Porvenir: Entre los paramilitares de Quintana y Becerra actuaron “satinadores” de Sanandita

Alianza-Becerra-Quintana El primer muerto en el conflicto lo provocó gente armada que Quintana y Becerra infiltraron en la marcha indígena, generando una reacción más violenta aún en el bando contrario que sacó a sus sicarios para masacrar. Sicarios que tras la masacre se pasarían al bando del mismo Quintana

La marcha convocada por las organizaciones indígenas y campesinas de Pando era un movimiento francamente pacífico, por ello participaban niños, ancianos y mujeres embarazadas que se movilizaron reivindicando el justo derecho a la tierra y el territorio, partiendo desde Riberalta a Cobija. Pero esa marcha fue infiltrada por un grupo armado que seguía órdenes del ex mayor de Ejército Juan Ramón Quintana, Ministro de la Presidencia, y del ex alcalde de Cobija Miguel “Chiquitín” Becerra, antiguo militante de Acción Democrática Nacionalista (ADN). El objetivo político de ese acuerdo, defenestrar al prefecto Fernández, habría implicado una estrategia armada que precipitó los trágicos enfrentamientos en Porvenir, por lo que ambos dirigentes, Quintana y Becerra, tendrían un grado de responsabilidad en la tragedia igual o mayor a la del ex Prefecto encarcelado. El escritor César Brie, co-realizador de uno de los filmes mejor documentados sobre los sucesos de Porvenir, ratificó el trasfondo de esa alianza en una esclarecedora entrevista difundida el miércoles por la red Erbol…



© Wilson García Mérida

Las armas de la razón

“César Brie dice la verdad, esa gente armada no tenía nada que ver con la marcha organizada por la Federación de Campesinos y la Cipoap, eran paramilitares, a muchos de ellos los conozco, eran oficiales encubiertos del Ejército, eran satinadores de la Escuela de Cóndores de Sanandita”, confirma un ex funcionario de la municipalidad de Cobija que estuvo presente en los sucesos de Porvenir el 11 de septiembre del 2008.

El testigo, que se protege en el anonimato para seguir viviendo, brindó a Sol de Pando algunos nombres de oficiales del Ejército que se habrían infiltrado en la marcha indígena practicando como alumnos de la Escuela de Cóndores, que es una unidad de adiestramiento en Operaciones Sicológicas (Opsic) y guerra contra-insurgente creada durante la dictadura de Luis García Meza ante el bloqueo de Estados Unidos contra ese régimen delincuencial, bloqueo que impedía a militares bolivianos capacitarse en la Escuela de las Américas del Comando Sur.

El enganche militarizador entre el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana y el ex alcalde de Cobija Miguel Becerra Suárez —que según César Brie tuvo el expreso fin de derrocar al ex correligionario de Becerra, el prefecto constitucional Leopoldo Fernández— desnaturalizó la marcha pacífica convocada por la Federación Sindical de Trabajadores Campesinos de Pando (Fsutcp) y la Central Indígena de Pueblos Amazónicos de Pando (Cipoap), generando una trágica y sangrienta confrontación, con muertos de inocentes en ambos bandos durante esa jornada particularmente.

Una movilización pacífica

En septiembre del 2008, el Gobierno de Evo Morales enfrentaba en el país —dividido entre el occidente andino y la “media luna” oriental— una dura resistencia de terratenientes y empresarios agroindustriales ante la aplicación de la Ley de Reconducción del Instituto Nacional de Reforma Agraria (Inra), que beneficiaba a los indígenas con dotaciones de tierras comunitarias en áreas de reserva fiscal disponible y ponía un límite de 5.000 hectáreas para los latifundios. Ante la toma de instituciones como el Inra por parte de latifundistas que expandieron una onda separatista desde Santa Cruz, los campesinos originarios de Pando se movilizaron como parte de una movilización popular a nivel nacional convocada por la Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb).

En Pando, la Fsutcp convocó a sus bases para marchar a Cobija en defensa del Inra. Allí debía realizarse un ampliado en su sede sindical los días 13 y 14 de septiembre. En su convocatoria lanzada el 5 de septiembre, instruía a sus afiliados que “deberán traer cuchara, plato y caneco”, lo que denotaba el carácter pacífico de dicha movilización.

