Con bajo perfil, el canciller venezolano Elías Jaua visitó Bolivia en pasados días, reuniéndose con su par, David Choquehuanca, y con el presidente Evo Morales.
La escasa información divulgada a la prensa versó sobre supuestos y poco verosímiles proyectos de desarrollo, que la Venezuela chavista no está en condiciones reales de apoyar en medio de la crisis de su modelo económico socialista.
Se habló de una “nueva etapa de relación bilateral económica”, pero lo que esto podría significar es algo distinto a lo presentado públicamente. En realidad, el emisario del chavismo habría llegado para pasarle factura al régimen evista por todos los favores recibidos.
Tras el fracaso de Nicolás Maduro en la gestión de un rescate chino que no se concretó, el gobierno “bolivariano” necesita cobrarle a los distintos regímenes que apadrinó. En el caso de Bolivia, el mecanismo elegido sería la venta de empresas con inversiones venezolanas que se encuentran en territorio boliviano al Estado Plurinacional, con un precio muy superior al valor de mercado.
La operación comenzaría con una conocida entidad financiera vinculada al Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes), adquisición con la cual el Estado boliviano ya controlaría el 20% del sistema financiero. Es la nacionalización gradual de la banca.
Probablemente, el mecanismo se aplicaría después a importantes inversiones en el sector agropecuario y en medios de comunicación.
Lo cuestionable del caso es, por una parte, la falta de transparencia, que conlleva el riesgo de sobreprecios en las adquisiciones, y por otra el crecimiento desmesurado del Estado que cada vez devora porciones mayores de la economía nacional…