La Edad del Eclesiastés

Jimmy Ortiz Saucedo

jimmy-ortiz1 El Eclesiastés es un libro bíblico que pertenece al Antiguo Testamento. Es un libro polémico, que necesita ser comprendido y contextualizado en su verdadera dimensión. Corresponde a las dudas y los sentimientos de un hombre que como pocos lo tuvo todo en la vida, el Rey Salomón. Sabiduría, riquezas, placeres, poder, belleza, buena fama, fue la norma en la vida del Rey. Sin embargo, llegando al fin de su vida, le asaltan dudas existenciales: ¿y ahora qué? ¡Me estoy muriendo! ¡De que sirvió todo esto!

Dice el Eclesiastés: “vanidad de vanidades; todo es vanidad. ¿Qué provecho queda al hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol? Todo es vanidad en el mundo. Una generación pasa y otra generación viene, y la tierra subsiste siempre. Y sale el sol y se pone el sol, y se apresura a su lugar, donde vuelve a salir (…) Todas las cosas son fastidiosas más que el hombre puede decir; no se sacia el ojo de ver, ni el oído se harta de oír (…) Lo que fue, eso mismo es lo que será, y lo que se hizo, eso mismo es lo que se hará; no hay nada nuevo bajo el sol (…) No hay recuerdo de las cosas pasadas; ni de las que serán en el futuro, tampoco habrá recuerdo en lo que será después”. Este es el contexto del Eclesiastés.



Todo lo que nace muere, es la inexorable ley de la vida. Le edad del Eclesiastés es la conciencia que el fin está llegando. Es un punto de inflexión en la existencia, comenzamos a ser abuelos, nuestras fuerzas no son más las de ayer; aunque paradójicamente nuestro espíritu y nuestra conciencia son más lúcida que nunca.

Comenzamos a sentir que este ya no es nuestro tiempo, que debemos ceder espacio a nuevas alas, que harán volar la sociedad más lejos, como expresó el filósofo. Somos apenas un instante agridulce en la eternidad, tenemos que devolver el barro a la tierra y el soplo Divino a Dios. No tengo dudas que será un retorno maravilloso.

En lo particular comencé a tener conciencia de mi propia edad del Eclesiastés al cobrar mi primer “Bono Sol”, que hoy le pusieron un nombre populista, pero es la misma vaina prebendal. Allí comprendí que tengo 60 años, la esperanza de vida promedio en el Tercer Milenio. Todo el tiempo adicional de vida, será contra las estadísticas.

Nací a mediados del siglo XX, en la tierra más cálida y hermosa del mundo. Una romántica aldea de 50.000 habitantes llamada Santa Cruz, rodeada por la biodiversidad más grande del planeta. Fui feliz aquí con mi gente linda. Crecí con ella hasta los más de 3 millones que tiene hoy, pese al Censo trucho 2012. Vi llegar 1 millón de personas en la última década, en busca de su Tierra Prometida.

Por algún motivo nunca pensé llegar al año 2.000, me parecía muy lejano el cambio de milenio y ser muy viejo tener 50 años. Pero la vida es así, impredecible, probablemente esa sea una de sus bellezas.

La edad del Eclesiastés es trascendental, a pesar de las naturales dificultades que conlleva. Ella inicia la liberación de las ataduras del materialismo y nos encamina a lo verdaderamente importante. Perdemos el miedo y empezamos a dejar volar nuestra alma, practicando para el vuelo definitivo, como lo hace el aguilucho en su nido.

Luego es solo esperar que el final sea como un bello atardecer en la Tierra Camba. Que la luz se vaya apagando lentamente y al final sea una explosión de colores, que de paso a la oscuridad final, y que Dios se apiade de mi alma.