Quintana y Becerra, además del entonces alcalde de Filadelfia Antonio Aguilera, aprovecharon esa convocatoria para precipitar violentamente la caída del prefecto opositor Leopoldo Fernández. Más aún: el Ministro de la Presidencia no desaprovechó el momento para cumplir su propósito de militarizar un territorio que tomaba para sí dentro su particular guerra de posiciones en el “proceso de cambio”, con un despliegue de tropas que no se había visto en ninguna parte del país desde las épocas del narco-dictador Luis García Meza.

El filme documental “Tahuamanu – Morir en Pando”, codirigido por César Brie junto con el cineasta argentino Javier Horacio Álvarez, refleja testimonios de familiares de víctimas que reclamaban porque los seguidores del ex alcalde Becerra intentaron obligarles a portar armas. Muchos de ellos tuvieron que hacerlo contra su propia voluntad, y terminaron siendo el blanco favorito de los francotiradores y sicarios prefecturales que los masacraron en Porvenir. El caso más doloroso es de aquellos jóvenes normalistas de La Paz que, haciendo un alto en sus estudios, llegaron a Pando para morir creyendo que participan en un encuentro social pacífico y solidario.

Quintana negó, por supuesto, tal infiltración armada. Inicialmente el producto audiovisual fue apoyado con entusiasmo por el Ministerio de la Presidencia; pero quitó el apoyo mientras Brie persistiese en informar sobre las evidencias de infiltración paramilitar dentro la marcha.

“Lo que el Ministro de la Presidencia llevó a Pando fueron las armas de la razón para impulsar un estado de rebelión que estaba relativamente adormecida en esta región…”, zafó el ex militar cuando el equipo de Brie le abordó el tema durante la realización del documental.

El video “Tahuamanu – Morir en Pando”

Este documental inicialmente auspiciado por el Ministerio de la Presidencia, fue censurado por Quintana que impidió su difusión en Canal 7 debido a que sus productores se negaron a quitar los testimonios sobre infiltraciones armadas en la marcha indígena. Fue exhibido en la Cinemateca de La Paz y en salas alternativas en el resto del país.

Quintana y Becerra: el banzerismo en acción

“Mi juicio sobre la masacre de Pando es que hubo una masacre, que había un grupo dentro de los campesinos que no eran exactamente campesinos y que estaban armados, y era un grupo que pertenecía a lo que fue la alianza entre Juan Ramón Quintana y Miguel ‘Chiquitín’ Becerra, el líder local del Movimiento Amazónico de Renovación (MAR), que era el aliado del MAS en ese momento en Pando”, afirmó César Brie en la entrevista con el periodista Pedro Saúl Gemio de la Red Erbol.

“Chiquitín” Becerra era un antiguo militante de Acción Democrática Nacionalista (ADN), partido liderado en los años 90 por el ex dictador Hugo Banzer Suárez, bajo cuyo padrinazgo surgió a la vida política. Con apoyo directo de Leopoldo Fernández, fue Alcalde de Cobija en tres gestiones hasta enriquecerse como sus mentores; pero tras la muerte de Banzer, Becerra comenzó a tomar distancia de Fernández, a quien veía un obstáculo para sus aspiraciones personales, pues Leopoldo gozaba de mayor confianza en el entorno del Jorge Tuto Quiroga, un joven liberal, ingeniero civil, sucesor de Banzer dentro su partido.

“Yo lo llamo un aprendiz de cacique, había trabajado 20 años con Leopoldo Fernández y por razones muy personales de poder, como caudillos se habían separado, peleado”, comenta Brie hablando de Becerra Suárez.

Quintana habría aprovechado “estratégicamente” esa ruptura de ambiciones entre Fernández y Becerra, profundizándola a extremos sangrientos aquel 11 de septiembre del 2008.

Además, entre Quintana y Becerra había en común una simpatía y nostalgia compartida por el general Banzer. El ex mayor del Ejército y actual Ministro de la Presidencia de Evo Morales, según su currículum oficial, entre 1998 y 2001 —es decir desde que Banzer ganó las elecciones del 97 hasta su muerte— fue Director de la Unidad de Análisis de Políticas de Defensa, en el Ministerio de Defensa Nacional de aquel Gobierno. Tras el fallecimiento de Banzer que sucumbió a un cáncer terminal un año antes de cumplir su gestión, Quintana fue destituido por el presidente sucesor Jorge Quiroga Ramírez.

