Llegaron las encuestas

Juan Francisco Gonzales Urgel

BUBY En lo que pareciera el comienzo de una “guerra de encuestas” adelantada, los medios de comunicación han publicitado la supuesta “comodidad” del Jefe de Estado en el “eje Central” en referencia al 32.7% que según tendría si las elecciones fueran hoy (del 24 al 26 de mayo). La misma encuesta asigna el 16.4% a Samuel Doria Medina, el 13.8% a Rubén Costas, el 7.1% a Juan del Granado, el 5.6% a Adriana Gil y porcentajes menores a otros potenciales candidatos en las elecciones de 2014. De igual modo, el 19.3% sería la cifra de los indecisos.

Es claro que los resultados de una encuesta a tanta distancia de las elecciones no puede reflejar una tendencia definitiva sobre el comportamiento de los votantes con vistas al 2014, pero algunas cosas llaman la atención en cuanto a los posibles escenarios futuros.



A simple vista, por ejemplo, la “comodidad” asignada al Jefe de Estado se vendría abajo si se hiciera una simple suma con los porcentajes de los tres primeros (37.3%), algo no descartable si éstos consiguen una candidatura única. Dadas así las cosas, sería incuestionable plantearse la segunda vuelta, pero ¿y el 19.3% de indecisos quienes a pesar de la propaganda oficial desplegada durante los últimos 7 años parecen no haberse inclinado en favor del gobierno del “proceso de cambio? Esto aumentaría la diferencia de los opositores a Evo Morales en 56.6% y descartaría el ballotage.

Otros datos importantes arrojados por el estudio de opinión son los porcentajes casi insignificantes que los votantes asignan a las principales figuras del partido de gobierno, incluidos tanto personeros del Órgano Ejecutivo, cuanto representantes del oficialismo en el Órgano Legislativo. Al parecer, la “fuerza arrolladora” de Evo Morales, significativamente menguada, no alcanzaría para “jalar hacia arriba” a ninguno de sus seguidores en la búsqueda de curules parlamentarios –mucho menos los 2/3 de la Asamblea Legislativa Plurinacional- con los cuales está acostumbrado a gobernar.

Es probable que más allá del discurso triunfalista, los estrategas de Evo Morales vean como signo de alarma el pírrico 32.7% de preferencia electoral, después de varios años de cuantiosa propaganda y dispendiosos gastos en clientelismo. El ALBA, cuyo principal mecenas (Venezuela) ahora está en la tarea de revisar sus “cuentas por cobrar”, y los precios internacionales de las materias primas se encuentran en franco retroceso. Ello indica que los apoyos externos no serían los mismos, mientras que las demandas internas de promesas incumplidas se materializan en el bloqueo de calles y carreteras.

Para curarse en salud, ya el gobierno asignó en el Presupuesto General del Estado (2013) 189 millones de dólares para el “Evo Cumple” –proveniente de la retención de fondos no gastados por los Municipios y Gobernaciones- aunque ello no garantiza eficiencia de resultados, tal cual se ha visto por los más 400 millones que dicho programa gastó previamente. Dada la previsibilidad con que actúa, es posible que la estrategia gubernamental, para lograr presencia mayoritaria en el Órgano Legislativo, contemple el re diseño de las circunscripciones y recintos electorales y los sistemas de representación con criterios que privilegien la sobre representación rural campesina, –sus votos duros- con el argumento de la inclusión social.

Por el otro lado tenemos a una oposición atomizada, lo cual es compresible habida cuenta de que cada uno anda en el afán de lograr su propio caudal electoral, pero incapaz hasta el momento de hilvanar un discurso coherente para proponer una agenda propia –lo que sí es preocupante- y, atemorizada por los embates del gobierno.

De aquí al 2014 hay mucho camino por recorrer. Veremos qué rumbo toman los actores. La última reunión de la OEA en Antigua (Guatemala) ha dejado el mensaje de que las violaciones a los DD.HH. no pasarán fácilmente bajo la mesa, tampoco el incumplimiento de su Carta Democrática, ni se dejará a la suerte de los cárteles el combate contra el narcotráfico.

Menudo brete estas asignaturas pendientes para el gobierno del “proceso de cambio” en vísperas a enfrentar un escenario electoral con una propuesta continuista.