Más allá de lo razonable de los pedidos, el encaprichamiento de que las autoridades nacionales llegasen sí o sí a Potosí para negociar se constituyó en una muestra de intransigencia e irresponsabilidad, considerando que el propio pueblo potosino estuvo padeciendo las consecuencias negativas de un paro de más de una semana.

En el otro frente destacó la paciencia demostrada por el Gobierno, bien representado por el ministro Romero. Sin embargo, también la actual administración gubernamental debe aprender de esta lección. Quedó claro que el problema excedió a la supuesta defensa del alcalde Joaquino, como se acusó desde el Ejecutivo. Llevar las demandas legítimas de un departamento a ese extremo sólo sirvió para caldear los ánimos y agudizó las medidas.

El Gobierno, a su vez, chocó con la  intransigencia de dirigentes que terminaron eclipsados por sus bases, con el conflicto lejos de sus manos.

Potosí, se diga lo que se diga, se excuse lo que se excuse, es una realidad lacerante que duele como bofetada de pobreza.

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Cambio: Histórica sesión de honor en Santa Cruz

Este 6 de agosto, día en el que se celebran los 185 años de la creación de la patria, sin duda quedará registrado con letras mayúsculas en las páginas de la historia de Bolivia, pues se trata de una muestra tangible de los avances y logros más significativos de la integración y la inclusión que han ganado los bolivianos. Como no había ocurrido nunca antes en más de un siglo de vida de la hija predilecta de Bolívar, su aniversario 185 se llevó a cabo en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, la capital oriental que se caracteriza por la hospitalidad, belleza y cariño de sus habitantes.

La sesión de honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional fue impecable. A la reflexión histórica y política del vicepresidente Álvaro García Linera le siguió un discurso claro y contundente del presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales Ayma, quien destacó los logros de la lucha del pueblo boliviano en la construcción del nuevo Estado y en la gestión gubernamental, así como el hecho de la incorporación de más sectores sociales al proceso de cambio. Morales señaló además -con precisión- los retos que debemos encarar todos juntos, superando cualquier interés de grupo. Es tiempo de trabajar, pues.

La mañana del viernes había amanecido apacible en Santa Cruz y con todo el protocolo debido se procedió a la iza de los símbolos patrios, luego cada una de las instituciones presentes depositó sendas ofrendas florales a los pies del monumento del libertador Simón Bolívar. Fue un acto muy emotivo.

La celebración del 185 aniversario patrio en la capital oriental pretendió ser opacada por pequeños sectores radicales de la oposición, que -como ya es una norma en su activismo conspirativo- hicieron de la presencia de la wiphala, que flameó pese a quien le pese en las calles de Santa Cruz, una cuestión de vida o muerte en defensa dizque de la bandera local. La miopía y la irracionalidad de estos sectores de derecha no prosperaron y, por el contrario, primó la visión de la patria, lo histórico y trascendental que significó festejar a Bolivia en tierra de los guerreros indígenas y Andrés Ibáñez.

La presencia multitudinaria de los sectores sociales, que desde distintos puntos siguieron los actos, mostró al mundo, de la mano del Presidente y del Vicepresidente de Bolivia, unidad e integración, pero sobre todo la consistencia de un aniversario 185 que -entre otras cosas- se celebra en un contexto altamente promisorio para el país, aunque no exento de conflictos y contradicciones, propios de los procesos sociales y políticos. Un proceso revolucionario lo es en tanto precisamente genere sucesos complejos y turbulencias que resultan, en lo inmediato, lecciones políticas altamente útiles para avanzar en la gran marcha liberadora del cambio.

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La Prensa: Los símbolos patrios

Quizás sea conveniente que los legisladores nacionales mediten sobre los efectos conflictivos que produce la confusión del uso de dos banderas.

Bolivia transcurrió el 185º aniversario de su creación en medio de una polémica que no muestra señales de encontrar un acuerdo a raíz de la confusión creada por la nueva Constitución Política del Estado sobre los símbolos patrios, e incluso sobre el nombre de la República.

La celebración de este aniversario patrio se recordará por esta confusión, sobre todo la referida a la bandera nacional, que ahora tiene un símbolo que aunque no la sustituye, se propone rivalizar con ella.

El resultado de esta situación ha sido que en la celebración oficial del aniversario de Bolivia, que el Gobierno Nacional decidió se realizara en Santa Cruz, tuviera que haberse recurrido a una negociación sobre el uso oficial de la bandera whipala.

No existe otro país en el mundo que tenga dos banderas nacionales.

