Depredación: Cocaleros y cuartoneros desangran al Tipnis; ven presión externa detrás de la carretera

Parque. Los asentamientos humanos, la coca y el ‘cuartoneo’ ya devastan al Isiboro-Sécure. Indígenas y ambientalistas aseguran que hay compromisos con países vecinos para la construcción de la vía Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. El Gobierno nacional lo niega. Colonos e indígenas producen coca en la reserva del TIPNIS.

image Obra. La empresa brasileña OAS construye el primer tramo de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. Los indígenas reclaman porque no se les consultó. Un equipo de El Deber llegó hasta el área protegida y registró el avance de los colonos

El Deber, Roberto Navia



Depredación: Cocaleros y cuartoneros desangran al Tipnis

Asentamientos ilegales arrasan el Isiboro-Sécure.

Cocaleros y traficantes de madera devastan el área protegida. En la zona hay más de 14 asentamientos humanos. Los colonos esperan el inicio de la construcción de la carretera al Tipnis

El ruido de motosierras suena intermitente durante el día, las hojas de coca se secan al sol tibio de julio y en esos 42 kilómetros de camino de tierra que nacen en la puerta del Isiboro-Sécure y terminan en el río Ichoa ya existen 14 asentamientos humanos con gente llegada desde el occidente del país. El último núcleo data de 2010 y hace honor al lugar donde fue levantado. Se llama Unión Sécure.

En ese rincón del Parque Nacional Isiboro-Sécure los colonos aguardan que la construcción del tramo II de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos (que estiman pase por ahí), empiece de una vez. Con orgullo muestran las demarcaciones que se hicieron dos años antes y que a medida que pasa el tiempo empiezan a ser cubiertas por la maleza. Esta posición contrasta con la dirigencia del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), que exige que el tramo II no pase por el medio de esa reserva natural.

Pero ahora los colonos la sienten más cerca que nunca. Desde el kilómetro cero que empieza en Villa Tunari (el trópico de Cochabamba), las máquinas de la empresa OAS ya encendieron sus motores y dos brigadas de sus funcionarios arrancaron con la construcción del primer tramo que termina en Isinuta. Además, ya existen tres campamentos en la zona. En el primero está instalado el departamento administrativo, en el segundo la chancadora y en el tercero los dormitorios y los comedores de los constructores.

Los topógrafos y los maquinistas están trabajando desde el kilómetro cero y en paralelo al camino empedrado que fue construido con el auspicio del Plan de Desarrollo Alternativo comandado por EEUU durante la década de los 90, cuyo fin era exterminar las plantaciones de coca.

Pero ahora la coca se extiende más allá de Chapare. La hoja se hace visible a pocos metros del río Isiboro. Puerto Patiño es la primera colonia que aparece y para entrar en esa tierra hay que pagar un peaje de Bs 5 que cobra una menor de edad. La explicación que da es que ese dinero se lo utiliza como fondo para mantener el terraplén a cuyos costados se levantan las casas de madera de los 14 asentamientos humanos.

Las casas están construidas a un costado del camino ripiado. Son de madera y se sostienen en una base tipo zancos para evitar que el agua que reina en época de lluvia se meta en sus habitaciones.

Es miércoles y el sol ha salido después de una semana de un frío intenso. Los hombres, las mujeres y los niños también han salido con sus hules azules y los han extendido en las aceras de sus casas y en la mitad del camino. Encima han colocado las hojas de coca. Después, con sus manos y sus pies, con escobas de paja y de plástico les dan vueltas a la coca para que los rayos solares las sequen por todos sus rincones. “Nosotros aquí vivimos de esta actividad”, dice don Rafael Colque, de la colonia Aroma, y también aclara que se dedican a las plantaciones de frutas y a la siembra de yuca, de maíz, de zapallo, de arroz y de todo lo que se siembre en esa tierra café.

