Flechazos a la retórica triunfalista

Winston Estremadoiro

WINSTON En esta época de elecciones, cualquiera cree que la retórica triunfalista de Evo Morales y su entorno, indicarían que el Presidente ha evolucionado, por fin, a la difícil categoría de estadista. Me recuerdan a mi amigo Pollo Bayá y su chiste de dos mentirosos. El uno cuenta: ‘mi abuela estaba carpiendo y, zas, le saltó una espina y le vació un ojo; por suerte estaba mi brujo, le sacó un ojo a un chivo, se lo embutió, le puso unas yerbas, y ahora ve hasta de noche’. ‘Eso no es nada’, dice el otro, ‘mi sobrino se cayó sobre una cerca de alambre de púas: se mutiló de cuajo una mano; por suerte estaba mi brujo, cortó la ubre de una vaca vieja y se la injertó; ahora uno se antoja café con leche, y “chus, chus”, se la ordeña de un dedo del muchacho’. ‘ah, eso habría que ver para creer’, dice incrédulo el primero. ‘Sí, con el ojo de tu abuela’, le retruca el otro.

No se la crean, se murmura en presencia de alguien que deslumbra con abalorios verbales que brillan como diamantes. Si se los traga, los vidriecitos de hoy se convertirán en llagas ventrales que mañana requerirán cirugía mayor, acoto yo. Por eso persisto en carambolas que contrastan penosos hechos y cantos de sirena preelectorales.



¿No es megalomanía rayana en narcisismo, como deducía Freud, que el Presidente engrupa a la gente que el satélite de 300 millones de dólares, la presidencia del G-77 y el Dakar por el Salar de Uyuni, posicionan a Bolivia en el mundo? Es tan afiebrado como augurios vicepresidenciales de años ha, de que en 20 años estaríamos a la par de Suiza en desarrollo. No ayuda Bill Gates, al que pediría que goce de miles de millones que le reditúan sus exitosos sistemas operativos cibernéticos, en vez de sandeces de que Bolivia estará al nivel de Brasil o México el año 2035.

Está bien elevar la altura de la vara para sortear obstáculos del atraso. Aplausos por la notable reducción de la pobreza extrema en Bolivia, o en Brasil. ¿Y si el problema no es la pobreza extrema, sino la desigualdad? Porque según la ONU, la brecha entre los más ricos y los más pobres aumentó casi 12% entre 1990 y 2010 en nuestro país. Entonces, digan si no es palabrerío iluso llegar al nivel de Suiza en veinte años, o al nivel de Brasil o México en veintiuno. Apuesto a que ni Brasil, ni México, menos Bolivia, estarán al nivel de Suiza en la ausencia de pobreza. Hablamos de 16 millones de pobres extremos en Brasil, la población de Holanda; de 11.5 millones de mexicanos, ¿la población de Bolivia de aquí a poco? Con la revolución mundial de las comunicaciones, tanto sexo en los medios televisivos, y lo barato de la pornografía pirateada, de poco servirá el satélite y la tele oficiales para evitar la disparada de la natalidad. ¿Se llamarán “bebés Evo”, o “bebevos”?

Recordemos que para construir el gasoducto Santa Cruz-San Pablo, hubo que importar soldadores de Texas que supieran de unir tubos de 42 pulgadas, también importados; exigían hasta la importación del agua que bebían… Esperanzador es que Evo Morales decida la aplicación plena de cambios en la educación, dando prioridad a la enseñanza de ramas técnicas y científicas. Dijo que reconociendo la falta de infraestructura para superar estas falencias, se invertirán recursos para construir núcleos tecnológicos y talleres en unidades educativas. A largo plazo la educación es el cuello de botella, ¡qué novedad! Quizá por fin aflojarán la ilusa pretensión de embutir falacias indigenistas entre jóvenes prejuiciosos. Sus padres prefieren que aprendan inglés, no para dominar la lengua de avances tecnológicos y trabajar por Bolivia, sino para reforzar su triste situación de país exportador de cerebros.

¿Cómo creerle a un Presidente populista en campaña electoral? Peor aún, si su ideólogo propuso “el debilitamiento del capital cultural de la sociedad k’hara, a su vez, pasa necesariamente, por colocar en un plano de incertidumbre el valor del conocimiento de la sociedad occidental, expresado en el conocimiento científico de los profesionales y su importancia”. No ayuda si los maestros evolucionan de Trotsky a Reynaga, y de aquí a poco siguen con poco uso el sistema operativo y los programas de las laptop repartidas con la ubicua efigie de Evo, a la Stalin.

En recuperar la autoestima nacional, se debe evitar el falso orgullo que imparten ‘megaobras’, el nuevo vocablo de moda. Hablan de grandes inversiones, (y quizá jugosas ‘coimisiones’). En reactores nucleares para usos pacíficos, mientras 67% de los bolivianos no tiene acceso a la electricidad, y los jerarcas se llenan la boca con centenas de megavatios disponibles para exportar. Vendrá otro millonario satélite chino, dizque para detectar riqueza mineral y recursos naturales, mientras el Mutún sigue dormido. Paraguay ya tiene acería, con hierro boliviano, por supuesto.

Son dudosos los logros realzados por el Gobierno. ¿De qué reconocimiento internacional de la Madre Tierra hablan, con parques naturales invadidos, el Tipnis avasallado, y los sábalos contaminados en ríos que pescan los indígenas Weenhayek? Ofrecen migajas de ‘inversión social’ a guaraníes inconsultos sobre un oleoducto, mientras compran autos blindados para el Presidente. Se viene el programa “Mi Riego”, mientras tres millones de bolivianos carecen de agua potable para beber (“derecho humano” reconocido). El altiplano, ¿es más matutero que cornucopia mundial de quinua? La despenalización del acullico, ¿guarda relación con el aumento de cocales y el auge del narcotráfico en Bolivia?

El Día – Santa Cruz