Las banderas han sido creadas para simbolizar la unidad y no la división. El caso más gráfico de ello es la bandera británica, que resulta de la superposición de tres banderas: la inglesa, la escocesa y la irlandesa, que dan forma y color a su enseña patria.

La tricolor boliviana tiene un significado similar, de suma y unidad, como lo enseñan los maestros en las escuelas de todo el país: el rojo es el homenaje a la sangre derramada por los héroes nacionales, el amarillo simboliza la riqueza mineral del altiplano y el verde la riqueza vegetal de las tierras bajas.

El argumento de quienes propusieron la whipala, y consiguieron incluirla en la nueva Constitución, es que se trata de un símbolo de los pueblos aymaras que ocuparon nuestro territorio, aunque no existe una demostración científica de que ello fuera cierto. En junio pasado, los deudos de los policías asesinados en Uncía repudiaron y quemaron esa bandera en la ciudad de Oruro porque alguna autoridad quiso usarla para cubrir los ataúdes.

Es decir que la imposición de ese nuevo símbolo patrio no es algo que hubiera sido consensuado por todos los bolivianos, ni siquiera en las regiones del occidente. Y, suponiendo que sí sea el símbolo de los bolivianos del occidente, no se toma en cuenta a las otras etnias cuyo origen está en otras regiones del país.

Por todo ello, quizás sea conveniente que los legisladores nacionales mediten sobre estos efectos conflictivos que produce la confusión de las banderas. Si la idea era dividir al país, confrontar a los bolivianos, lo han logrado. Habría que sospechar que si ésa no fue la idea, fue el resultado de un error que habría que corregir antes de que siga debilitando la unidad nacional.

El Parlamento tiene la autoridad suficiente para corregir ese error.

Respecto del nombre del país, la confusión es menor. Un país rodeado de cinco repúblicas ha decidido no llamarse república. Si Brasil tuviera que cambiar su nombre porque tiene 300 pueblos originarios, sería una confusión mayor.

Cuando se está en el mes de agosto y se debe conmemorar la Fundación de nuestra Bolivia, quizás convenga meditar sobre los factores de unidad y privilegiarlos, postergando los factores que provocan la división. Sería un homenaje a un país que necesita motivos para seguir adelante, como lo están haciendo todos los vecinos.

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El Diario: Escándalos que lastiman y desprestigian al país

Los hechos ocurridos en los últimos días son preocupantes para toda la colectividad nacional, escándalos de magnitud: contrabando, narcotráfico, crímenes de la justicia comunitaria, división en el partido de gobierno, declaraciones impertinentes y otros hechos negativos lastiman a la comunidad y desprestigian al país, impiden que la confianza retorne y las preocupaciones se agigantan porque parece que el mismo Gobierno no sabe qué rumbos tomar ni qué actitudes adoptar contra quienes son autores de lo que daña a la conciencia nacional.

La división en el MAS conlleva serias situaciones y se llega al extremo de pugnas y peleas entre un Ministro y un Viceministro renunciante que, con actitudes contradictorias, acusan y defienden a quien habría sido adicto y leal colaborador del Gobierno. Por otro lado, se conforman grupos de disidentes del MAS -la mayoría fundadores- y el jefe de esta agrupación política y Presidente del país, muestra mutismo e indiferencia.

El contrabando se agiganta y no hay visos de que los casos descubiertos merezcan alguna investigación o explicación alguna, como el de los 33 camiones que, vía Cobija, habrían pasado al Brasil con gran cantidad de mercadería; ni qué decir sobre los hechos denunciados por el COA y otras fuerzas aduaneras encargadas de reprimir este delito. Como se presentan los hechos, parecería que hay condescendencia con lo ocurrido o, simplemente, aplicación de las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” porque “así convendría a algún sector del gobierno o de su partido, el MAS”.

Por otra parte, el narcotráfico asume posiciones alarmantes porque ya no hay que esperar que la producción de grandes cantidades de cocaína sea en el Chapare, Yapacaní, Ibirgarzama o los Yungas, porque son las ciudades del país, empezando por El Alto, donde se descubre fábricas e instalaciones productoras de droga y hasta el hecho de haber convertido al país en “puente” de la producción peruana. Como se presentan los hechos, no hay labor de interdicción que frene esta actividad ilícita que, en cuanto aumentan las zonas de cultivo de coca, se muestra perspectivas para muchas instalaciones que fabriquen la pasta base hasta su cristalización como cocaína.

