Se olvida del funeral de su “madre”

Desde Irán, el presidente Evo Morales, envió palabras muy sentidas lamentando el fallecimiento de la periodista, luchadora por la democracia y presidenta del Senado, Ana María Romero indicando que la consideraba como su madre y que escuchaba todos sus consejos. Algo debe haber ocurrido porque Evo no acudió al funeral de quien horas atrás describía como su madre y prefirió hacer la ruta, sin escalas, Teherán-Buenos Aires para acompañar a la doliente viuda Cristina de Kirchner que lloraba la muerte de su esposo Néstor.

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Fotos: Evo en Buenos Aires (izq); el funeral de Anamar en La Paz.



Hasta ahora no sabíamos que Evo consideraba a Néstor Kirchner como su padre. A su llegada a Buenos Aires afirmó que su fallecimiento lo dejaba huérfano. En consecuencia es posible que Evo se haya sentido en una atroz disyuntiva y le haya costado decidir si asistía a las exequias de su “padre” o su “madre”.

Sin embargo estamos seguros que su decisión final no estuvo motivada por el amor filial sino por la pura y vulgar búsqueda de un protagonismo que ya ha adquirido dimensiones patológicas.

Conociendo a Evo Morales y los montajes mediáticos que le preparan de manera permanente sus asesores de imagen, es evidente que entre sus consideraciones se contó que el asistir a las exequias de Anamar no le daría el protagonismo que tendría asistiendo a las pomposas honras de Kirchner. En el primer caso solo ganaría la atención de la prensa nacional pero él siempre quiere estar en el ojo de la tormenta y si de figuración se trata, nunca nada le es suficiente.

Es así que como hijo pródigo fue el primer mandatario en llegar a Buenos Aires y presentarse, desconsolado, lloroso y contrito, ante la prensa internacional. Los otros presidentes saben que deben guardar ciertas formas y no es cuestión de entrar así por así en la casa del difunto con el desconsuelo y el aspaviento de quien espera recibir una herencia de un pariente rico.

Evo muy bien pudo acomodar su “apretada agenda” (para eso dispone de un veloz y  lujoso avión) y asistir primero a los funerales de Anamar y luego trasladarse a la Argentina para servir de llorona por el fallecimiento de un hombre importante para la política regional pero quiso ser el primero en acudir a reconfortar a la inconsolable y glamorosa presidenta viuda.

Al evidente afán de figuración mostrado por Evo se suma lo que es un inaudito mal agradecimiento hacia quien dice que lo aconsejaba en todo momento con la ternura y la sapiencia de una madre.

No está demás recordar que Evo Morales utilizó a Ana María Romero, una persona respetable desde todo punto de vista a pesar de los deslices (políticos) que tuvo en la última etapa de su vida. A ella le debe los votos que le otorgó una miope clase media en la ciudad de La Paz, pero naturalmente eso difícilmente le puede generar algún agradecimiento. Al fin y al cabo ya conocemos su tendencia a deshacerse, sin el menor remordimiento de quienes ya no le dan rédito político o de quienes ya no puede disponer como “soldados” de su “revolución democrática y cultural”.