Gobierno abre la billetera para defender su ley antirracismo

Medios. En 40 días se emitieron 108.312 segundos de spots antirracismo. A un promedio estimado de $us 6 el segundo, se deduce un gasto de $us 649.872. Dinacom dice que es mucho menos

image Censores. Algunos medios prefirieron utilizar algunos filtros para evitar ser sorprendidos por denuncias antirracistas

Roberto Navia | El Deber



El Gobierno está utilizando su maquinaria mediática para hablar bien sobre la Ley contra el racismo y toda forma de discriminación que fue promulgada el pasado 8 de octubre por el presidente Evo Morales. Mediante la difusión de spots televisivos que muestran imágenes que van desde la figura de Adolfo Hitler hasta del locutor de radio Arturo Mendívil, los mensajes aseguran que esa norma no atenta contra la libertad de expresión y que más bien son algunos periodistas los que emiten discursos cargados de racismo. 

Para medir cuánto está gastando el Gobierno en esa cruzada mediática, la empresa Súper Control, por encargo de EL DEBER, realizó un conteo de la cantidad de pases y de segundos de esos spots encargados por la Dirección Nacional de Comunicación del Gobierno (Dinacom), que fueron difundidos por seis cadenas de televisión entre el 1 de octubre y el 9 de noviembre de este año, (ver infografía).

Como resultado se tiene el dato de que en esos 40 días se emitieron 3.283 pases, lo que significan 108.312 segundos. Para estimar cuánto dinero se gastó en todo ello se tomaron en cuenta los datos que manejan los departamentos comerciales de varios canales de televisión y los conocedores en difusión de propaganda televisiva. El resultado generalizado da cuenta de que el costo promedio por segundo de emisión es de $us 6, puesto que la franja de precios va por lo general desde los $us 1,5, hasta los $us 10 por segundo, dependiendo del canal, del horario en que se emite el spot y si se lo difunde en red nacional o sólo a escala local.

Si se considera el promedio de $us 6 por segundo, se estima que la propaganda por la Ley Antirracismo entre el 1 de octubre y el 9 de noviembre,  costó aproximadamente $us 649.872.

Cabe aclarar que también hay canales que no cobran por segundo de difusión, sino que realizan un contrato por cantidad de pases diarios y que el precio de los segundos puede subir o bajar de acuerdo a convenios existentes.

El director de Dinacom, Johnny Delgado, dijo que ellos tienen ‘tarifas planas’ con los canales de televisión y donde se aprovecha la difusión de spots de todos los programas del Gobierno.

Respecto de la Ley contra el racismo, afirmó que como institución pusieron al aire “entre cinco a seis”, videos vinculados a esta ley y que la campaña fue inferior a los 30 días; asimismo, señaló que el monto por la emisión de estos spots, “es muchísimo menos” que la cifra de un millón de dólares.

Admitió que ellos responden por los spots que llevan el sello de Dinacom, pero que hay otras instituciones que también realizan sus propios  videos y son responsables de su emisión. Delgado dijo no tener las cifras exactas del presupuesto que tiene esta entidad para la propaganda del Gobierno y que todo ese informe se publica a fin de año en una memoria que se saca a través de la Gaceta gubernamental.

En el Ministerio de Justicia, explicaron que más allá de los spots de televisión está la papelería impresa como trípticos, afiches, banners y también la ley que fue distribuida en forma de libro y que se entrega a los participantes en todos los encuentros; paralelamente a esta campaña están los seminarios y talleres que se organizan para la llamada socialización de la Ley.

Informaron de que la socialización es permanente y que en el caso de la ley contra el racismo, la campaña televisiva acabará cuando se realice el encuentro nacional en La Paz, pero deben seguir con otros encuentros donde harán conocer los alcances de la norma.

En algunos departamentos comerciales de canales de televisión confirmaron que cuando se trata de contratos anuales los costos de difusión se abaratan entre un 10% y 20%, pero también aclararon que el precio por segundo de emisión de spots se eleva cuando éstos son de corte político y no empresarial.

