Cobija. Senderos de cocaína dejan temor

Microtráfico. En la última semana, la Policía brasileña se incautó de 20 kilos de cocaína boliviana que ingresó a Brasileia por el fronterizo Puente de la Amistad. Vecinos sienten miedo.

image Línea. El Puente de la Amistad divide la frontera entre Brasil y Bolivia. Los traficantes se dan modos de pasar de un lado a otro con droga. Muchos usan vías informales, por el río y atravesando el monte



EL DEBER. Cobija

El paso de la cocaína por Cobija ha cambiado la vida de este pueblo. Ahora el miedo domina a muchos de los habitantes de la frontera norte boliviana porque, de a poco, la ley de los microtraficantes de droga les ha impuesto el silencio. A Clara (nombre ficticio) le tiemblan los labios cuando se le habla del reportaje periodístico de la Red Record de Brasil, en el que se denunció que en Cobija, en la casa de una mujer llamada ‘Titina’, se vendía cocaína.

Los cobijeños tienen fresco en el recuerdo al menos siete asesinatos violentos que se han dado en las calles de su pueblo en los últimos 12 meses. Hace un par de meses, un sicario brasileño abatió a tiros a un joven pandino, cerca del regimiento de la Fuerza Naval Boliviana. La cocaína boliviana va hacia Brasileia o hacia Epitaciolandia (ciudades de la frontera brasileña) escondida en los equipajes de bolivianos y brasileños que cruzan los puentes en vehículo tratando de burlar el control de la Policía Federal Rodoviaria de Brasil, porque en Cobija no hay controles.

Vecinos cobijeños y la Policía brasileña coinciden en que buena parte del microtráfico va y viene por senderos clandestinos hechos en el monte de la frontera, que conducen hacia el río Acre y que de allí se dirigen en bote o incluso a pie hacia el otro lado de la frontera.

Clara tiene rostro de cansancio. Es una anciana cobijeña cargada de años y de sustos, sobre todo desde que algunos distribuidores de droga se asentaron en la ciudad y atrajeron el mundillo violento de intermediarios y cocainómanos, bolivianos y brasileños.

Su esposo la acompaña y escucha sin involucrarse. Él no quiere decir nada. Luego de unos minutos, Clara decide contar lo que sabe.

Ella dice que la avenida Circunvalación es una pasarela nocturna en la que desfilan ‘pitilleros’ y traficantes que llegan desde la otra orilla del río Acre.

"Lo de Titina todo el mundo en Cobija lo sabía, solo que da miedo meterse con ellos", dice Clara. El hijo de Titina, que en el documental brasileño es identificado como guardaespaldas, según cuenta Clara, fue tiroteado por narcos afuera de su casa hace algunos meses.

Estuvo herido, pero se recuperó. En el barrio todos lo oyeron. Se sabe que Titina y su hijo huyeron horas después de que la televisión brasileña difundió el video donde se registra sus rostros y su vivienda, que está ubicada en la avenida Circunvalación. Los vecinos de Cobija vieron llegar al día siguiente a la casa de Titina a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcc) para intervenirla, pero no encontraron a ninguno de los dos. No se conoce más detalles sobre el operativo.

De acuerdo con Clara, la droga circula por el pasillo que une la avenida Circunvalación con Puerto Asamauma. Allí hay un sendero en medio de los barbechos que desemboca en el puerto desde donde se cruza a Brasil por medio del río sin que nadie revise, sostiene.

Pero en el pasillo hay una oficina policial boliviana que es atendida por dos oficiales y que tiene tres pequeñas carceletas. Los vecinos se quejan porque la Policía, según ellos, no concentra sus esfuerzos en controlar a los ‘narcos’ de la zona y porque sus acciones se limitan a arrestar ebrios y buscapleitos.

Mientras Clara desahoga sus miedos, un par de niños yaminahuas se yerguen sobre el pasillo de Puerto Asamauma. Ellos vienen de Samahoma, territorio indígena ubicado en Brasileia. Oficiales de la Policía boliviana y de la brasileña coinciden, por separado, en que los narcotraficantes utilizan a los yaminahua para hacer reconocimiento de los lugares donde van a llegar, o a veces como ‘mulas’. Clara teme que los niños le cuenten a los traficantes que la han visto hablar con un extraño que está grabando la conversación y que saca fotografías, así que cierra la charla diciendo que ya no puede seguir, y se va.

Desde el enfrentamiento entre militares y civiles que hubo en Pando en septiembre de 2008, a la gente no le gusta hablar de política. Pero el rechazo a hablar sobre el microtráfico es peor y provoca el pánico. "No señor, a mi no me gusta hablar de política y mucho menos de drogas", dice la mayoría de los taxistas que esperan clientes en la capital pandina. Otros vecinos dicen que no conocen a nadie en Cobija.