Los ruidos de las motosierras llegan de varios lugares. Una evidencia de que monte adentro hay actividad de deforestación. “Son campesinos que están cortando árboles para construir sus casas”, dice un colono que vive en Moleto y que se da cuenta de que la presencia de los periodistas incomoda. El ruido de la motosierra cesa pero otro más ensordecedor golpea los oídos. Es un árbol de 30 metros de alto que cae al suelo. Esa escena ocurre a 100 m de donde está el equipo de EL DEBER pero el ruido igual es fuerte. Los colonos aplauden, se ríen, festejan por el triunfo de sus compañeros sobre la naturaleza.

La excusa de que los árboles son tumbados para construir las casas de los colonos se cae cuando aparecen los ríos y a los costados de estos afluentes se ven tablones de madera mara apilados en la playa, esperando a que llegue algún barquito para llevarlos hasta la carretera asfaltada que une a Santa Cruz con Cochabamba. “Los árboles son convertidos en tablones a punta de motosierra”, dice un guía que habla despacio porque en esa tierra, donde los colonos imponen su ley, hablar demás puede ser peligroso. Un profesor de escuela que ha llegado del occidente del país y que vive en una colonia pide ser prudente a la hora de informar sobre las actividades que ocurren en el Isiboro. “Aquí vivimos como podemos. Estamos lejos de todo”, dice.

A un costado de los ríos está la playa y al otro un bosque oscuro, donde suelen aparecer sendas de un metro de ancho y por ese orificio brotan los ruidos de las motosierras y por ahí mismo se saca la madera que luego sigue camino en balsitas también de madera.

En las afueras de las casas de las colonias no solo se puede ver coca secando al sol, sino también antenas parabólicas y vehículos que no tienen placa. Ahora que la carretera asfaltada está por asomar en esa zona, los colonos dicen que van a hacer legalizar sus vehículos indocumentados porque creen que es más probable que las autoridades ingresen a poner un control que hasta ahora casi no existe. Incluso, en todo el trayecto se ven camiones que se ocuparon en la Segunda Guerra Mundial, de marca Mercedes-Benz, que fueron adquiridos desde Italia por personas particulares. Funcionan sin placa y cumplen una sentida necesidad: ofrecen el servicio de transporte público durante las 24 horas del día. En la madrugada, los conductores de estos vehículos, cuando están por un núcleo urbano, aprietan la bocina en señal de que están pasando por ahí. La zona nunca duerme.

A los lados del camino hay postes de concreto que sostienen el tendido eléctrico que lleva la luz a todos los rincones de los asentamientos.

En algunas comunidades también hay escuelas construidas recientemente, igual que esas que se edificaron en Chapare desde que Evo Morales es presidente.

     Para saber  

Creación. El Isiboro-Sécure fue constituido en parque nacional en 1965, mediante el DS 7401. Se prohibió la colonización del área protegida.

TCO. En 1990, mediante el DS 22610 y a raíz de movilizaciones indígenas este parque fue declarado territorio indígena (Tipnis). En 1996, después de promulgarse la Ley INRA, la reserva se convirtió en Tierra Comunitaria de Origen (TCO) de indígenas yuracarés, moxeños, chimanes y baures. Las tierras fueron tituladas bajo esa modalidad en favor de los pueblos indígenas.

Ubicación.

El Tipnis está situado entre los departamentos de Beni (provincia Moxos) y de Cochabamba (provincia Chapare). Los municipios involucrados son San Ignacio de Moxos y Loreto en el Beni, y Villa Tunari y Morochata en Cochabamba, con una superficie aproximada de 12.363 km².Habitantes. La etnia moxeña constituye la población más numerosa (el 72%), seguida de los yuracarés y de familias chimanes en el extremo suroeste del área. Del lado de Cochabamba  existe avance de colonos cocaleros y explotadores de madera, cuyo número se desconoce aún.

Carretera. En febrero de este año, el Estado boliviano y el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social de Brasil (BNDES) suscribieron el contrato de colaboración financiera por la suma de $us 332 millones destinados a financiar el Proyecto Carretero Villa Tunari– San Ignacio de Moxos.

