La presidenta argentina se dirige hacia su crepúsculo político

KLa presidenta Cristina Fernández comenzó a transitar lo que podría ser su ocaso político tras la derrota el domingo pasado en las primarias para las legislativas de octubre, pero superaría una crisis de gobernabilidad si evita aplicar más medidas que irriten a los argentinos.La combativa mandataria ha sufrido el debilitamiento de gran parte de su capital político desde que fue reelegida con amplio apoyo en el 2011 y eso quedó expuesto en las primarias, en las que sus candidatos perdieron en los cinco mayores distritos del país frente a opositores críticos a sus políticas económicas intervencionistas.En la clave provincia de Buenos Aires, hogar de un 40 por ciento de la población argentina, el peronista opositor Sergio Massa -ex jefe de Gabinete de Fernández- superó al candidato oficialista, exponiendo el desgaste de una gestión que tiene en la elevada inflación, la fuga de capitales y la inseguridad pública a sus talones de Aquiles.»La lectura que se hace en el peronismo sobre la situación de la presidenta se asemeja bastante a que está en un punto político terminal», dijo Pascual Albanese, un analista experto en el movimiento que ha dominado la escena política argentina en casi los últimos 70 años.El peronismo, un movimiento variopinto y cambiante que alberga todo tipo de ideologías, está dividido en facciones que suelen alinearse detrás del líder en el Gobierno, en un apoyo volátil que puede reagruparse rápidamente en torno a un nuevo liderazgo.Desde su reelección con un 54 por ciento de los votos, Fernández impuso un impopular control de cambios para intentar frenar una fuga de capitales, nacionalizó el control accionarial de la petrolera YPF -la mayor empresa del país- y profundizó con resistidos planes de reforma su enfrentamiento con medios de comunicación independientes y gran parte del Poder Judicial.Fugas y fatigasAhora, con la popularidad menguada y la posible pérdida del dominio del Congreso en las elecciones de octubre, los analistas políticos prevén fugas desde el peronismo oficialista hacia filas opositoras y un Gobierno con «fatiga de material» y sin respuestas a las demandas sociales.Algunos analistas creen que Fernández se verá forzada a evitar medidas tormentosas para no enfrentar una crisis de gobernabilidad. Decisiones impopulares como el control de cambios y la negativa de su administración a admitir la alta inflación en el país fueron algunos de los lastres que perjudicaron su popularidad.»La presidenta es vehemente pero no come vidrio (no es ingenua). Ella no cambiará el rumbo, pero sí moderará algunos modos. Va a tratar de evitar hacer locuras. Así no creo que haya una crisis de gobernabilidad», dijo el analista Carlos Fara.»El Gobierno mantiene un alto poder de fuego y un alto poder de capacidad de escarmiento (…) Tiene poder de veto (a medidas del Congreso), puede gobernar por decreto», agregó.El control del Congreso le permitió al Gobierno aplicar su programa económico intervencionista, lo que incluyó la nacionalización de la aerolínea de bandera, de los fondos privados de administración de pensiones y de la petrolera YPF.La derrota de los candidatos oficialistas en las primarias también aleja la posibilidad de una reforma constitucional que permita extender el Gobierno de Fernández más allá del 2015, convirtiendo a la actual administración en un virtual «pato cojo».Las primarias eran consideradas un gigantesco sondeo de cara a las elecciones legislativas del 27 de octubre porque permitieron medir la popularidad del Gobierno y verificar si los aliados de Fernández cuentan con fuerza suficiente para intentar una reforma de la carta magna que la habilite a competir por una segunda reelección.En los comicios de octubre se renovarán 24 escaños en el Senado -un tercio del cuerpo-, y la mitad de los 257 asientos de la Cámara de Diputados.El analista Jorge Daniel Giacobbe descartó que Fernández vaya a moderar lo que ella denomina «su modelo económico de inclusión social» y que incluye una batería de subsidios sociales.»Eso podía pasar cuando dentro del kirchnerismo estaban las cabezas más negociadoras, que se fueron. Ahora se quedarán más solos, negando la realidad. Se van a ir descomponiendo hasta el cambio en el 2015, pero sin crisis profunda», explicó Giacobbe.Con un sistema de partidos políticos debilitados e hiperpresidencialista en el que el Gobierno puede tomar decisiones por decreto, Fernández podría mantener el control de la agenda política, aunque con un apoyo más condicionado en el Congreso.»Parece probable que el Gobierno insista en sus políticas heterodoxas y es probable que trate de recuperar la iniciativa con movimientos políticos audaces», dijo Daniel Kerner, director de Eurasia.»La diferencia ahora es que es probable que encuentre resistencia cada vez mayor, de los políticos, los medios de comunicación y el Poder Judicial», argumentó.Reuters