Según la investigación de César Brie, Quintana y Becerra introdujeron armas en la marcha indígena, incluso disponiendo de recursos económicos para comprar fusiles y escopetas.

Sol de Pando ha corroborando esa información estableciendo que Quintana utilizó dineros provenientes de la cooperación venezolana destinados a proyectos sociales y productivos en el norte amazónico del país, como es el caso de la Cooperativa de Zafreros y Fabriles de la Castaña en Riberalta (Zafabri), una empresa autogestionaria creada con impulso del presidente Hugo Chávez que quebró antes de ser inaugurada, ya que Quintana —según denunciaron los trabajadores afectados por la quiebra de Zafabri— dispuso arbitrariamente esos recursos financieros para movilizar a los campesinos de Riberalta hacia Cobija, en una acción que incluía la compra de armas.

Un par de meses después de la masacre, el 27 de noviembre del 2008, el periodista Roberto Navia de El Deber entrevistó a Becerra en su mansión de la calle 6 de Agosto en Cobija. Cuando se despedían, el fotógrafo del periódico había observado seis bombas molotov apoyadas sobre una pared cerca al umbral del domicilio, las mismas que fueron usadas durante los enfrentamientos de septiembre. “Miguel Becerra fue consultado luego, por teléfono, sobre la presencia de esos explosivos y respondió que no los había advertido, pero que tampoco podía negar que los hubiera. Si estaban, puede que los hayan introducido sus hijos o los amigos de éstos con el fin de jugar, afirmó”, decía el periodista Navia en su crónica de la entrevista.

Pedro Oshiro, el primer mártir de Porvenir

Quintana sabe quien lo mató

Dice Brie sobre la muerte de Pedro Oshiro: "No caben dudas que existió la firme decisión de matarlo, y sin ningún otro mecanismo de defensa que pudiese haber evitado el resultado letal. Si Oshiro hubiese estado armado con un revólver o algún otro tipo de arma de fuego, no caben dudas que una reacción vital de supervivencia lo hubiese llevado a efectuar algún disparo contra su agresor, más aún teniéndolo a corta distancia y viendo, como se aprecia en las declaraciones de Boyé (el chófer que iba con él), que el encapuchado primero había efectuado dos disparos fallidos también a corta distancia contra éste último. Pero todo ocurrió como ocurrió: Así de impiedad. Como ocurriera posteriormente con Diter Tupa Matty, en el otro bando”.

Según la rigurosa indagación realizada por el equipo investigador de Brie, Leopoldo Fernández y los dirigentes cívicos que lo respaldaban habían tomado conocimiento, por lo menos con un día de anticipación, que en el municipio de Puerto Rico —en el sur de Pando— la columna indígena que se dirigía a Cobija —en el extremo noroeste del Departamento—, iba armada. Y era verdad. Los que llevaban armas y obligaban a los marchistas indígenas a tomar los fusiles comprados con plata entregada por Quintana y Becerra a Brusher Alpire, eran los paramilitares infiltrados, varios de ellos militares encubiertos, subordinados del Ministro de la Presidencia.

Según Brie, “los campesinos que venían de Puerto Rico no estaban armados, pero sí había un núcleo de personas armadas, todas las voces indican al Alcalde de Filadelfia (Antonio Aguilera). El brazo derecho que lideraba este grupo era Brusher Alpire que era guardaespaldas de Chiquitín Becerra”.

Sorprendentemente, fue el propio Brusher Alpire quien corroboró la versión del investigador audiovisual, afirmando que Becerra le había entregado mil dólares para comprar fusiles de caza y municiones. “Compré 17 salones —a cada salón le entran 16 balas— y 13 cajas de balas —con 50 cada una—, compré ocho kilos de iniciadores y 50 litros de gasolina peruana”, reveló Alpire el 20 de enero del 2009 durante una conferencia de prensa en La Paz. Precisó que el material bélico fue adquirido en la población de Soberanía, en la frontera de Pando con Perú.

Conocedores de aquella movilización armada, el Comité Cívico y los funcionarios de la Prefectura se apresuraron en crear un sistema defensivo para impedir el arribo de la marcha campesina a Cobija que la asumieron como una marcha armada, abriendo zanjas en las carreteras sobre los trayectos de Riberalta a Puerto Rico y de Filadelfia a Porvenir, empleando excavadoras y volquetas del Servicio Departamental de Caminos de la Prefectura (Sedcam).

