El método Pilatos consiste, obviamente, en lavarse las manos luego de tomar decisiones que pueden tener graves consecuencias.
En Bolivia, ha sido utilizado de manera reiterada por el régimen de Evo Morales. Por ejemplo, en Chaparina, donde se reprimió brutalmente a indígenas que protestaban contra un proyecto carretero gubernamental, y luego se alegó una “ruptura de la cadena de mando” por parte de la policía.
Otro caso es el de la denominada “red de extorsión”, en realidad un equipo de operadores jurídicos de los ministerios de Gobierno, Presidencia y Transparencia, encargado de torcer fallos judiciales.
Al descubrirse la existencia de esta red, fue rápidamente desconocida por sus superiores y sus integrantes acabaron convertidos en chivos expiatorios de la injerencia del Ejecutivo en la Justicia.
Ahora, el método Pilatos parece replicarse en el operativo de salida del senador Roger Pinto, aplicado esta vez por la administración de Dilma Rousseff, que alega una suerte de “ruptura en la cadena de mando” diplomática.
¿Otra pista de que el “plan de fuga” fue propuesto por Bolivia, como sugiere la Folha de Sao Paulo?
¿Se están exportando las “maniobras envolventes”?
Si así fue, estaríamos ante un gobierno que no sólo está dispuesto a quedar como violador del derecho internacional, al haber negado el salvoconducto correspondiente, sino que también prefiere quedar como inepto en seguridad antes que reconocer que hubo una solución concertada entre gobiernos y que permitió la salida del legislador opositor…