La corrupción es otro de los males que no parece tener freno, no obstante las múltiples declaraciones gubernamentales sobre la “urgencia de aplicar políticas anticorrupción”, pero que en la práctica no arrojan resultado alguno. El régimen, desde su inicio en 2006, sostuvo la premisa de combatir al contrabando, la corrupción y el narcotráfico; lamentablemente, no se cumplió en lo más mínimo y, por el contrario, son delitos que han crecido irremediable e imparablemente.

Hay que lamentar otro hecho que lastima a todo el país por el descrédito que alcanza el Gobierno debido a las declaraciones impertinentes, la costumbre de decir lo que no se debe, la manía de acusar a quien se cree contrario o enemigo; la costumbre fanática de atacar permanentemente a los Estados Unidos y hasta el hecho de buscar intromisión en asuntos de otros estados violando normas internacionales.

Los escándalos y la vida en permanente zozobra para todos los bolivianos, no corresponden; al contrario, el Gobierno debería hacer todo para evitar esos momentos angustiosos que desesperan y preocupan a la comunidad nacional y dejan al país en una especie de “cuerda floja”, donde las posibilidades de confianza quedan en permanente suspenso porque nadie sabe a qué atenerse y qué esperar de políticas erráticas que nada positivo vislumbran.

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El Mundo: Fortalecidos

La celebración del día de la patria ha servido para renovar los propósitos de trabajo a su servicio, compromiso que ha sido renovado especialmente por aquellas personas que al tener posiciones de mando, han asumido el compromiso de servirla y cumplir y hacer cumplir las normas establecidas y que tienen como base fundamental la Constitución Política del Estado.

De una u otra manera, en todos los confines de la patria, se ha evocado a los próceres de la independencia, a los patriotas que soñaron con una nación poderosa, por la riqueza que encierra su territorio y por el compromiso que alcanzaban sus miembros, para trabajar dentro de un marco de amplia libertad.

Hoy 185 años después, el sueño se mantiene; sin embargo, hay un halo de beligerancia y tensión que hace que esta celebración alcance ribetes especiales, pero a pesar de las diferencias que puedan advertirse, el común denominador del bienestar para los días venideros se ve con optimismo.

La celebración del aniversario patrio nos encuentra con un departamento de Potosí movilizado en demanda de sus aspiraciones y con el deseo de autogobernarse, para buscar su crecimiento al margen de las limitaciones que impone un gobierno centralista y autoritario.

Este hito en la vida nacional ha servido también para que las autoridades de gobierno, cuestionadas por diferentes sectores, hubieran decidido realizar la celebración en una ciudad considerada como el centro de la oposición, por liderar un movimiento autonomista por las características especiales que representa ha sido digno de adaptarse como un movimiento a nivel nacional a pesar de que no siempre es concebido de la misma manera.

Como era de esperar, los actos centrales de la celebración han sido caracterizados por un discurso conciliador; lamentablemente esos mensajes los hemos escuchado ya en diferentes oportunidades y que después de despertar el optimismo de quienes buscan un cambio de actitud, con miras a un trabajo armónico y conjunto, por el bien de toda la comunidad, terminan siendo defraudados.

Queda la duda en que el discurso pueda transformarse con el transcurrir de los días, como ha sucedido ya en alguna oportunidad y dejar de lado todas las buenas intenciones, con que se ha controlado la situación en determinado momento, para volver a actuar en forma caprichosa y autoritaria.

Lamentablemente, el ambiente de tensión que ha nacido en el país por las demandas de Potosí, ha llevado a la expresión de situaciones extremas, ante la resistencia de las autoridades a escuchar las demandas, incluyendo aquellos parlamentarios que decidieron ingresar en una huelga de hambre en la sede de gobierno, mientras sus compañeros asambleísta se encontraban concentrados en los actos de celebración.

Es de esperar que estos actos, realizados alrededor de la enseña tricolor, puedan conseguir la armonía para continuar la vida de una nación que más que demostraciones de fuerza, necesita del trabajo para conseguir el desarrollo, no sólo de conjunto sino también de manera individual.

Ojala que esta celebración permita un reencuentro de los bolivianos y que todos los buenos deseos, expresados en los discursos de celebración, se conviertan en programas de trabajo que puedan impulsar en crecimiento de una nación que por sus características de atraso y pobreza, necesita la duplicación de esfuerzos, en busca de alcanzar metas comunes que hasta hoy fueron postergadas por situaciones que deberían alejarse definitivamente del quehacer nacional.

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Opinión: Bolivia entre el discurso del cambio y la práctica

Este 6 de agosto es significativo no sólo porque Bolivia cumple un aniversario más de la fundación de la República, sino también porque lo hace en el marco de condiciones políticas especiales que están caracterizadas por el discurso reiterado del cambio, que propone el esquema gubernamental encabezado por el presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales.