Paralelamente a la excavación de zanjas por parte de ciudadanos comunes como eran los funcionarios del Sedcam defendiendo su ciudad y su fuente laboral (entre ellos el ingeniero Pedro Oshiro), los núcleos más fascistas, racistas y reaccionarios en el entorno político y social de Leopoldo Fernández —incluyendo los narco-sicarios de la banda de Mauro Vásquez— se preparaban para el inminente enfrentamiento armados hasta los dientes, sedientos de sangre.

Las primeras refriegas se produjeron la madrugada del 11 de septiembre en la zona de Tres Barracas, sobre la vía entre Filadelfia y Porvenir, con disparos de ambos lados. Dos campesinos fueron heridos y el grupo armado infiltrado en la marcha, dando por muertos a los heridos erróneamente, persiguió a los funcionarios prefecturales que huyeron en varios vehículos hacia el monte, en dirección a Porvenir. El grupo “campesino” armado logra atrapar a seis “cívicos” del bando prefectural (cinco hombres y una mujer), y los mantendrá como rehenes. En la camioneta conducida por el chofer Hugo Durán, conocido con el apodo de “Boyé, se hallaba el ingeniero Pedro Oshiro, encargado de los equipos que realizaron la excavación de zanjas. El vehículo chocó con una movilidad que transportaba a campesinos y paramilitares, quienes capturan a Oshiro y su chofer, quedando a expensas de un encapuchado que los apuntaba a quemarropa con un fusil; el acompañante de Oshiro logró huir aprovechando que el arma del paramilitar “campesino” se obstruía sin poder disparar. Pero el desafortunado ingeniero Oshiro no tuvo la misma suerte, recibiendo un disparo en pleno rostro a corta distancia. El informe forense emitido por médicos que eran coaccionados por Quintana, decía que la causa de la muerte era “indeterminada”.

A propósito de las autopsias

El documental realizado por Brie y Álvarez profundizó en detalles espeluznantes acerca de cómo los médicos que oficiaron como forenses para examinar a la víctimas, cometieron criminales “equivocaciones” como confundir las identidades de los fallecidos (en el caso de los normalistas), repetir el mismo tenor de un informe para diferentes casos, e incluso manipular dolosamente los cuerpos de los fallecidos.

Los realizadores del documental contaron con la valiosa cooperación del renombrado científico forenses argentino Alberto Brailovsky para develar esa “otra masacre” que se cometió en la morgue y en el hospital de Cobija, donde los heridos campesinos fueron violentamente agredidos y discriminados por ciertos médicos y enfermeras, simpatizantes del prefecto Fernandez, que obraron enardecidos en su racismo al momento de cumplir su labor médica.

Pedro Oshiro fue el primer mártir de la triste jornada, al clarear el día. Su victimario fue uno de los paramilitares infiltrados por Quintana y Becerra en la marcha indígena. Los voceros dependientes del Ministro de la Presidencia aseguraban que a Oshiro le habían matado sus propios amigos porque no quiso abrir fuego contra los campesinos. También se dijo que murió en el choque vehicular, como simple víctima de un accidente de tránsito. Otra versión gubernamental tentó la historia de que murió “en combate”. Brie investigó y concluyó que Oshiro murió por el disparo de fusil a quemarropa en pleno rostro. Quintana sabe quién mató a Pedro Oshiro.

El turno de los sicarios

Sigamos el curso de los hechos posteriores a la muerte de Oshiro, según narra César Brie:

A mediodía llega a Porvenir una ambulancia con el cuerpo muerto de Pedro Oshiro. Coincide con la liberación de seis rehenes que tienen los campesinos. Cuando el último rehén es liberado, los cívicos comienzan a disparar sobre la multitud de campesinos donde hay mujeres, niños, ancianos. Se produce una estampida de fuga.

Un camión logra romper el cerco y huir hacia Puerto Rico. Los demás vehículos quedan atrapados en el fuego cruzado de los cívicos. La única vía de huída es el río. Los cívicos disparan sobre los campesinos que tratan de alcanzar la otra orilla. El sonido del video que muestra estos instantes fue cambiado por el gobierno. La razón es que ese audio con las voces de los que disparan, demuestra que algunos campesinos en su huída abandonan armas de fuego.

