Descolonizar la descolonización

Rubén Vargas

VARGAS El jueves pasado, el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, en el marco del Primer Encuentro Nacional del Proceso de Descolonización, hizo un anuncio que podría cambiar la vida de las nuevas generaciones: el libro Las venas abiertas de América Latina del escritor uruguayo Eduardo Galeano deberá ser leído en las escuelas y colegios del país. “A partir de 2011 —dijo la autoridad— el Ministerio de Educación establecerá que la obra de Galeano deberá ser necesariamente asumida como un libro base de lectura” (Cambio, 17 de septiembre). El viceministro Cárdenas justifica esa decisión porque, según él, el libro de Galeano “permite tener otra visión, ya que ‘desestructura’ la historia colonial de la región”.

Si uno de los objetivos de la descolonización es “desestructurar la historia colonial”, como afirma la autoridad, la historiografía boliviana ofrece un material extraordinariamente rico, riguroso y diverso a partir del cual se puede elaborar textos de lectura para los estudiantes.



Por ejemplo, las obras de María Eugenia del Valle y de Sinclair Thompson, distantes y distintas entre sí, pueden dar una visión finalmente complementaria de la rebelión de Túpac Katari, uno de los íconos, precisamente, de la “otra historia”. Un poco más adelante, para acercarse a la guerra de la Independencia “desde abajo” existe un testimonio sin igual en todo el continente: el diario del guerrillero Santos Vargas, dignamente estudiado por Gunnar Mendoza hace más de medio siglo y, más recientemente, por Danielle Marie Demelas. En el siglo XX, un hecho constitutivo fundamental es la guerra del Chaco: Masamaclay de Roberto Querejazu Calvo ofrece una visión general del conflicto y La participación popular en la Guerra del Chaco de René Arze Aguirre se acerca al protagonismo indígena no sólo en el frente de batalla externo sino también en el frente interno: la resistencia indígena a la embestida de los hacendados de la época a las tierras de comunidad. Las luchas indígenas y campesinas contemporáneas están retratadas en Oprimidos pero no vencidos de Silvia Rivera Cusicanqui, en Líderes indígenas aymaras de Roberto Choque Canqui, en los trabajos del Taller de Historia Oral Andina sobre Santos Marca T’ula y los caciques apoderados o en la biografía de Eduardo Leandro Nina Quispi y su lucha por la “renovación de Bolivia” elaborada por Esteban Ticona Alejo. Y también, por supuesto, en las memorias de Luciano Tapia, infatigable luchador por el poder indígena. El testimonio de Tapia es conmovedor, por su fuerza, por su autenticidad, por su digna escritura. Luciano Tapia falleció el 10 de julio de este año. Ninguna autoridad del primer gobierno indígena de Bolivia dijo una sola palabra sobre él.

Bueno, la lista podría continuar largamente. El asunto es el siguiente: teniendo todo este bagaje de investigaciones que permiten “desestructurar” seriamente la historia y, como ya se apuntó, que pueden servir para elaborar textos de lectura adecuados para los estudiantes, resulta que el libro “base” de lectura para la descolonización de los jóvenes bolivianos será Las venas abiertas de América Latina. Es decir, un best seller de izquierda, quizás bienintencionado pero fatalmente superficial; lleno de clichés y desactualizado (fue escrito hace más de 40 años); pero eso sí, muy pero muy antiimperialista. Y facilito de leer.

La Razón – La Paz