¿Y si el general Sanabria hablara?

Álvaro Riveros Tejada

riveros_thumb Noticias de prensa dan cuenta que el próximo 23 de mayo, el Gral. René Sanabria Oropeza deberá comparecer ante un tribunal federal de Miami (Florida) por supuesta conspiración en el tráfico de drogas y por haber enviado más de 4 toneladas de cocaína a EE.UU, Europa, África y Asia. En dicha oportunidad, la Dra. Úrsula Úngaro Mancuso, jueza de la corte de distrito del sud de Florida, cargo al que fue nominada por el ex presidente George Bush, benevolentemente ya le ha hecho conocer al acusado que tiene tres alternativas para escoger: cien años de cárcel, cadena perpetua o acogerse al programa federal de protección de testigos.

Se supone que el General Sanabria, en su calidad de oficial profesionalizado en la Escuela de las Américas en Fort Benning, así como en el Estado Mayor de la DEA en Quántico-Virginia, está al tanto del procedimiento judicial que rige en los EE.UU. al enfrentar un juicio. Declararse inocente, sin las pruebas de descargo suficientes que permitan derrotar los alegatos de la fiscalía significa ingresar a un juicio muy oneroso, tanto para el acusado, como para el contribuyente y, por tanto, la condena es más rígida y draconiana. En cambio, si el reo se acoge a “escupir todo el veneno” que lleva encima, a cambio de delatar a los agentes que se lo inocularon, el trato es diferente y para ello está diseñado el programa federal de protección de testigos, administrado por el departamento de justicia de los EE.UU. y operado por el servicio de alguaciles de ese país.



Está sobreentendido que se acogen a este programa, aquellos encausados que la fiscalía cree que pueden brindar información útil y relevante para desarticular toda una red criminal. ¿Será entonces que la Fiscalía de Miami considera así a Sanabria? Por lo expuesto, está claro que Sí.

¿Serán solo las implicaciones de la policía boliviana las que le interese al fiscal de la Florida? O aquellas personas tan cercanas a la cúpula del poder, que le han conferido un sentido folklórico y etno-racial al tráfico. Por supuesto que no. Creemos que para la justicia de los EE.UU. las experiencias de Sanabria obtenidas en su alto cargo de Zar anti drogas y sus conexiones en condición de narcotraficante, con personas, gobiernos y organismos de la región, son los objetivos que los norteamericanos pretenden obtener.

Conocer por ejemplo: ¿Por qué utilizaba la riesgosa ruta de Arica para sus envíos, teniendo el aeropuerto de Chimoré a la mano? ¿Cómo es posible que durante cinco años, nunca fuera descubierta una fábrica de droga en el Chapare? ¿Qué se hicieron las toneladas de cocaína incautada? En fin, una sarta de interrogantes que nos estremecen a la sola idea de que el Gral. Sanabria hable.