Los campesinos huyen, se esconden en casas, debajo de casas, en el bosque, atraviesan el río. Recogimos testimonios sobre una cantidad de muertos mucho mayor de la cifra oficial: 11 muertos ese día y dos al día siguiente en el aeropuerto.

De los 11 muertos “oficiales” de ese día dos son cívicos: Pedro Oshiro y Alfredo Céspedes a quien matan sus mismos compañeros al no reconocerlo. Lo testimonia el policía que lo custodiaba y uno de sus compañeros, Manuel Fernández, quien cambiará con el tiempo más de una vez su versión.

De los nueve muertos “campesinos” tres son estudiantes normalistas: Jhonny Cari Sarzuri, Wilson Castillo Quispe, Alfonso Cruz Quispe y los otros seis campesinos: Celedonio Bazualdo, Bernardino Racua, Arnoldo González Inuma, Dieter Tupa Mati, Félix Roca Torres y Wilson Mejía Mahita. Reconstruimos en nuestro documental Tahuamanu, las circunstancias de sus muertes: personas desangradas porque se les omite dar auxilio médico, algunos rematados en el hospital, otros desmayados a palos y arrojados inconcientes al agua, otros baleados mientras atravesaban el río, dos dirigentes campesinos asesinados con tiros certeros de francotiradores.

Muchos campesinos son apresados torturados e interrogados. Quien dirige los interrogatorios es Hugo Mopi, director de comunicaciones de la Prefectura. Varios periodistas participan de los interrogatorios. Uno de esos rehenes morirá (esta es la probable forma de morir de Jhonny Cari Sarzuri).

Víctimas

Aquel baño de sangre estremeció al país y le dio al Ministro de la Presidencia una macabra victoria sobre sus adversarios políticos. Inmediatamente después Pando fue militarizado, el Prefecto constitucional apresado y muchos pensaron, de buena fe, que fue para bien; que por fin terminaría el racismo y la exclusión en Pando, que un tiempo nuevo estaba por venir y que el Sol brillaría para todos en este alejado girón patrio. Simples patrañas.

Militarización y pacto con el narcotráfico

A Quintana le bastaba con poner tras las rejas a Leopoldo Fernández, tal era su principal objetivo “estratégico”, junto con militarizar el territorio tomado. El resto era lo de menos.

En el contubernio para sacar a Leopoldo Fernández y los suyos en el camino, Becerra indujo a Quintana hacia otra alianza letal en Pando: el narcotraficante Mauro Vásquez Guerra, jefe de los sicarios que defendieron al Prefecto disparando contra los indefensos campesinos en las orillas del río Tahuamanu; y que sin embargo andaba resentido con el grupo de Fernández porque no fue protegido cuando la DEA y el gobierno del Brasil lograron su captura y reclusión en Chonchocoro, en mayo del 2008, cuatro meses antes de la masacre.

En el audio que agentes del Ministerio de la Presidencia grabaron subrepticiamente cuando negociaban el apoyo político con el carismático narco-sicario, Mauro Vásquez revela su estrecha amistad con “Chiquitín” Becerra y con el alcalde de Filadelfia Antonio Aguilera, correligionario de Becerra en su agrupación política post-adenista MAR y también involucrado en la estrategia de infiltrar paramilitares dentro la marcha indígena.

En otro video difundido por el canal estatal, se observa a "Chito" López fusil en mano cuando se produjeron las primeras bajas en la columna campesina. El sicario fue incorporado a los grupos de choque de Quintana en las elecciones del 2010, beneficiado por los de los acuerdos políticos del Ministro de la Presidencia con "Chiquitín" Becerra, Mauro Vásquez y José Villavicencio.

En otro video difundido por el canal estatal, se observa a “Chito” López fusil en mano cuando se produjeron las primeras bajas en la columna campesina. El sicario fue incorporado a los grupos de choque de Quintana en las elecciones del 2010, beneficiado por los acuerdos políticos reaccionarios del Ministro de la Presidencia con “Chiquitín” Becerra, Mauro Vásquez y José Villavicencio.

Tras lograr la excarcelación de Vásquez por la vía judicial pocos días después de la matanza, Quintana incorporó al jefe de los sicarios como agente de Inteligencia en la fuerza de ocupación militar en Pando, conocida como Comando Conjunto Amazónico.

