El pecado original del MAS

PECADORIGINAL Los crímenes en Apolo le han refrescado súbitamente la memoria al país, sobre similares métodos delincuenciales puestos en práctica años atrás en el bastión cocalero del Chapare.

Incluso una diputada del oficialismo -en cuyo seno mantiene una relativa disidencia- ha indicado la analogía entre la táctica “narcoguerrillera” utilizada en el norte amazónico paceño y la empleada desde el 2000 por el ahora presidente, Evo Morales.

Dado que el partido de gobierno no es otra cosa que el “instrumento político” de los cocaleros -así lo ha proclamado a diestra y siniestra- puede decirse que el MAS comparte el “pecado original” con su núcleo fundacional.



Hablamos de una violencia primigenia, perpetrada contra los efectivos encargados de la erradicación de cocales ilegales, violencia que luego se repetiría contra otros actores en el camino hacia el poder y también en el ejercicio del gobierno.

La práctica de la violencia, alimentada por la impunidad, fue creciendo con el paso de los años, sumando a los policías y militares caídos en un inicio múltiples víctimas civiles en lo sucesivo, como Cristian Urresti, los universitarios masacrados en La Calancha o las personas ejecutadas en el Hotel Las Américas.

Entre los delitos primigenios cabe subrayar la tortura y asesinato del teniente David Andrade y su esposa Graciela Alfaro, macabro crimen que, según atestiguó Nancy Fernández a la PTJ, habría sido presuntamente instruido por el propio Evo Morales, con la frase “Háganlos desaparecer para mi vuelta”…

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