Los barones de la coca

Rolando Schrupp

SCHRUPP Cuando se instala un proceso revolucionario este tiende a caer en una contradicción más allá de la sostenibilidad, pues resulta que la revolución es traicionada por las nuevas clases privilegiadas emergentes.

En el caso de las Revoluciones Rusa y Cubana fueron las burocracias instaladas las que se constituyeron en la nueva élite y usufructuaron del poder para vivir muchísimo mejor que los regímenes derrocados. El propio León Trotsky sufrió el exilio y fue asesinado por criticar la traición a la revolución.



En nuestra realidad ha surgido un nuevo grupo de poder que toma ventaja para su propio enriquecimiento dejando subproductos sociales nefastos. Esta nueva élite opera en la impunidad interna y cuenta con las gestiones internacionales para la reivindicación de su imagen. No han sido pocos los esfuerzos del régimen actual de despenalizar la hoja de coca y plantearla con extraordinarias cualidades místicas, culturales e incluso nutritivas.

Se ha planteado un debate emocional en contra de la racionalidad de todos los estudios e investigaciones que desnudan la realidad de la coca y su consumo, y demuestran mas allá de la toda duda que sus efectos son nefastos para la salud humana y que su uso es intencionado a explotar a los trabajadores que no cuentan con las condiciones de trabajo. Además, la sociedad en su conjunto sufre de los efectos directos de la delincuencia, la inseguridad y los dramas sociales fruto de la libertad de actuación de los narcotraficantes, que cuentan con condiciones de mercado más allá del liberalismo, teniendo insumos en abundancia e impunidad de actuación.

Al final, los barones de la coca gozarán de prácticamente una Republiqueta del Chapare ya que el jefazo es quien mantiene el poder.

El Sol de Santa Cruz