Este 6 de agosto tiene elementos que diferencian a otros anteriores, porque es un aniversario donde se aplican normas constitucionales y la vigencia de nuevos símbolos patrios como la wiphala, que representa a los pueblos indígenas y que será enarbolada por primera vez en Santa Cruz, departamento escogido por el Gobierno como sede de la sesión legislativa nacional, y que otros años tenía como tradición y desde el mismo número de años que cumple la República, en la ciudad de Sucre.

El mensaje que posiblemente pretende lanzar el Gobierno denominado del cambio, es que la República ha fenecido desde el momento en que la Constitución Política del Estado establece el Estado Plurinacional, pero además una especie de presencia del Estado en un departamento considerado hasta ahora como uno de los más fuertes opositores al régimen de Evo Morales.

La presencia de militares en la parada militar en Pando, tampoco es casual en una región que tiene el recuerdo inmediato de ser otra opositora y que fue ganada a sangre y fuego en una acción militar, luego de lo que se conoció como la masacre de El Porvenir y cuyo resultado fue, entre otros, la destitución del ex prefecto Leopoldo Fernández que hoy guarda prisión en La Paz sin tener sentencia.

Tantos hechos políticos, sociales, económicos y policiacos rodean los actos de conmemoración de la fecha patria y que, ciertamente, nadie podría dejar de reconocer que lo que menos tiene el Gobierno es la inactividad y, por el contrario, se luce con acciones que tienden a desarrollar cambios para renovar toda la estructura de lo que considera la antigua República, con todas las cargas políticas e ideológicas que buscan desconocer lo que se ha logrado hasta el presente en avances democráticos, institucionales, en la creación de estructuras económicas y sociales que se han consolidado precisamente en los años republicanos, aunque claro está, con errores y deformaciones, pero que nadie puede desconocer significaron pasos importantes para el surgimiento de sectores campesinos e indígenas que hoy son incluidos con mayor fuerza en la vida nacional, pero con dudas sobre su verdadera participación en las decisiones gubernamentales, es decir, en el poder real que confiere la administración del aparato administrativo y político gubernamental.

Este 6 de agosto encuentra a un país con avances de inclusión social, pero al mismo tiempo con los problemas de los largos años de la República en que aún no se ha logrado una articulación social y por el contrario persisten  profundos resentimientos y divisiones entre sectores de la población, que tienden a agravarse debido a la conformación de autonomías en el país y a controversias de límites y recursos naturales.

Una de las propuestas centrales del discurso del cambio del Estado Plurinacional es llevar adelante una revolución democrática y moral. En el balance de lo que se ha logrado hasta el momento pocos apuntarían resultados positivos. Los hechos en la conducta de una alta autoridad espiritual aymara involucrada en una red de narcotraficantes colombianos, de autoridades nacionales que protagonizan accidentes en estado de ebriedad, en los abusos de poder, en la corrupción en determinados niveles de la administración pública, en la Policía y en general en una especie de descontrol social que agobia a la colectividad por la inseguridad, dejan poco margen para anotar avances.

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Clarín, Argentina: Inversión para crear empleo

La recuperación de la actividad económica se está reflejando en la baja de la desocupación, pero la baja creación de puestos de trabajo en relación a la actividad, refleja, a su vez, la incertidumbre que persiste sobre la evolución de la economía.

Según los anticipos del INDEC, en el segundo trimestre del año la tasa de desempleo se redujo al 7,9%, acercándose al 7,3% existente antes de la crisis iniciada en 2008. Parte de esta mejora se explica por un aumento en los puestos de trabajo, que se habría producido principalmente en los servicios.

En la industria la situación es muy diferente ya que, mientras en el primer semestre del años la actividad creció a una tasa anual del 10%, los puestos de trabajo aumentaron sólo un 0,5%.

Esto se debe a que el sector está aumentando el número de horas trabajadas por cada empleado, pero también a que la incertidumbre existente sobre el futuro de la demanda, desalienta las inversiones indispensables para crear más empleos. En este sentido operan tanto factores externos, como la incertidumbre sobre el futuro de la demanda externa, como las que surgen de la política económica doméstica y, en particular sobre problemas como la inflación, las restricciones energéticas o la escasez de financiamiento de largo plazo.

La recuperación del empleo y el sostenimiento de un crecimiento no inflacionario requieren, por lo tanto políticas para promover la inversión en la producción y en la generación de energía.

El desempleo bajó, pero la creación de puestos de trabajo es reducida por la baja inversión, desalentada por la incertidumbre sobre la economía internacional y la local.

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