En el MAS el silencio de los corderos le gana al debate interno

SILENCE Tiempos de cambio: un viceministro renuncia denunciando discriminación racial y las estructuras políticas del partido abanderado de la lucha contra el racismo en Bolivia lo manda a callar por indisciplinado. Luego, el ministro denunciado sale, da una conferencia de prensa y le grita ‘malcriado’ al indígena aimara que hasta hace pocas semanas figuraba como viceministro de Educación Superior, Benecio Quispe.

En los últimos meses, el Movimiento Al Socialismo no ha sabido manejar a los corderos que balan fuera del rebaño y la vicepresidenta del partido, Concepción Ortiz, ha sido la encargada de llamar al silencio a los dos últimos corderos, Rebeca Delgado y Benecio Quispe, a quienes reclamó no haber acudido a instancias orgánicas para ventilar sus diferencias antes de hacerlas públicas.

Y es verdad, como dice el exrector de la Uagrm Reymi Ferreira, un partido político no es un club de amigos, tiene sus reglas y los problemas deben ventilarse primero adentro, pero según Delgado, las posibilidades de debate interno se esfuman cuando el vicepresidente, Álvaro García Linera, es el que lidera la reunión.



Delgado se confiesa impactada por el término utilizado por Roberto Aguilar, ministro de Educación, para referirse a Quispe: malcriado. “¿Eso quiere decir que los otros, los no indígenas son los bien criados? No puede haber un término más colonialista y patriarcal”, opina la diputada.

En su opinión, una expresión como esta no tiene sentido en una gestión de Gobierno en la que se está trabajando temas como la lucha contra la discriminación y en la que se nota que algunos que forman parte del proceso necesitan cambiar de mentalidad.

La oposición interna

Para el senador del MAS Adolfo Mendoza, este problema parece más grande de lo que es por el mismo hecho que, en estos momentos, “no es posible hacer política al margen del MAS”.

Cree que su partido condensa las fortalezas y debilidades del sistema político y pide diferenciar las actitudes personalísimas, como las del exviceministro Quispe y de Delgado, y de una reflexión colectiva que se da al interior del partido. En este sentido, comprende a Concepción Ortiz que llama a los militantes del partido a usar los procedimientos internos para entenderse.

Sin embargo, un exmasista como Raúl Prada considera que el MAS nunca ha existido y lo considera una ‘Cenicienta política’ que creció como una gelatina inflada a partir de 2002. Cree que el MAS como partido o instrumento nunca fue importante en los momentos de la emergencia social, en que los movimientos sociales fueron los protagonistas de esos hechos.

“Todos los partidos en el poder se parecen, sean de izquierda o de derecha. El MAS es solo una cúpula que se ha montado en la cresta de la ola, usurpando el poder de los movimientos sociales. Como dice Snowden, vivimos en un Estado de excepción prolongado”, explica Prada.

Sin embargo, Mendoza asegura que en el MAS sí hay espacios para oposición interna y pone como ejemplo el trabajo que él y la presidenta de la Cámara de Senadores, Gabriela Montaño, desarrollaron en la séptima marcha indígena, cuando fueron a negociar con los marchistas en Guarayos, renegociando la Ley de Autonomías, pese a la oposición del Ejecutivo, representado por Carlos Romero. Asegura que lo mismo sucedió con la ley de consulta del Tipnis, algo a lo que se oponía el Ejecutivo.

Por ello considera que Quispe es análogo a Delgado en su actitud ‘personalísima’. “El caso de Rebeca es un show de vanidades”, dice el senador, que añade que la expresidenta de Diputados dejó de lado el trabajo intelectual, dejó de responder a la intelectualidad orgánica y al trabajo colectivo. Delgado asegura que la discusión interna se da solo entre iguales, pero cuando García Linera participa de los encuentros nadie se atreve a decir nada. “Álvaro García es la involución del proceso de cambio, Evo es la evolución”.

Quispe, por su parte, ratifica su denuncia de supuesto racismo contra Aguilar y asegura que el ministro y exvicepresidente de la Asamblea Constituyente ordenó a los directores de su viceministerio trabajar de forma directa con él. Señala que aún no ha recibido ninguna comunicación de parte del MAS, pero que utilizará todas las reuniones internas para demostrar que lo que dice es cierto.

Para el analista y director del semanario Nueva Sociedad, Pablo Stefanoni, con la llegada al poder, en el MAS se introdujo la lógica estatal. Además, recuerda que en el ‘instrumento político’ nunca hubo mucho debate ideológico ni corrientes. “Se puede disentir en todo mientras no sean temas ‘sensibles’. No es una estructura con una ideología cerrada y codificada tipo los antiguos partidos comunistas. Creo que es una mezcla de cultura sindical campesina, liderazgo fuerte presidencialista, falta de instancias organizadas al interior del MAS”, señala.