Ven presión externa detrás de la carretera por el Tipnis

Parque. Indígenas y ambientalistas aseguran que hay compromisos con países vecinos para la construcción de la vía Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. El Gobierno nacional lo niega

imageCampamento. La empresa OAS instaló su puesto administrativo en el primer tramo de la construcción de la carretera que no es aprobada por los indígenas

El Deber, Ruy G. D’Alencar

Para el Gobierno nacional construir la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos es tarea de cumplimiento obligatorio. Así lo han establecido autoridades del Poder Ejecutivo. Esta postura es interpretada por dirigentes indígenas de la subcentral del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (Tipnis) y ambientalistas (ver columna de opinión) como una reacción gubernamental ante compromisos asumidos frente a países vecinos.

Un estudio de proyección comparativo realizado por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) da cuenta de que si se concreta la construcción del segundo tramo carretero por medio del Tipnis, en 18 años más de un tercio de los 12.363 km² de extensión del área protegida habrán sido deforestado por asentamientos de colonos, ‘cuartoneros’ de madera y cocaleros. A pesar de ello el proyecto sigue en marcha. “Quieran o no, se va a construir esa carretera”, afirmó el presidente Evo Morales en días pasados.

De acuerdo con los investigadores Silvia Molina y Miguel Lora, la obra tiene antecedente en el plan de desa-rrollo del primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, en el que se establece un Sistema Nacional de carreteras constituido por una red fundamental que prioriza la vinculación con Brasil, Argentina, Chile o Perú.

“Desde 2003, la carretera es parte del corredor bioceánico Brasil-Bolivia-Chile-Perú de la Iniciativa para la Integración de Infraestructura Regional Suramerciana (Iirsa)”, apuntan  los ambientalistas.

Alfredo Moye, presidente de la subcentral del Tipnis, dice que se ha escuchado que existen compromisos con Brasil, Perú, Chile y Argentina para construir carreteras en Bolivia que le faciliten el comercio a las empresas de los países vecinos, aun cuando esto implique soslayar la consulta previa a los indígenas y generar impactos medioambientales.

“El 2009 hubo enfrentamientos entre indígenas y colonizadores de Chapare en las zonas de San Miguelito y San Benito. El Estado no ha sabido proteger las reservas forestales hasta ahora, ni siquiera en el Gobierno actual”, dice Moye. Los indígenas subrayan que al construir la carretera en medio del área protegida se vulnera la CPE, la Ley de Medio Ambiente y el convenio 169 de la OIT. 

Consultado vía telefónica, Carlos Romero, ministro de la Presidencia, dijo que no conoce el antecedente del proyecto Iirsa y desmiente que la obra se esté construyendo por ‘capricho’ o por presiones externas. Sin embargo, Romero admite que la construcción de la carretera tiene un propósito de promover la integración cívica y económica del país y de la región sudamericana.

Betty Tejada, diputada nacional por el MAS, recuerda que el proyecto es el resultado de una demanda en la que participaron los pueblos indígenas del oriente. Tejada recuerda que Marcial Fabricano, dirigente indígenas de tierras bajas, fue quien planteó la demanda hace más de dos décadas.

Indígenas reclaman atención por igual

Dentro del Isiboro-Sécure, el camino ripiado llega hasta el último pueblo de los colonos, hasta Ichoa. De ahí en adelante se abren paso siete comunidades originarias que corresponden a los yuracaré y a los trinitarios, hasta donde se llega por una senda apretada entre el río y la selva o por agua.

En la comunidad San Antonio de Moleto vive Paulino Urbano, un hombre de 30 años que es hijo de padres yuracaré y trinitario. Su casa está en una planicie donde sus dos hijos juegan a ser grandes mientras su madre lava la ropa en el río.

A 200 metros de la casa de Paulino están las demarcaciones por donde le dijeron que pasará la carretera asfaltada y a 50 metros hay plantaciones de coca.

