Regalos de Navidad

Marcelo Ostria Trigo

MarceloOstriaTrigo5-110x110 No hace mucho tiempo, la época de Navidad era propicia para el reencuentro y para la paz. Los gobiernos solían hacer anuncios amables, de buenas intenciones; en otras épocas se dictaban amnistías –no siempre amplias– en favor de los presos políticos, permitiendo el retorno al país de los asilados. Este espíritu de reconciliación ha cambiado. Ahora se elije este tiempo para tomar acciones duras y autoritarias, con zancadillas a la democracia.

Hace pocos días, la Asamblea Nacional de Venezuela aprobó una ley que autoriza al presidente Hugo Chávez a gobernar por decreto hasta seis meses antes de las elecciones presidenciales de diciembre de 2012. Fue el primer regalo navideño de los “bolivarianos”. Se apresuró la aprobación de esa ley para evitar su discusión con los nuevos integrantes de la Asamblea que han sido electos recientemente; aprobación que, en ese caso, no hubiera sido tan fácil. El argumento: un desastre natural, como si Chávez –sólo él– sería capaz de resolver los efectos de un desastre que nada tiene que ver con la política.



Lo cierto es que sobre esto hay otras connotaciones. El propio Chávez anunció que tiene dos decenas de proyectos de decretos que se dictarán al amparo de la extraordinaria facultad legislativa que le acaban de regalar para profundizar la “revolución bolivariana”, o sea la dictadura. Sin embargo, para el chavismo impaciente esto no ha sido suficiente y, con torpeza, resolvió darse otro regalo, ordenando a sus dóciles representantes que aprueben una nueva ley de universidades que acaba con la autonomía universitaria adoptada en Venezuela en 1958, cuando se dictó la Ley de Universidades que reconocía la autonomía universitaria plena.

Este atropello del chavismo, ha ocasionado airadas protestas de los universitarios. La propia Rectora de la Universidad Central Venezolana, Cecilia García Arocha, afirmó que, con esta ley, se “viola la universalidad, la pluralidad y el pensamiento libre y democrático”. Es –añadió– “un golpe de estado a la inteligencia (…) y lo vamos a enfrentar con la resistencia, con resistencia y en paz”

“La dictadura chavista, se divisa ya, y no precisamente en la lejanía”, dice un editorial de El País de Madrid (20.12.2010), luego de afirmar que hay “un programa directamente encaminado a sentar las bases del socialismo del siglo XXI, eufemismo del control absoluto de los mecanismos del poder, especialmente a la vista de las presidenciales de 2012. Los recientes resultados electorales podían hacer temer a Chávez que la orgía de elecciones ganadas desde 1999 estuviera tocando a su fin”.

En verdad, esa dictadura chavista será a imagen y semejanza de la cubana y, por lo que se sabe, también terminará en el fracaso y en menos tiempo.

Como los “bolivarianos” afanados en el predomino total, en Bolivia también se ha elegido este fin de año, Navidad de por medio, para otro gran regalo al oficialismo: la captura de todo el poder, mediante el enjuiciamiento de gobernadores y alcaldes opositores, sustituyéndolos con militantes del partido oficial. Todo esto se dirige a impedir el surgimiento de corrientes de oposición, cerrando así toda participación democrática.

El oficialismo no repara, en su afán de predominio total, que la existencia de la oposición es una de las garantías de la democracia; es un elemento de control contra el desenfreno, contra la tropelía que, a la larga, trae consecuencias para quienes, por un tiempo, creen ser intocables.

Es notorio que hay concertación dentro del populismo regional para edificar regímenes de fuerza y eludir el necesario equilibrio político.

Es verdad, también, que no se recoge una experiencia histórica: todas las dictaduras terminan, casi siempre estrepitosamente.