Allí apunta Prada, un exadulado de Evo Morales en la Constituyente: “El MAS nunca ha sido tomado en serio o consultado por asuntos de gestión. Todo está subordinado al ‘clarividente y líder histórico’. Es una organización centralizada basada en un caudillo, en un mito”.

Tres momentos de salida de figuras del partido de gobierno

Desde antes de llegar al poder, el MAS ha tenido purgas que han dejado sin mandos medios al partido gobernante. El fenómeno se acentúa.

La expulsión de Filemón Escóbar justo antes de dar el salto al poder

Filemón Escóbar había sido casi un faro ideológico dentro del MAS. A principios de 2005 fue expulsado del partido, supuestamente por favorecer a intereses estadounidenses en el Senado. Nunca hubo reconciliación con Evo Morales, pese a que el ex dirigente minero había sido uno de los gestores del movimiento.

Román Loayza se va por los cambios a la Constitución

Loayza no solo era el jefe nacional de bancada del MAS en la Constituyente, sino el hombre que dirigió a la Csutcb para provocar la renuncia de Carlos Mesa en junio de 2005, sepultando con ello a los partidos políticos. Loayza no estuvo de acuerdo con que se cambiara el texto aprobado en Oruro.

Las peleas de Delgado contra el ‘vice’

La última en quedar fuera del esquema de poder fue Rebeca Delgado, que mantuvo un enfrentamiento con el vicepresidente. Otro que se fue, por los mismos motivos, fue ‘Chato’ Prada

Los partidos tradicionales también tuvieron grandes luchas internas

Nunca, en la época de la democracia pactada, el MNR y la ADN tuvieron la hegemonía del MAS, pero también lograron la suficiente soltura para gobernar como para que los principales enemigos de la gestión gubernamental sean las peleas internas.

En la década de los 80 fueron legendarias las peleas entre Gonzalo Sánchez de Lozada y Guillermo Bedregal cuando ambos eran miembros del gabinete de Víctor Paz Estenssoro, líder histórico, incuestionable de los rosados, pero demasiado viejo como para permanecer mucho más tiempo a la cabeza. Goni y Bedregal se ‘pateaban las espinillas’ por debajo de la mesa, disputándose el liderazgo para cuando el ‘Mono’ ya no sea el líder. Pateó más fuerte Goni.

A principios de este siglo, algo parecido sucedió en ADN. Con Hugo Banzer enfermo, los ‘dinosaurios’ y los ‘pitufos’ se disputaban el poder. En el partido del general, los dinosaurios estaban personificados por Guillermo Fortún, ministro de Gobierno, y los pitufos eran liderados por Tuto Quiroga, en ese entonces vicepresidente de la República. Esa pelea la ganó Tuto, que luego se desvinculó de la sigla ADN para formar Podemos.

Claves

1 Stefanoni cree que en el MAS se puede disentir de todo, menos de los asuntos que se van a votar. Esto se verifica en las leyes cuestionadas por Delgado.

2 Supuestamente, a la Asamblea Legislativa, las leyes le llegan ‘cocinadas’ desde el Ejecutivo, vía Vicepresidencia.

3 En lo orgánico, lo que molesta al MAS es que los problemas de disidencia se discutan en los medios de comunicación y no de manera interna.

4 Hasta el momento, las rupturas de los militantes descontentos no han afectado el poder del Gobierno y del MAS.

Análisis

El dogma indica que no se debe discutir en público

Carlos Cordero | Politólogo

Uno podría afirmar que el más vertical, el más rígido, donde hay menos democracia interna o libertad para la crítica y la disidencia es el Movimiento Al Socialismo. Llama mucho la atención que se busca los medios de comunicación como el espacio para el debate político y a la rigidez del MAS molesta que se ventilen los problemas de manera pública.

Ante esta publicación de los problemas, los militantes reciben atención, pero hay, al parecer, una línea, una especie de norma o dogma de que las decisiones de la mayoría se cumplen y no se discuten. Además, parece que otra norma es que ninguna disidencia se deben discutir de manera pública, como una obligación para pasar la página.

En el viejo sistema de partidos políticos, esto sí ocurría, pero tenía menos repercusiones. Los que disentían se iban discretamente del partido o eran expulsados en algún procedimiento interno. Acá, en el MAS, estos últimos disidentes no tienen deseos de marcharse ni son expulsados. Esa ambigüedad los tiene en el limbo.

Las diferencias de los viejos partidarios eran referentes a la gestión de Gobierno. En el caso de ADN, era una disputa entre tecnócratas y conservadores, y en el MNR las discrepancias entre Goni y Bedregal eran de modelo político.

Acá estamos hablando de cosas diferentes. No se trata de problemas de gestión, sino de temas como la discriminación y cosas muy fuertes en un partido que ha promulgado leyes contra ese problema. Al parecer, el pensamiento único, el centralismo democrático, parece que limitan temas estructurales como la libertad y otros valores.

El Deber – Santa Cruz