Él, que no mantiene contacto con los dirigentes del Tipnis que se encuentran en la otra punta del proyecto de la carretera asfaltada, en San Ignacio de Moxos, dice que la carretera es muy esperada porque hasta ahora nadie se ha acordado de ellos. Es que el avance de los colonos les ha ido ganando terreno.

En algunos pueblos la convivencia entre las culturas del oriente y del occidente hizo que estas se fusionaran. La queja constante es que así como la energía eléctrica, las postas sanitarias y los módulos escolares se han inventado en la zona desde que la colonia avanzó a pasos de gigante, también exigen que a ellos les llegue.

A los colonizadores, que avanzan sobre el Isiboro-Sécure derribando la vegetación a su paso, les han llegado los beneficios de los programas de inversión que impulsa el Gobierno. En medio del parque, donde viven los indígenas de tierras bajas solo hay olvido. /RN

La historia de la carretera

Extracto tomado de Fobomade

Desde los años 90, los gobiernos y las prefecturas de Beni y Cochabamba impulsan la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, de aproximadamente 306 kilómetros. Grupos de empresarios madereros y ganaderos, empresas petroleras y colonizadores de la región del Chapare buscan acceder a nuevas tierras de cultivo.

El DS 25134 de 1998, que responde al Plan de desa- rrollo El Cambio para Todos de Gonzalo Sánchez de Lozada, establece un sistema nacional de carreteras constituido por una red fundamental de 10.401 km de vías prefecturales y municipales y algunas megaobras carreteras.

Desde 2003, la carretera es parte del corredor bioceánico Brasil-Bolivia-Chile y Perú del Iirsa, paralela al bloque petrolero Sécure, sobre el cual la empresa petrolera Repsol firmó un contrato con el gobierno de Bolivia en 1994.

Dando continuidad al plan Iirsa, el gobierno de Evo Morales promulgó la Ley 3477, del 22 de septiembre de 2006, que señala: “Declárase de prioridad nacional y departamental la elaboración del Estudio a Diseño Final y construcción del tramo Villa Tunari – San Ignacio de Moxos, correspondiente a la carretera Cochabamba – Beni, de la Red Vial Fundamental”. En agosto de 2008, las obras de diseño y construcción de la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos fueron adjudicadas a la constructora OAS Ltda., en un cuestionado proceso de licitación “llave en mano”, por $us 415 millones, de los cuales $us 332 millones (80%) son financiados por el Bndes (Banco de desarrollo de Brasil)y el restante 20% por el Estado boliviano. El 7 de abril de 2010, el Gobierno promulgó la Ley 005 para la aprobación del crédito de la carretera.

Colonos e indígenas producen coca en la reserva del TIPNIS

La hoja es el único elemento que los vincula. En el Isiboro Sécure interactúan los indígenas y las aspiraciones de los cocaleros

Por Cristian Fournier – La Prensa – 10/07/2011

    El Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) es escenario de la asimetría económica, ideológica, política y cultural entre las 65 comunidades indígenas del lugar frente a los colonizadores cocaleros, ha afirmado la investigadora y antropóloga Marianela Luján, quien vivió en esa zona en 2008, tiempo en el que hizo un profundo estudio de las formas de vida que se desarrollan en el área protegida.

    En su investigación, avalada por las comunidades del TIPNIS, cuyo principal representante es el presidente de la Subcentral, Adolfo Moye, la antropóloga narra parte la cotidianidad de ambos sectores que se enfrentan por la explotación de tierras en medio de denuncias de invasiones, narcotráfico, vulneraciones al ecosistema y al derecho a subsistir.

    “Es un choque constante entre la sed de apropiación de espacio de los colonos y el respeto de los comunarios a su entorno natural, que les da la vida”.

    La experta formuló esas apreciaciones en momentos en que los originarios yuracarés, mojeños y chimanes han confirmado el inicio de la octava marcha indígena para el 2 de agosto en defensa de su territorio y en contra de la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, que atraviesa “zona virgen”.

