Qué quiere y adónde va Kicillof después de la devaluación

Por Ezequiel Burgo

Ministro. Kicillof , obligado a revisar su biblioteca.



Alfonsín decía que hay dos cosas que no se aprenden de grande. Una es a tener sexo. Y la otra hacer política. Dejando de lado la primera, Axel Kicillof deberá pensar en la última para conservar su poder.

Un ministro de Economía expone a un presidente con sus decisiones. Pero también al resto del Gabinete. De ahí los celos, envidias y pases de factura que Kicillof recibe dentro del propio Gobierno. El economista es el único miembro del Gabinete que no sólo habla casi a diario con la Presidenta. Además goza de acceso directo a Máximo Kirchner.

“Entendió la psicología de Cristina. Y ganó la confianza de su hijo, algo que resulta tranquilizador para una madre”, explican.

Pero la tranquilidad de la Presidenta en las semanas próximas dependerá de los resultados que obtenga su ministro de Economía. Y eso, a su vez, será fruto de la coordinación que muestren Kicillof y Juan Carlos Fábrega, presidente del Banco Central, para sostener el dólar cerca a $ 8. Si el equipo económico sale airoso no tendrá necesidad de recurrir a otro anuncio más como el del viernes pasado para aflojar el cepo cambiario.

La soberbia de Axel Kicillof no es nueva para quienes lo conocen.

Pero se hizo pública el viernes cuando tomó el micrófono en la Casa Rosada y vociferó “nos quieren convencer que el dólar vale $ 13”. Esa faceta de su personalidad no sólo no le molesta a él sino tampoco a la Presidenta. La novedad, en todo caso, fue que aquel rasgo afloró tras haber convalidado una depreciación del peso de 23% en enero y que él mismo había descartado dos meses atrás.

Alguien podrá decir que Kicillof aprendió a ser político porque ahora cambia los argumentos y borra con el codo lo que escribió con la jactancia del intelectual.

Como si fuera una especie de 6 7 8, ayer en twitter, circuló un trabajo de Kicillof que escribió cuando era un crítico del gobierno de Néstor Kirchner. En ‘Las consecuencias económicas del Sr. Lavagna’, el ministro atacó a los economistas que culparon el final de la convertibilidad a los golpes de mercado y a los especuladores.

“Afirman que no existe una explicación precisa de naturaleza económica para el fenómeno, sino que toda devaluación es producto de una conspiración abierta o encubierta, destinada a desestabilizar al gobierno de turno”.

¿La devaluación de 2002 no fue culpa de un golpe de mercado y la de esta semana sí?

¿Qué idea tiene Kicillof sobre el rumbo de la economía más allá de la incertidumbre actual?

Que la economía se recupere lo más rápido posible y el Estado controle los precios en las próximas semanas.

Kicillof enfrentará meses agitados porque la actividad probablemente se contraiga y la inflación pegue un salto. Aunque no lo diga, paradójicamente su éxito en 2014 será aquello que criticó de Lavagna en aquel trabajo: sostener un tipo de cambio depreciado y renegociar la deuda con el Club de París.

Así, el ministro procurará recuperar la semilla de la que el propio kirchnerismo germinó. Y tirará por la borda otra de sus máximas. “Se puede crecer con salarios bajos y devaluación, pero es un crecimiento espurio basado en finanzas”, dijo Kicillof el año pasado.

Tal vez el ministro demuestre que, de grande, se puede aprender a hacer política y cambiar cuando las circunstancias lo hacen.

Fuente: clarin.com