Para el gremio de periodistas, este uso del dinero público representa una desproporción de recursos entre el Gobierno y el periodismo, dos instituciones que se encuentran abiertamente confrontadas por los artículos 16 y 23 de la señalada ley. El Gobierno afirma que éstos no lastiman la libertad de expresión, mientras que los segundos sostienen que sí.

“El Gobierno está utilizando el dinero del pueblo, y las amenazas de procesos contra los periodistas no se hacen esperar. Aquí se ven las desventajas que tienen los del gremio de la prensa ante la máquina del poder”, dijo el director ejecutivo de la Asociación Nacional de la Prensa, Juan Javier Zeballos. Citó como ejemplo de una evidente desproporción el caso ocurrido recientemente en Potosí con el comunicador José Luis Apacani, conductor del programa El Variadito, que fue acusado por una concejala de emitir conceptos racistas en su espacio televisivo. Como consecuencia de esa denuncia, la dirección del canal optó por suspender el programa por una supuesta ‘reestructuración’.

Pero éste no es el único caso. El diario La Patria, de Oruro, también ha sido observado por algunos miembros del Concejo Municipal, quienes dijeron que se sienten mellados en su dignidad por haber sido llamados ‘concejiles’ en las páginas de dicho medio de comunicación.

La respuesta que ha dado el medio es que en Bolivia, según lo confirmó el abogado constitucionalista Iver Pereira, desde hace más de 100 años el término concejil se usa como sinónimo de concejal y por tanto no puede considerarse como una palabra peyorativa.

El periodista Ruy G. D’Alencar, de la revista CA$H, considera que si el Gobierno hubiese tenido la intención de encarar esta normativa para promover con franqueza el respeto a la diferencia y a la dignidad de las personas, entonces estaría obligado a abrirse a discutir cualquier aspecto de la ley contra el Racismo o cualquier otro planteamiento que se presente con la idea de defender la causa universal del respeto a los DDHH.

   El análisis de Max Tórrez, experto en medios    

– Para justificar la promulgación de la Ley contra el racismo y toda forma de discriminación el Gobierno lanzó una campaña intensiva de diferentes etapas con un objetivo solapado de ataque, pero dejando de lado el objetivo fundamental de explicar los conceptos de la misma.

– En la primera etapa, utilizando frases evidentemente racistas de dos periodistas (Melgar y Mendívil) el Gobierno arremetió con mensajes chocantes que trataron de justificar la citada ley. Lo paradójico está en el uso inescrupuloso de frases racistas que contravienen la ley antirracismo con un emisor que firma como Dinacom y los medios que hacen de difusores. Esto es difusión pública de ideas racistas y una apología al delito.

– En la tercera etapa, el Gobierno sacó un spot transcribiendo el Artículo 16 de la Ley Antirracista como respuesta a las movilizaciones de gremios periodísticos con el slogan de “Sin democracia no hay libertad de expresión” y una adhesión espontánea de más de 700.000 ciudadanos para una iniciativa legislativa ciudadana.

– En otra oleada de mensajes antirracistas se trata de mostrar la imagen de un gobierno abierto a distintos sectores e instituciones para la socialización y reglamentación, pero manteniendo sus mensajes chocantes y abiertamente racistas porque según las leyes de la propaganda política todo vale, incluso la construcción de un sofisma: “La Bolivia de hoy no discrimina”. En conclusión, en lugar de plantear una campaña educativa desarrolló su guerra propagandística contra periodistas y medios.

Los programas al vivo ya toman sus previsiones

La mesa está servida para que se desate una cacería de brujas contra los periodistas y medios de comunicación que incomoden al poder de Palacio Quemado. Ésa es la sensación que existe en gran parte del sector de la prensa del país.

Además, el mayor temor se ha posado sobre quienes transmiten programas en vivo y directo porque ante alguna declaración ‘riesgosa’ de algún entrevistado, todo el peso de la ley puede caer sobre el conductor de radio o de televisión. 

Las medidas de seguridad ya han sido planificadas por algunos medios. Marco Montero, jefe de prensa de la Red Uno de Bolivia, reveló que el periodista que esté encargado de una unidad móvil recordará al ciudadano que esté ‘excediéndose’ en sus declaraciones, que hay una ley vigente (la de antirracismo) que no le permite decir todo lo que piensa.