Por su parte, Mauro Vásquez entregó a Quintana un video que fue usado para justificar el encarcelamiento de Leopoldo Fernández y que fue filmado por los mismos sicarios el momento en que los campesinos son masacrados mientras cruzaban a nado el río Tahuamanu, huyendo de las hordas leopoldistas que se enardecieron tras la muerte de Pedro Oshiro.

Fruto del contubernio de Quintana con Chiquitín Becerra y Mauro Vásquez, varios de aquellos sicarios que abrieron fuego en Porvenir, jurarían lealtad ciega al Ministro de la Presidencia haciendo campaña por el MAS en las elecciones futuras. Esteban “Chito” López sería uno de ellos: sicario al que se lo ve en una filmación de Canal 7 con el caño humeante de su fusil después de las primeras bajas campesinas cerca a la plaza de Porvenir. “Chito” López es un importante integrante de la banda de “Mauro” que también se incorporará a los grupos de choque organizados por Quintana para ganar las elecciones del 2010 a cualquier costa, no importando quién muera. El Poder debe estar por encima de la vida y la dignidad de los seres humanos. Así piensa Quintana, y obra en consecuencia.

El video entregado por Mauro Vásquez a Quintana

César Brie: “El sonido del video que muestra estos instantes fue cambiado por el Gobierno (Quintana, nr). La razón es que ese audio con las voces de los que disparan, demuestra que algunos campesinos en su huída abandonan armas de fuego”.

Reaccionaria alianza de Quintana con Villavicencio, el senador que torturó a Gerson Racua

Detención y torturas a Gerson Racua

Tras la masacre del río Tahuamanu, en el municipio de Porvenir, varios dirigentes indígenas son trasladados como rehenes a Cobija para ser torturados en la sede del Comité Cívico, mientras los heridos del bando campesino son maltratados y agredidos por hordas fascistas leales al Prefecto que tomaron el Hospital Galindo. En el Comité Cívico, el senador derechista José Villavicencio es filmado mientras, con el permiso del comandante de la Policía Silvio Magarzo, interroga y tortura sicológicamente al malherido Gerson Racua que es presidente del Comité de Vigilancia del municipio de San Pedro (provincia Manuripi), al cual el mismo senador Villavicencio “le dio un balazo en la pierna después de haberlo interrogado fuera de cámara, porque cuando era interrogado no tenía ningún balazo y sale de ese interrogatorio con un balazo”, informó César Brie en base a los testimonios que registró.

El torturador se alía con el MAS de Pando

En enero del 2009, el senador Villavicencio, que preside la agrupación ciudadana Movimiento Democrático Autonomista (MDA), se alía con el MAS controlado en Pando por Quintana, para apoyar la candidatura a Gobernador del ex alcalde mirista Luis Roberts Flores, miembro de la agrupación MAR de “Chiquitín” Becerra. Los votos del que torturó a Gerson Racua favorecerán también a la candidata de Quintana para la Alcaldía, la ex diputada del MNR Ana Lucía Reis, dueña del Hotel Asaí donde Quintana instaló su cuartel general. Los dirigentes indígenas del MAS que han sufrido el derramamiento de sangre en Porvenir, como Nora Montero, viuda de Bernardino Racua, han sido relegados a segundo plano, discriminados y maltratados, esta vez por el nuevo cacique de Pando.

El nuevo cacique festeja su gloria guerrera

El epílogo de la matanza será un derroche de recursos del Estado para “ampliar” las bases electorales del MAS con la misma concupiscencia de la derecha inmoral a la cual se dijo combatir. Se dilapidarán fondos públicos y se hará uso indebido de bienes estatales, inclusive se malgastará el dinero generosamente donado por el gobierno bolivariano de Venezuela para obras sociales y productivas en favor del pueblo empobrecido, con el único fin de consolidar el “nuevo modelo” de poder establecido en Pando que se concentra prebendalmente en un sólo individuo, en medio de sobornos y extorsiones, definitivamente distante de un auténtico espíritu socialista. El proceso de cambio en Pando habrá derivado en un simple recambio de caciques. El Estado Plurinacional tiende a degenerar en un Estado delincuencial, en un régimen de miedo y terror. Hay que andar otra vez con el testamento bajo el brazo. La revolución cultural y democrática ha fracasado. Lo grave es que Quintana pretende reproducir su “modelo estatal” de Pando en el resto de Bolivia. ¿Por qué se lo permite el presidente Evo Morales?

Sol de Pando