Carola (nombre ficticio) vive en la capital desde hace casi 20 años. Ella llegó del interior del país y cuando decidió establecerse allí, en sus palabras, Cobija era como una isla olvidada por el país, pero donde uno encontraba tranquilidad. Más o menos ocho años atrás, la ciudad comenzó a cambiar y ahora percibe que no hay seguridad para nadie en la calle. "Hay unos caminitos en el monte por donde va y viene gente decente de Bolivia y Brasil, pero también los ‘narcos’", cuenta.

Carola dice que no se mete con nadie, pero sabe que hay barrios marcados. Uno de ellos es Chelio Luna. Otro es Villamontes y hay un tercero que no recuerda el nombre. Ella asegura que en los tres puntos se vendía droga "como si fuesen bolos de leche".

"Fuera de la política, el tema de la droga es una de las cuestiones más calientes y los cobijeños estamos renunciando de a poco a nuestra libertad de expresión por miedo a ‘narcos’ o a políticos", sostiene Juan Carlos Tibubay, ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Pando. Muchas veces se ha dejado de investigar cuando la Policía resuelve que se trata de líos derivados de la venta de droga, asegura.

Cruzando por el barrio Villamontes de Cobija de noche se entiende de qué habla Tibubay. En la calle andan hombres que parecen no tener más que huesos y ojos. Hablan a gritos, se enloquecen de rabia y de risa súbitamente. Gritan en portugués y en ocasiones son violentos.

Una semana después de que se presentó la denuncia de microtráfico en Cobija a través de la televisión brasileña, no se ha visto mucho a los hombres convertidos en locos por la droga. Sin embargo, se piensa de que con el paso de los días todo debe volver a la rutina.

Hallan 20 kg de droga boliviana en Brasileia

En la última semana la Policía Federal Rodoviaria de Brasil ha capturado en tres operativos diferentes a cinco hombres y mujeres que introdujeron desde Cobija clorhidrato de cocaína. En este periodo, la federal brasileña confirmó que se incautó en Brasileia un total de 20 kilos de droga boliviana.

Brasileia y Epitaciolandia también sufren. La droga boliviana se filtra por la frontera como líquido por una coladera porque los controles formales de la Policía Federal Rodoviaria brasileña se concentran en los puentes que unen a las dos ciudades con Cobija mientras que lo grueso, se teme, pasa por senderos que llevan al río Acre.

Así lo confirmó el oficial a cargo del turno de vigilancia nocturna de Brasileia. Martes, miércoles y sábado de esta semana han habido hallazgos de droga, de acuerdo con la Policía brasileña. Pero la preocupación apunta hacia los barbechos de las orillas del Acre porque allí se han encontrado muertos por arma de fuego y que sus casos han sido cerrados como ‘ajustes de cuentas’.

Alexander Moraes Lima, periodista y director del diario web O Alto Acre de Brasileia, señala que la cocaína que se incauta en la frontera boliviana-brasileña tiene una pureza de más del 98% y que normalmente el tráfico tiene por destino la salida norte de Brasil hacia puertos del Atlántico.

Sin embargo, Brasileia y Epitaciolandia todavía se consideran ciudades tranquilas y más o menos seguras. Para los pobladores, donde se cuentan algunos bolivianos, la diferencia pasa porque en la orilla brasileña se ejerce mejor control que en Bolivia.

Sucede    

– Operativo. La vigilancia en las fronteras se intensificó con la operación Centinela, lanzada en junio por el Gobierno de Brasil.

– Resultados. El Ministerio de Justicia de Brasil informó de que capturó a 550 personas partícipes en el tráfico de drogas y contrabando. También indicó que la cantidad de cocaína encontrada en el último mes fue de 527 kilos, lo cual es 233 veces mayor a junio del 2010.

– Marihuana. Los datos publicados en medios de comunicación, basados en informes oficiales del Gobierno brasileño, indican que también hubo incautación de marihuana. En junio fueron detectadas 10,5 toneladas, una cantidad también superior a las decomisadas de enero a mayo, de 6,38 toneladas.

– Estrategia. La nueva estrategia divulgada por autoridades brasileñas se centra en la inteligencia y el trabajo integrado de agentes de seguridad de Brasil y países vecinos. También contempla fuerte aumento en la presencia de fuerzas de seguridad en las áreas fronterizas.

– Transporte. Los traficantes de droga utilizan diversos medios para ingresar con droga a Brasil. Las maletas con doble fondo son un método todavía muy usado. También suelen simular la sustancia ilícita en la carga que llevan camiones. La persona hallada con sustancias controladas es inmediatamente aprehendida.