El método y el número de muertos es importante

Ismael Schabib*

schabib El tristemente célebre 12 de octubre del 2003, el “Domingo Negro”, en ocasión del derrocamiento del ex presidente Sánchez de Lozada, mediante un golpe de Estado, recordarán que en una de las interacciones en la ciudad del Alto, en Senkata, murieron aproximadamente 60 personas, bolivianos como nosotros, cuando una muchedumbre quiso asaltar las instalaciones donde había almacenado combustible para proveer a la ciudad de La Paz.

No pretendo defender causas perdidas, pero como bolivianos que somos, es importante que nos acerquemos a la verdad sobre acontecimientos que nos importan a todos, en la perspectiva que nos da el tiempo para analizar, sin pasión, esos acontecimientos, y para mirar el futuro con realismo y tener una idea más clara de lo que nos puede deparar el futuro como personas y a la democracia como sistema de gobierno.



En Senkata, aparentemente había un efectivo de aproximadamente 50 soldados del Ejército (algunas fuentes dicen que un poco más) al mando de algunos oficiales, dando seguridad a las instalaciones, provistos de armas de fuego, fusiles, con munición letal y de goma.

Los soldados eran jóvenes con edades que oscilaban entre los 17 y 18 años; frente a ellos había una turba enardecida de varios centenares, muchos en estado de ebriedad (algunos dicen que miles cuando les conviene) que les arrojaban piedras, antorchas y bombas molotov, y detrás de los soldados, unos tanques de combustible, garrafas de gas y otros inflamables.

El lugar estaba resguardado, por lo menos en uno de sus lados, por una valla construida de malla olímpica.

Según lo que se ventila, en momentos que la muchedumbre logró derribar la valla, los soldados abrieron fuego con los resultados que se conocen.

Antes de continuar, es necesario considerar para el análisis, hechos luctuosos ocurridos anteriormente como el de Sacaba, Departamento de Cochabamba, donde una fracción de la PM se hizo presente en un mercado de la coca provista con granadas de gas solamente, sin armamento letal, para apaciguar a una multitud de cocaleros que había tomado el mercado. La multitud estaba dirigida por el Sr. Evo Morales, nuestro actual Presidente y Presidente de las federaciones de cocaleros. El resultado fue que los PMs fueron agredidos y sobrepasados con un resultado de varios muertos, donde a un oficial, los manifestantes lo secuestraron, lo torturaron, lo mutilaron y lo quemaron vivo, causándole la muerte.

Algo parecido ocurrió posteriormente en la ciudad de Achacachi, Departamento de La Paz, donde en unos acontecimientos de la misma naturaleza, a un Oficial del Ejército que se encontraba herido en el hospital, como resultado de las interacciones, lo sacaron por la fuerza de la habitación donde estaba internado y lo asesinaron brutalmente los manifestantes liderizados por el Sr. Felipe Quispe, conocido como “Mallku”.

En esos acontecimientos también fueron muertos y heridos algunos jóvenes soldados.

Si volvemos a los acontecimientos de Senkata, del 12 de octubre del 2003, es fácil imaginar cuál era la situación de esos jóvenes conscriptos, que temían no solo ser quemados por el combustible sino muertos por la turba enardecida. Se encontraban entre dos espadas, no entre la espada y la pared.

No se debe dudar de que esos jóvenes han debido entrar en pánico cuando vieron que la valla fue derribada y que, como último recurso para defender la propia vida, han tenido usar sus armas, en legítima defensa, lamentablemente.

Hay que recordar que eran jóvenes con edades que oscilaban entre los 17 y 18 años.

Cabe preguntarse, ¿Quiénes agredían y quiénes defendían? ¿Quiénes se encontraban en total superioridad de condiciones?, ¿Qué motivaba a la multitud? Les puedo asegurar que los anarquistas estaban en completa superioridad, tanto material como moral, material porque eran varios centenares provistos de piedras, antorchas y bombas molotov, y moral porque se encontraban en el lugar por su propia voluntad, mientras que los soldados estaban cumpliendo órdenes, estaban aterrorizados en un sitio que no deseaban estar, lo mismo se puede decir de los oficiales.

En la multitud muchos estaban en estado de ebriedad y posiblemente los dirigentes habían sido pagados. Quisiera agregar que fui testigo en la ciudadela ferroviaria y frente a la cervecería en la avenida Montes, de gente que pagaba a los que lucían como dirigentes de los diferentes bloques de multitudes que bajaban a la ciudad de La Paz desde el Alto y otros lugares.

En la actualidad los que integraban el Alto Mando Militar, están en la ciudad de Sucre sometidos a un juicio por genocidio. Gente que, con toda seguridad, es mejor que quienes los juzgan y viven del show.

Ahora que nos encontramos en 2010, y que ha corrido bastante agua debajo de los puentes; ahora que tenemos una idea de lo ocurrido en Chuquisaca con varios muertos, en la Calancha, en Pando, en la localidad de Porvenir, donde murieron 13 personas, y que Leopoldo Fernández, el ex Prefecto, está siendo sometido a juicio por genocidio; ahora que tenemos una idea de lo ocurrido en el Hotel “las Américas”, donde fue asesinado el mercenario Rozsa y sus compañeros, acusados de terroristas sin haber cometido ningún acto de terrorismo comprobado como es el caso del Sr. Álvaro García Linera, nuestro Vicepresidente, ahora se puede inferir que para que el método funcione para llegar al poder y mantenerse en él, el socialismo bolivariano “chavista” del siglo XXI necesita muertos, son imprescindible. ¿Quiénes son los genocidas?

Estimados amigos, si el ex presidente Sánchez de Lozada, y el Alto Mando Militar de entonces, amparados por la ley, hubieran tenido pasta de genocidas, como algunos de los que actualmente nos gobiernan, en la ciudad del Alto y la ciudad de La Paz hubiesen muerto muchos sediciosos, quizá varios centenares, o algunos miles, el resultado sería que los golpistas estuvieran en prisión, y no gobernándonos, Sánchez de Lozada hubiera hecho historia como un exitoso defensor de la democracia y los militares serían considerados héroes por defender a un gobierno democrático en fiel cumplimiento del Art. 208 de la anterior Constitución Política del Estado.

*Vicealmirante (SP)