El Papa condena atropellos a la libertad religiosa en China

PAPA Ante una Plaza de San Pedro abarrotada de peregrinos a pesar de la lluvia y el frío, Benedicto XVI felicitó ayer las Navidades en 65 idiomas e impartió la solemne bendición «Urbi et Orbi», es decir, «a la Ciudad y al Mundo», a través de la radio, la televisión y, por primera vez, a través de internet, mencionada como «las nuevas tecnologías de comunicación». El Papa sorprendió aprovechando este mensaje al mundo para denunciar abiertamente la grave falta de libertad religiosa en China. Se refirió también a quince países que sufren en estos momentos guerras, desastres naturales o crisis políticas.

Benedicto XVI pidió «paciencia y fortaleza» a «los fieles de la China continental, para que no se desanimen por las limitaciones a su libertad de religión y conciencia y, perseverando en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, mantengan viva la llama de la esperanza». En los años anteriores, el Papa no había utilizado los grandes mensajes al mundo —el de Navidad y el de Pascua— para criticar a ningún país, pero los abusos cometido por el gobierno de Pekín en las últimas semanas, forzando a los obispos a participar en una asamblea política y nombrando a un obispo ajeno al Vaticano como presidente de la Conferencia Episcopal, han originado una denuncia abierta de estos atropellos.

A pesar de algún que otro golpe de tos, el Santo Padre estaba risueño y emocionado al ver —desde la fachada central de la basílica— una Plaza de San Pedro repleta de fieles hasta desbordar en Vía della Conciliazione. Era una multitud alegre incluso bajo el mal tiempo que, a cada nuevo chubasco, se convertía en un mar de paraguas, pero sin que nadie abandonase el puesto al que habían venido para escuchar al Papa.



En su mensaje de Navidad, Benedicto XVI, explicó que «la encarnación es la cumbre de la creación. Cuando, por la voluntad del Padre y la acción del Espíritu Santo se formó en el regazo de María Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, la creación alcanzó su cima. El principio ordenador del Universo, el “Logos”, comenzó a existir en el mundo, en un tiempo y en un lugar», que se llamaba y se llama Nazaret de Galilea. Nueve meses más tarde, Jesús nacía en Belén de Judá, una pequeña aldea al sur de Jerusalén.

Su nacimiento trajo un mensaje celestial de paz, y el Papa pidió ayer que «inspire a israelíes y palestinos a buscar una convivencia justa y pacífica». Benedicto XVI se refirió también a los conflictos en Irak, Afganistán, Pakistán, Somalia, Costa de Marfil, Madagascar y la península coreana, así como a las catástrofes naturales en Haití, Colombia, Venezuela y Guatemala, sin olvidar «el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica».

Desde el balcón central de la basílica de San Pedro, el Papa felicitó las Navidades en 65 idiomas, incluidos el hebreo, el arameo —la lengua de Jesús— y muchos otros que hablan sólo pequeñas comunidades como, por ejemplo, el guaraní. Su deseo era anuncia al mundo entero la gran noticia del nacimiento de Emmanuel, «Dios con nosotros», hace ahora algo más de dos mil años.

Misa del Gallo

La ceremonia de ayer continuaba los temas de la Misa del Gallo, celebrada el 24 de diciembre a las 10 de la noche, un par de horas antes de lo habitual, para disminuir el esfuerzo de un Papa de 83 años y para facilitar el regreso a casa a las familias que acuden con niños. La misa solemne se inició con las «Kalendas», un antiquísimo canto que anuncia el nacimiento de Jesús, y se celebró en un clima de gran intimidad. En su homilía, el Papa se refirió muchas veces al don de la paz, lamentando que «la vara del opresor no se ha roto» y que «todavía hoy siguen marchando con estruendo las botas de los soldados», con su secuela de «túnicas manchadas de sangre», que denunciaba el profeta Isaías. En un momentos de oración muy personal, el Santo Padre se dirigió a Dios: «Te agradecemos tu bondad, pero te pedimos también: muestra tu potencia» para imponer el «reino de la justicia, del amor y de la paz».

Pocas horas antes, el Papa había salido a la ventana de su apartamento para depositar en el alféizar una vela encendida, la «Luz de la paz», siguiendo una costumbre polaca introducida por Juan Pablo II. En esa misma tarde previa a la Nochebuena, la BBC difundió por primera vez un mensaje radiofónico del Papa al pueblo británico. Fueron tres minutos muy entrañables en los que el Santo Padre recordaba su visita del pasado mes de septiembre y deseaba a todos lo mejor en estas fiestas recordando que «Dios siempre cumple sus promesas, aunque a veces nos sorprende en el modo de hacerlo».

En los días anteriores, el Papa había enviado una carta de Navidad a un colegio de niños gitanos en El Vedat de Torrent (Valencia) y distribuyó entre los empleados del Vaticano 232 «panettone» hechos por quince reclusos de la cárcel de Padua.

ABC – Madrid