Recuerdos del presente – Humberto Vacaflor Ganam
El presidente Evo Morales tuvo mucho coraje para lanzar el DS 748, pero no le alcanzó el coraje para mantener la medida luego de las primeras protestas. Ahora es un líder derrotado, sin credibilidad.
Antes de rendirse mostró que es un hombre pragmático. No tiene ataduras ideológicas de conceptos marxistas, que le quieren vender algunos traficantes de ideas. Fue notoria la molestia de quienes se treparon a su carro de triunfador y le vendieron el concepto de la utopía regresiva. Y saltó a la vista que tampoco los adoradores de la necrofilia ideológica estuvieron de acuerdo con el DS 747, sino con su abrogación. No les gustó el Evo Morales corajudo que desafía las ideas fijas. Les gustó el Evo Morales acobardado, dispuesto a retroceder y a rendirse. Los discursos más elogiosos que el vicepresidente dirigió al presidente fueron escuchados sólo tras la rendición.
Su discurso de respaldo al DS 748 fue redondo. No le interesaba su imagen ni su popularidad; le interesaba la economía del país. Por eso, sacrificando su prestigio, estaba tomando una medida impopular que, sin embargo, iba a salvar la economía.
Él razona con mucha sencillez: si existe un problema, hay que resolverlo. Si la economía se desangra por las subvenciones, hay que acabar con las subvenciones. Si las empresas necesitan utilidades para seguir invirtiendo, hay que crear las condiciones para que las tengan, a manos llenas. Las ideologías pueden esperar, o pueden irse al demonio.
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Para llegar a este razonamiento, en la Bolivia del siglo pasado tuvo que pasar el gobierno de la UDP y llegar el de Paz Estenssoro. Este concepto se demoró 50 años en madurar en Cuba, 70 en la URSS y ahora sólo cinco en Bolivia.
Con su DS 748, Morales nos dijo, como Paz Estenssoro en 1986, “Bolivia se nos muere”. Claro que Morales no podía culpar a otros, sino a su propia gestión del estado lamentable en que se encontraba Bolivia. El mensaje completo debía ser “Bolivia no nos puede aguantar; se nos está muriendo”. Tan malos somos en manejar el país que con precios nunca vistos de las materias primas, con exportaciones de droga a manos llenas, hemos llevado al país a una situación lamentable: Bolivia se nos muere.
Lo cierto es que tras los primeros cohetillos, el presidente Morales se rindió. No es un líder recomendable para tareas difíciles. No tiene la talla de un gran líder. Le faltan agallas.
Dice The Economist Intelligence Unit que luego del traspié, su gobierno ha perdido credibilidad y ahora encara una situación fiscal muy difícil. Una sola frase que lo resume todo.
Ahora ha decidido gobernar pensando en voz alta. Los precios no han terminado de calmarse después del torbellino por su arrebato de coraje, y él aparece con otro mensaje: los ajustes de la gasolina y el diesel serán de 10%. Y deberán ser aceptados por los movimientos sociales. No en un referéndum, sino en asambleas. ¿Cómo seguir gobernando cuando has mostrado que no tienes temple de líder y ya nadie te cree?
Él volverá a su cato. ¿Qué harán las ladillas?