    LOS CATOS DE COCA. Pero detrás de las diferencias entre ambas partes, se revela una relación negada por ambos sectores que va más allá de la educación o la convivencia: la producción de la coca.

    “Los colonos se contactan de una forma con los indígenas al producir la coca”, pero tienen apreciaciones diferentes, “el comunario sólo lo hace cuando ve que tendrá una baja producción de yuca y otros frutos. Entonces se dedica a plantar y vender coca”.

    Los originarios también plantan hoja de coca y venden su producción a los colonizadores a través de intermediarios, denominados “rescatiris”, que son colonizadores con poco capital económico que se asientan en los límites del parque o provienen de los asentamientos cocaleros más próximos.

    “Los que plantan coca son mojeños y, en mucho menor medida, yuracarés. Lo hicieron al ver su territorio avasallado y obligados por colonos a afiliarse a sus sindicatos, que amenazan con echarlos de las comunidades”.

    Aprovechan el precio de la coca, que varía en la temporada e incrementa con la erradicación.

    CONTRASTE. El colono tiene  una relación pobre con la tierra porque “tiende al monocultivo de coca y pretende sólo su explotación. Comercia la planta a otros lugares, asentándose, preferentemente, a un costado del camino. En cambio, los indígenas viven dispersos, muy cerca de los ríos y respetan la propiedad territorial de otros, así como sus ritos y creencias. Tienen producción variada, tanto arroz, yuca, plátano, además de la hoja de coca, por lo que descartan la monoproducción”. Ese es el caso de la comunidad de San Miguelito, muy cercana al río Isiboro (al sur del TIPNIS), que tiene, entre casa y casa, una distancia no menor a 600 metros.

    60  son los sindicatos de cocaleros asentados en el TIPNIS. Las comunidades dispersas no pasan de 48.

    Las frase

    50 kilómetros

    "El alcalde de Villa Tunari, Feliciano Mamani, apoya la construcción de un tramo de la carretera a San Ignacio de Moxos.

    2 de agosto

    Es la fecha en la que los indígenas liderados por Adolfo Moye iniciarán una nueva marcha en defensa de su territorio.

    Posición oficial. “Quieran o no, se hará la carretera”, expresó el presidente Evo Morales el pasado miércoles en Sacaba, Cochabamba.

    “Pedimos respeto a nuestros derechos. No pueden engañarnos y decir vamos a llevar un desarrollo, en el fondo mienten”.

    Adolfo Moye-TIPNIS

    “Otra ruta fuera del TIPNIS representa otra carretera”.

    Luis Sánchez-ABC

    “Déjenos vivir en paz y con nuestras costumbres en nuestro territorio”.

    Marcelino Chávez-TIPNIS

    “Hay preocupación de parte de los hermanos indígenas del TIPNIS, por eso se ha decidido marchar en agosto”.

    Adolfo Chávez-CIDOB

    “No existe un di-seño aún del tramo II. Como corresponde, nosotros vamos a rea-lizar las consultas”.

    Wálter Delgadillo-Ministro

    “Todos los indígenas quieren la vía, los que no lo quieren son los dirigentes”.

    Julio Salazar-Senador MAS

    “Iniciaremos una marcha en contra de la CIDOB y en defensa del Gobierno”.

    Sergio Hinojosa-Conamaq

    “No se puede vulnerar los derechos de los comunarios, el Gobierno debe consultarlos”.

    Pedro Nuni-Diputado MAS

    “Hay la intención de hacer quedar mal al Gobierno”.

    Irineo Condori-MAS

    “Los indígenas deben consensuar con el MAS porque un camino es desarrollo”.

    Freddy Torrejón-CSUTCB

    “Debemos velar por el medio ambiente y por desarrollo, nosotros queremos intermediar en el acuerdo con los originarios”.

    Octavio Alarcón-CSIB