El cuento de la economía comunitaria

Fernando Untoja Choque

funtoja1 Los masistas no saben exactamente lo que es el socialismo comunitario. ¿Habrá un socialismo individualista? Nuestro indígena-originario Raúl Prada Alcoreza desde el poder decía que “Este modelo combina el proyecto anticapitalista de los trabajadores con el descolonizador de los movimientos indígenas”. Curiosa separación, entre trabajadores e indígenas, pero en la cabeza de nuestro originario podemos entender que “trabajadores”, es real pero lo de indígena es un cuento imaginado para engañar, como lo es la “economía comunitaria”. Para congraciarse con el poder el Chato Prada decía “es otro socialismo inventado por los bolivianos en el contexto de las luchas sociales y de la guerra anticolonial”. ¿Quién pues inventó esa chanfaina? Y añade que es un socialismo que “recoge las banderas socialistas por la igualdad y la justicia, en un proceso de radicalización de la democracia, combinándolas con el proyecto de reconstitución de las comunidades y de las naciones y pueblos indígenas originarios” (el colon colonizado bautiza a gusto a esa masa de “plebeyos”). Para impresionar dice que los socialistas inventores “recoge(n) nuevamente el proyecto comunista, retomando la matriz comunitaria articulada a la forma cooperativa de trabajo, al intelecto general, a la circulación de los saberes y a la voluntad colectiva, entendiendo el campo de posibilidades que abre la revolución tecnológica, articulada a la recuperación de tecnologías ancestrales”.

Mientras gozaba del poder, quería que esto dure por años, por eso decía a la “plebe”: “esto no se consigue de la noche a la mañana, no es de un día para otro, se trata de una transición”. Nuestro inventor ahora se apoya en Samir Amin con el pretexto “de la transición larga al socialismo, a través de un mundo multipolar”. Pero Prada cree todavía en la unipolaridad del siglo XX, cuando el mundo es una cadena de dominación jerarquizada. Como es costumbre de mercenarios, repite y hace glosa del texto de S. Amin (Cf. Transición).



Y como no puede explicar que es el socialismo comunitario, pasa a dar definiciones; nuestro “epistemólogo” convertido hoy en mercenario dice: “tiene que ser igualitario, tiene que hacer desaparecer las clases sociales tiene que derrumbar la estructura de clase, construir una sociedad igualitaria”. Para que esto seduzca agrega: “es indispensable abolir la explotación de la fuerza de trabajo”, y se hace esto con la expropiación de los medios de producción, de los grandes medios de producción, de los monopolios, de las transnacionales. Una vez terminada este trabajo revolucionario la sociedad es armónica. Para dar más fuerza a su cuento se apoya en Kart Marx quien hablaba del salto del reino de la necesidad al reino de la libertad, es decir, “trabajar cada vez menos y ocupar el tiempo libre en la creatividad. Según Prada esto se habría realizado en las “comunidades indígenas”, por eso el gobierno los moviliza para las marchas en base a coca y alcohol.

Lo que debemos tener en claro es que el desarrollo, (tecno-económico) se ha aplicado en todos los continentes, sin tener en cuenta las singularidades propias a cada nación o cultura, sin tener en cuenta saberes, saber hacer, artes de vida valores de múltiples culturas e incluso las más pequeñas. Este modelo de desarrollo no sólo ha producido, nuevas clases sociales (oligarquías), sino ha generado gozos, ventajas e intoxicaciones. Al mismo tiempo ha producido gigantescas miserias, como testimonia las grandes ciudades del Alto y Santa Cruz en Bolivia. Desde nuestra posición el problema central fue y sigue siendo la falta de una institucionalidad solida en las relaciones sociales y en la mente de los agentes.

Pero bajo la pseudo visión de la “economía comunitaria” la búsqueda de respuestas al desarrollo está marcada por un decoro ético. Dicen es necesario tomar conciencia que el amor es más importante que el dinero y finalmente re-encontrar la parte de lo gratuito y la responsabilidad que permite el esparcimiento de las relaciones humanas. Bajo ese enunciado en países como el nuestro, es tiempo de promover una alimentación de acuerdo a la estaciones del año, buscar proximidad agrícolas. ¿Existe capacidad de inversión y de producción? Nos dicen que es necesario remplazar la hegemonía de la cantidad por la calidad, ¿pero qué pasará con los que apenas tienen 115 dólares y que están lejos de tener medios para acceder a los productos bio-orgánicos?

No es un gran descubrimiento que el desarrollo capitalista haya beneficiado a unos cuantos y que genera sufrimientos y carencias humanas, síquicas y éticas. ¿Quién podría negar que la miseria moral se haya sustituido a la miseria material, y la miseria material lejos de desaparecer crece en el desencadenamiento de la economía de la ganancia? La economía capitalista está destinada a racionalizar todo, rentabilizar, híper-especializar, cronometrar, es decir deshumanizar. (Cf. Smith y Marx).

Si esto nos asusta, entonces cómo y cuando los países dotados potencialmente de recursos naturales podremos explotar y producir riqueza y tener la fuerza para competir en los mercados de las economías occidentales? Desde el punto de vista de la relación trabajo-capital estamos seguros de que el trabajo está sometido a los imperativos de los managers y gestionarios, sabemos también que produce cada vez más sufrimientos en esta raza de “hombres de negocios”. La lógica de la eficacia, de la predictibilidad, del cálculo híper-especializado y cronometrado gangrena hoy todas las actividades humanas e incluso la administración. ¿Cuál es la respuesta de los “teóricos” de la “economía comunitaria”? Para nosotros la mecanización toma la dirección en los centros urbanos y el sector agrícola y la crianza industrializada invade la vida cotidiana, la educación el consumo, las reglas, las diversiones y los servicios. Así avanza la mundialización del capital.

A partir de esta constatación los occidentales desde su modo de vida opulento nos dan consejos para no seguirlos (Cf. ONG), ¿qué hacemos desde nuestra realidad, donde, ni siquiera logramos superar la economía de subsistencia? ¿Será posible mejorar la calidad de vida en una economía capitalista enfrentada a instituciones de tipo feudal-capitalista? ¿En qué medida la economía “comunitaria” es alternativa cuando sus “teóricos” toman las ferias y los ayllus decadentes como modelo económico anti-capitalista e anti-imperialista?

Nuestra respuesta es sencilla: la economía social. La economía social dentro del esquema capitalista debe desarrollarse paralelamente a una política de humanización en las ciudades y revitalización del sector rural. Lo que exige la economía, es generar excedente, competir, ganar mercados, aprovechar de las ventajas competitivas. Para esto necesitamos dotarnos de una institucionalidad matricial; combatir las viejas ideas feudales, de reciprocidad, complementariedad, armonía y de pertenencia étnica o comunitaria.