Luego de la crisis que puso al descubierto las manipulaciones desde el Órgano Ejecutivo con las que se controla a la justicia, sería bueno un similar sinceramiento acerca de los dictados del Palacio Quemado que pesan sobre el ex Congreso de la República, ahora rebautizado como Asamblea Legislativa Plurinacional.
En la reciente elección de las directivas camarales, se vio al presidente Evo Morales desplazarse por el territorio nacional para reunirse con las diferentes bancadas departamentales del oficialismo, operativo con el cual digitó las designaciones y evitó todo conato de rebelión dentro de las filas parlamentarias del MAS.
Que el mandatario cocalero se tomara tal molestia da cuenta del disgusto generado en el gobierno por los desplantes de autonomía de la ex presidenta de la Cámara de Diputados, Rebeca Delgado, quien no sólo se opuso a la Ley de Extinción sino que además se atrevió a pedir que se investigara a altos mandos gubernamentales en el caso de la red de extorsión.
Ahora, el “centralismo democrático” que rige en el oficialismo dispuso sus castigos sobre Delgado, probablemente emanados como instructivas desde la jefatura del Estado.
No habrá ninguna comisión para la ex presidenta, quien ha declarado que acepta el castigo, aunque sospechamos que no habrá tal docilidad y la fisura seguirá profundizándose.
Lo cierto es que el modelo hiperpresidencialista que caracteriza a la administración evista es altamente perjudicial para la independencia de poderes, condición sine qua non para la democracia republicana.
Otro síntoma de la peligrosa deriva hacia el autoritarismo emprendida por el país en los últimos años…