¿Indígena o cocalero?

Iván Arias Durán

La marcha indígena esta destapando una serie de aspectos que marcaran un antes y un después para el gobierno masista. El primer tema que se ha puesto en cuestión es el referido a la tan mentada sepultura de la República y la erección del Estado Plurinacional por lo que Bolivia pasaba a convertirse en la sumatoria de 36 naciones con “su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales” (CPE,2009). Esta definición suponía la necesidad de cambiar la forma de interrelación entre el poder central y las naciones, pues obligaba a un trato más horizontal e igualitario entre actores. Pero, claro, eso suena bonito para el papel, porque en la práctica el actual Gobierno no estaba ni está dispuesto a asumir este principio como, igual, jamás, estuvo de acuerdo con las autonomías departamentales ni municipales. Por lo tanto en un acto de lealtad intelectual, deberían proceder a sacar de su folletería y simbología toda esa rimbombante alusión al estado plurinacional con autonomías que, a la hora de la práctica, se la pasan por el forro sin el menor rubor.

La segunda cuestión es la referida a la tramposa unión en una sola palabra de lo indigenaoriginariocampesino(IOC). En la República se diferenciaban a estos tres actores por razones históricas, culturales y económicas. Sin embargo, este respeto republicano a la diversidad fue anulado por los partidarios del estado plurinacional en favor de una homogeneización cuyas consecuencias la estamos viendo ahora: los campesinos y colonizadores reclaman, apegados a la CPE del 2009, que como no hay diferencias, por lo tanto, o todos tienen Territorios o todos tienen tierra porque desde su perspectiva, no es posible que unos tengan más de 1 millón de hectáreas y otros apenas 25 u 50 hectáreas. Por ello están tramitando una nueva Ley de Tierras. Por eso, la marcha de los indígenas tiene una proyección estratégica que subyace a la misma puesto que está en juego no solo el TIPNIS sino los más de 20 Territorios que son codiciados por grupos de migrantes del occidente que, dado su retraso y forma de vida, siguen considerando a la tierra como el factor central del desarrollo en base a la agropecuaria.



El tercer aspecto es el referido a la tan alardeada defensa de la madre tierra. Con el pasar de los años y en especial con el andar de los indígenas de tierras bajas, el gobierno ha sido desnudado y está demostrando que su mentalidad y accionar desarrollista al estilo minero-metalúrgico de bolivianos y brasileros es el que manda. Eso de respeto a la naturaleza les es postizo y les sirvió para encandilar a incautos ( incas con auto en Tiquipaya) y para posicionarse en los afiches pero no para construir un desarrollo diferente. Los liberales practicamos el desarrollo sostenible en vez del pachamamismo hueco. La legalización de 100 mil autos chutos son una pequeña muestra de cómo los plurinacionales aman el fierro antes que a los arboles. El capitalismo salvaje, supuestamente desterrado con Goni, está hoy instalado, vivito y coleando, en la plaza Murillo. “Naturaleza o muerte?!!” Pues, muerte!!!

La cuarta cuestión que está poniendo al régimen en calzoncillos es el referido a si verdaderamente es un gobierno indígena o más bien un gobierno de cocaleros. Los ataques a los pueblos indígenas desde Palacio de Gobierno han sido descarnados y los han tratado de ser agentes del imperialismo, traficantes de tierras, corruptos, manejados por las ONGs y enemigos de los intereses nacionales. La adhesión a los cocaleros ha resaltado como nunca: ni una sola critica a ellos, a esos cocaleros que han invadido y destruido la propiedad privada colectiva de los indígenas del TIPNIS para sembrar más y más coca. En contraposición el régimen no dice una sola palabra de censura a los intentos trogloditas de organizar contramarchas a la cabeza de los cocaleros. O es que se está buscando reeditar  los actos de la Calancha, Cochabamba, Caranavi y Pando?

Esta suma de imposturas e incongruencias el cherry se coronan con las últimas acciones donde, de la noche a la mañana, los agroindustriales (esos chupasangres, agentes del capitalismo, separatistas, encarnaciones de la antipatria y que “querían derrocar al indio”) son tratados con guante blanco, recibidos en Palacio y honrados con la presencia estatal es sus foros como en sus ferias. Ahora son los llamados a salvar a Bolivia del hambre y del aislamiento. Así, el eje cocalero-agropecuarios emerge ante la destrucción de la centralidad indígena y de los movimientos sociales. Y es que entre empresarios siempre es mas fácil entenderse, porque a la hora de la verdad, negocios son negocios y el resto es cháchara. Los agropecuarios, especialmente los que se cuadraron al centralismo, que desde hace años hacen buenos negocios con el régimen, están de plácemes y resultan los grandes victoriosos de estos cinco años de imposturas pseudo revolucionarias que nos llevaron a enfrentamientos entre bolivianos para, a costa de tanto odio y rencor, volver al punto de partida: que ganen los poderosos de siempre y que se imponga la política como el arte de manipular, dominar y anular al opositor y al más débil con el único de objetivo de acumular mas y mas poder. “Esito no más seria”, como dijo el difunto Cayetano Llobet, maestro de certezas.