Un viaje con mensajes y berrinches

Marcelo Ostria Trigo

MarceloOstriaTrigo3110x110_thumb_thumb El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en marzo próximo visitará Brasil, Chile y El Salvador. Esto ha causado reacciones y múltiples análisis.

Es notorio que Washington, no sólo privilegia sus relaciones con gobiernos exitosos, sino que también toma en cuenta señales positivas y amistosas. En los tres países elegidos, Brasil, Chile y El Salvador, ahora hay un denominador común: la moderación de su política exterior.



Así, se van superado las “tensiones entre Brasil y Washington (que) aumentaron durante los últimos dos años del gobierno del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, entre otras cosas debido al apoyo diplomático de Brasil a Irán a pesar de las sanciones internacionales contra el régimen iraní” (Andrés Oppenheimer. “El acercamiento Brasil-EE.UU”. El País, Montevideo, 29.01.2011).

La presidente Dilma Rousseff ha moderado la estridente política exterior de su predecesor. El gobierno de Estados Unidos por su parte habría recibido con beneplácito las críticas de la presidente brasileña a los ayatolas iraníes por las violaciones a los derechos humanos. Deben haber influido también las recientes declaraciones del Canciller del Brasil, Antonio Patriota, de que no está en los planes de su país insistir en mediar en el caso del programa nuclear de Irán. Ciertamente, Brasilia tiene un nuevo estilo en su política exterior, más prudente y con una jefe de Estado nada proclive a inútiles escenas espectaculares.

Por supuesto que también debió contar –y mucho– que el Brasil se encamina a constituirse en una potencia de primer orden, cada vez con mayor influencia en este continente y en el mundo.

El caso de Chile, la coalición de centro-izquierda “Concertación de Partidos por la Democrática”, por un cuarto de siglo siguió una política de apertura económica y, a la vez, mantuvo la continuidad institucional. Más aun, el actual gobierno del presidente Sebastián Piñera, sigue la política exterior de sus predecesores, sin estridencias. Chile es ejemplo de progreso acelerado y de respeto a los derechos humanos y a las libertades democráticas. No es, entonces, una sorpresa que, a la hora de elegir naciones a visitar y concertar acuerdos, se privilegie a un país exitoso y confiable.

Otro ejemplo de sensatez y moderación la está dando el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la fuerza combatiente en una larga y sangrienta guerra civil y que, finalmente, derrotó en las urnas a la derechista ARENA. Se reconoce a Funes y al FMLN que, pese a provenir de un movimiento armado que pretendió derrocar por la fuerza a un gobierno, una vez alcanzada la paz, se ciñeron a las reglas democráticas, actitud que mantiene desde el gobierno.

Pero, como era de esperar, hubo berrinches. Trascendió “el enfado de la presidenta Cristina Kirchner y de su entorno con Obama” por su viaje sin incluir a la Argentina. Es más: “causó mayor enojo… la intención –de Obama– de priorizar la relación con Brasil como líder de la región y mantener ‘un vínculo permanente’ con Chile” (Martín Dinatale. “Malestar en el Gobierno con Obama por no venir al país”. La Nación. Buenos Aires, 27.01.2011).

Lo curioso: “La Casa Rosada cree ‘injusto’ que el presidente de EE.UU. viaje a Brasil y a Chile, pero no a la Argentina”. Vaya extraña calificación de una actitud política, que es respuesta a la hostilidad de los sucesivos gobiernos de los Kirchner. Recuérdese, por ejemplo, que el fallecido Néstor Kirchner “dejó a Chávez usar el país para convocar una contra-cumbre”, en la que el venezolano “se paso tres horas insultando a Estados Unidos” con el aplauso de “Maradona, Hebe, León, Víctor, Flor Peña, Teresa Parodi, ¿y ahora se ofenden porque Obama no viene?”.

Queda claro: El viaje del presidente Obama, es la señal de que habrá cambios en la política hemisférica. Mientras tanto, quedan aislados, con serios problemas, los socios del ALBA y los indecisos entre el populismo y la seriedad democrática.