“Nosotros, que apostamos siempre por la libertad de expresión, ahora vemos que está limitada y además nos estamos convirtiendo en censores del pensamiento ciudadano, de la opinión pública, es algo incómodo. Esto es como si alguien hubiera sembrado minas en el terreno para que cuando alguien la pise, explote”. 

Bismarck Kreidler, reconocido periodista de radio y de televisión, ha llegado a la conclusión de que es peligroso hacer programas al vivo porque se pueden filtrar opiniones de mala fe, especialmente  cuando hay llamadas telefónicas al aire.  “La ley antirracismo puede prestarse a cualquier maniobra por parte del Gobierno para cerrar programas y éstos pueden ir desapareciendo gradualmente”, dijo Kreidler. Es un amante del análisis, pero ahora sabe que opinar sobre temas nacionales o sobre obras públicas resulta peligroso, porque puede haber gente interesada en perjudicar al programa, al periodista y al medio de comunicación.

José Pomacusi, director del programa No mentirás, que se emite de lunes a viernes por la red PAT a las 22:15, dijo que la primera decisión que tomó ha sido que los mensajes enviados por el soberano (los televidentes) ya no se los lee en el mismo bloque en el que envían durante el programa.

“Esperamos el corte publicitario para ver si alguno de ellos tiene el contenido de un insulto. Aquellos que pasan la prueba los difundimos”, dice Pomacusi y no oculta que ese ‘trabajito’ previo’ es censura, necesaria, eso sí, dada la actual coyuntura.

Pero eso no es todo. Pomacusi también ha visto la posibilidad de emitir No mentirás con un desfase de 5 minutos. “Todavía no lo estamos haciendo porque transmitir al vivo nos parece más atractivo y respetuoso. Además eso implica mayores gastos técnicos, de personal y dificultades adicionales”, afirma el periodista. Considera que se trata de una censura indebida, innecesaria, pero obligada por las condiciones actuales. Está dispuesto a ejecutarla porque considera que lo peor que se puede hacer es levantar los brazos y dejar de trabajar.

No cambiaré, porque jamás fui racista

Carlos Valverde Bravo / Analista

Yo siempre trabajé con el sistema de escucha previa los llamados telefónicos en mi programa de la radio, para evitar infundios o acusaciones sin respaldo (lo hago desde hace 10 años). Es decir, que no acepto llamadas sin nombres que puedan asumir responsabilidades. Si alguien carajea a una autoridad pero no acusa falsamente, ni la agrede, lo dejo que vaya al aire, cómo no. En lo personal, no ha cambiado absolutamente en nada mi forma de trabajar y no lo voy a hacer. Yo no me autocensuro ni censuro a la gente. Si debo putear o carajear lo sigo haciendo, no es ‘estilo’ sino una manera de ser; el Gobierno gustaba de mi manera de hacer programas, ¿ahora se dio cuenta de lo que digo? No, lo que pasa es que ahora toca a ellos y entonces ven en lo que les gustaba tanto (recuerdo que recibí una invitación firmada por Evo Morales para asistir a su primera posesión) lo que hoy les disgusta. No cambié ni voy a cambiar, porque jamás he sido racista ni he denigrado a nadie, de manera tal que en lo personal no me preocupa. Sí me preocupa la amenaza a los medios de comunicación, eso es perverso y totalitario.

Un cambio de mensaje

Víctor Quelca / Semiólogo

Los spots televisivos en una primera etapa intentaron destacar las palabras extremas de un radialista, cuyo contenido a cualquiera llegaba a los tuétanos. El mensaje era un discurso de confrontación para destacar lo más negativo de la libertad de prensa. Ahora están cambiando de mensaje y tratan de resaltar los derechos y que la Bolivia de hoy no discrimina y que la libertad debe  ser con responsabilidad y dignidad. El último spot, en el que se muestra a dos hombres que hacen los mismos movimientos, es bastante creativo. Ahí trata de resaltar que todos somos iguales.

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