Indicadores engañosos

Humberto Vacaflor Ganam

VACAFLOR OK Los economistas nos pueden dar largas lecciones sobre cómo se mide la riqueza de las naciones, mientras el Banco Mundial nos ofrece voluminosas ediciones sobre el tema, todos los años.

Pero hay otros métodos que pugnan por ser tomados en cuenta para estos propósitos, y que son más amenos.



Un ejecutivo de la fábrica de whisky Johnnie Walker dijo que la economía de los países del tercer mundo está mejorando porque el año pasado demandaron 15% más botellas de etiqueta azul.

Pero hay que tener cuidado cuando se quiere tomar este indicador, que es novedoso pero también engañoso: cada botella de ese whisky cuesta unos 200 dólares.

En Venezuela, por ejemplo, los que más demandan ese whisky son los militares, los ejecutivos de PDVSA y los jerarcas del socialismo del siglo XXI. Los militares venezolanos llevan esta sana costumbre de beber whisky caro a los países adonde son destinados por razones de todo tipo.

Eso del whisky etiqueta azul es un indicador tan engañoso como decir, en estos días, que Brasil está mejorando y se aproxima a ser una potencia mundial porque tiene más billonarios que los otros países del club BRIC.

El dato de los billonarios lo publicó la revista Forbes, especializada en ese tema, que ubicó a Vladimir Putin en el cuarto lugar de los mayores millonarios del mundo: había alcanzado una fortuna de 4.000 millones de dólares en sólo ocho años de presidente de Rusia.

La prensa internacional dice que la fortuna de Putin surgió no de su pasado de jefe de la KGB, sino de haberse apoderado de las empresas petroleras que quedaron huérfanas de Estado cuando se derrumbó la URSS, cuando murió la madre patria socialista.

Los indicadores bolivianos sí que son engañosos porque hay un poderoso factor distorsionante. Los vehículos de lujo que usan los cocaleros del Chapare, que impresionan al presidente, tampoco son indicadores de una bonanza que comprenda a todos los bolivianos. Ni se puede decir que en Yacuiba hay una economía pujante solamente porque allí circulan más limusinas que en Santa Cruz.

Y, lo peor, estamos descubriendo en Bolivia que no se puede decir cuántas escuelas nuevas hay ni cuántos hospitales nuevos, sólo con los datos del gasto hecho por el señor presidente. Que se haya pagado por esas obras no quiere decir que hayan sido construidas.

Son indicadores engañosos.