¿A dónde va el Perú?

ollanta A esta hora de la noche, tanto los sondeos en boca de urna como el conteo rápido parecen confirmar la victoria de Ollanta Humala en los comicios presidenciales del Perú. Sin duda, la adscripción del vencedor al eje chavista en años recientes abre un importante espacio de incertidumbre, que el virtual presidente electo ha intentado reducir mostrándose más cercano al “modelo Lula”.

La interrogante del momento es: ¿la moderación mostrada por Humala en la campaña electoral sería una simple maniobra táctica, similar a las promesas de respeto a la democracia realizadas por Hugo Chávez en su primera elección, o realmente piensa seguir los pasos de Mauricio Funes y Fernando Lugo, electos por fuerzas afines al “socialismo del siglo XXI” pero de gobiernos pragmáticos?

En esta disyuntiva será esencial el papel a cumplir por liberales como Mario Vargas Llosa o Alejandro Toledo, quienes endosaron la postulación de Humala aduciendo el peligro de un nuevo fujimorato. Creemos nosotros que el peligro mayor se encontraba en el “aire de familia” entre Humala y el bloque “bolivariano”, pero lo cierto es que pronto llegará la hora de la responsabilidad para el Nobel de Literatura y el ex presidente peruano. Ambos invirtieron un prestigio bien logrado en una discutible empresa política y ahora cargarán con el peso de ser los garantes de la democracia peruana, so pena de pagar una onerosa factura histórica si fallan en ese objetivo.



Por lo pronto, es una buena noticia saber que Humala no cuenta con una mayoría propia en el Congreso y que se verá obligado a pactar con los parlamentarios toledistas. Este factor -la disponibilidad o no de una mayoría legislativa propia- ha sido uno de los elementos principales que diferencian a las experiencias del Salvador y Paraguay de las más radicales de Venezuela y Bolivia.

Esperemos que Ollanta Humala no resulte ser otro aprendiz de dictador con fachada democrática, de los que ya hay muchos en nuestra América Latina. Y que el Perú pueda seguir creciendo a ese ritmo del 8% anual que no sería posible con el modelo de capitalismo de Estado salvaje practicado en los países del ALBA…

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