La luna se va alejando

Pedro Shimose

SHIMOSE Cada día, la Luna se aleja tres milímetros de la Tierra. “Es por efecto de las mareas, más potentes que la ley de gravedad”, dice un científico. Algo parecido ocurre con el Gobierno respecto a los movimientos sociales: Cada día, el presidente “indígena” se aleja tres kilómetros de los indígenas. “Es por efecto de la soberbia, más fuerte que el instinto político”, dice un politólogo. El lío que se ha armado por la construcción de la carretera, cuyo trazado atraviesa el TIPNIS, es de órdago. A tal punto que representantes de 34 etnias —eso dicen los periódicos— se han movilizado rumbo a La Paz, a pesar de las amenazas, las escuchas telefónicas, los insultos, el chantaje y las ofensas contra la dignidad de las indígenas del oriente boliviano. Como se sabe, el Presidente aconsejó a sus “hermanos” cocaleros que seduzcan a las indias para convencerlas amorosamente de que la carretera debe hacerse.

Desde que el presidente Evo dijera en tono imperial que la carretera se haría por el trazado previsto “lo quieran o no lo quieran” los indígenas del TIPNIS, las cosas han empeorado para el Gobierno y para el MAS. El Jefazo ha dicho que no hay alternativa posible y que los indígenas son unos “desubicados”. Los líderes de la marcha indigenista le han recordado al Presidente que él está donde está porque ellos le dieron su voto. ¿Quién es el desubicado? Le pidieron, además, que acudiera a reunirse con ellos. La respuesta gubernamental fue instigar a los cocaleros —presididos por quien sabemos— a que frenaran la marcha, confrontación que felizmente no se ha producido. Los que acudieron al llamado para bloquear la marcha de los indios fueron los “colonizadores” aymaras asentados en Yucumo. De producirse esta colisión, la protesta se convertiría en un conflicto entre indígenas andinos enfrentados a indígenas cambas. La prueba es que otros indígenas del oriente boliviano han declarado su apoyo a la marcha y bloquean otros caminos y carreteras.



De nada han servido los viajes comedidos de varios ministros. Los indígenas exigen hablar con el Presidente, pero don Evo se ha limitado a comentar que “la marcha se convirtió en una acción política”. Resulta curioso, pero eso mismo decía el presidente Sánchez de Lozada cuando el cocalero Evo Morales y el nacionalista aymara Felipe “Mallku” Quispe encabezaban, hace ocho años, sus marchas a la ciudad de La Paz.

¿Y el Gobierno? Lo único que se le ocurre es pedir, a estas alturas, la mediación del “sindicato católico”, tal como suele tipificar el Presidente a la Iglesia Católica. El Gobierno olvida que ésta aconsejó, al estallar el conflicto, el diálogo entre el Gobierno y las comunidades indígenas.

La Prensa – La Paz