Gil Imaná: vine desnudo y desnudo me iré, dejaré toda mi obra a Bolivia

Creador. El amor es su fuente de inspiración. Sueña con legar a Bolivia un museo que preserve su extensa obraMaestro del arte. Gil Imaná en su reciente visita a Santa Cruz. Está perdiendo la vista, pero a pesar de ello aún dibuja.Foto: Claudia Elder Rosa Castro Cavero – PeriodistaMuchos son los reconocimientos recibidos por su extensa obra como pintor, escultor, muralista o dibujante. Pero a Gil Imaná lo que más le satisface es el cariño del pueblo boliviano.A sus 81 años, con una delicada salud y una visión casi nula, el artista sigue haciendo lo que más ama, pintar. Su último grabado, La vida es bella, retrata una mujer con los senos desnudos en apoyo a las mujeres con cáncer de mama. “Hay otros ojos, los de la memoria, los del alma, que permiten profundizar y ver un poquito más allá”, asegura este artista chuquisaqueño, que concedió esta entrevista para EL DEBER, aprovechando un viaje familiar que lo trajo a Santa Cruz de la Sierra y su vinculación con la Alianza Francesa, que en su 50.º aniversario de vida en la capital cruceña le otorgará su máxima distinción. Gil Imaná es merecedor de este reconocimiento por haber sido impulsor de la institución en Sucre y por contar con una destacada trayectoria artística en Francia.Memorias pictóricasEl éxito no le quita la sencillez. “A veces me siento y vienen niños, nos abrazamos y prometemos volver a vernos. Me encantan las personas, en todas hay belleza. Todos estamos hambrientos de solidaridad, de amor. Es lindo reconocerse y andar juntos”, explica y rememora la amistad con el poeta Pablo Neruda, con quien compartió muchos momentos. De ahí que se emocionara tanto cuando el Ministerio de Cultura de Chile le concedió en 2005 la Medalla Pablo Neruda, por su contribución al arte americano.Haciendo una mirada retrospectiva, Imaná recuerda su inicio con una tendencia expresionista de marcado tinte social, como un grito que clama para que nos movilicemos frente a la angustia, al dolor. “Creo que el dolor ajeno me duele más que el propio. La pobreza es dolorosa”, confiesa en esta entrevista íntima y profunda concedida a pesar de haberse despertado mal de salud.Ese dolor por la injusticia, por la necesidad de solidaridad con los más débiles está visible en su obra, en ancianas con manos huesudas que bordean la muerte, en rostros de campesinos andinos, en madres que llevan consigo a sus bebés. “¿Cómo no nos va a doler ver a una madre que no tiene qué dar de comer a sus hijos? Esto nos parte el alma. Pero en ese dolor, también hay belleza, como esos niños que con una maderita juegan, a que vuele, a que sea auto. Al verlos, te emocionas, porque son capaces de ir más allá”.Del dolor al amorSu fuente de inspiración es el amor, “que está en todas partes, en todas las personas y cosas” y que es más importante que la técnica, “que se puede aprender, pero el amor inspira, da creatividad”, a lo que -dice- se une el trabajo y la disciplina. Hablar de Gil Imaná no puede hacerse sin nombrar al amor de su vida, la artista Inés Córdova, con la que compartió casi 50 años, y que le inspiró su última exposición de dibujos La línea del amor, en 2013. Su muerte le hizo experimentar un “intenso dolor” que le llevó a “descubrir su belleza interna” y a comenzar a quererla más. Con ella, compartió reconocimientos como el Premio Nacional de Pintura y la condecoración de la Orden Chevalier. Al fallecer Inés, François Mitterrand, le escribió una carta nombrándole Oficial de Artes y Letras, ‘Oficiel’.Para su puebloGil Imana quiere a Francia, pero es un enamorado de Bolivia. Por eso, porque es suya desea un sueño “muy grande” que ya tejía con Inés: un museo que albergue la vasta obra de los dos, así como la de otros coleccionistas particulares, pintores amigos que forman parte de su propiedad privada.Haciendo un cálculo serían unas 6.000 obras que espera estén en La Paz, en lo que fue la casa y el taller que compartió con ella. Para cumplir este sueño ha constituido una fundación. “Yo vine desnudo y desnudo me iré. Voy a dejar todo a mi pueblo, al pueblo que me hizo crecer. Toda mi obra artística y la de Inés y mis propiedades inmuebles deseo que sean para Bolivia”.Con esa generosidad concluye Gil Imaná compartiendo su gesto de amor para Bolivia OpiniónEs el mayor representante de la corriente indigenistaCecilia Bayá – Crítica Y Curadora de ArteDespués de conocerlo casi 30 años y haber trabajado al lado del maestro Gil Imaná en la Casa Museo Marina Núñez del Prado y con algunas de sus exposiciones, puedo decir que me siento afortunada de encontrarlo en la vida. Es una gran persona: sensible, sincero, amable e íntegro. Como artista es un profesional talentoso y serio que desde muy joven trabajó con mucha disciplina y sin pausa. Consecuente con la situación en la época de cambios y revoluciones que le tocó vivir, tanto aquí como en Europa, mira con complicidad a la mujer madre-campesina y al hombre trabajador del mundo andino.Le da especial atención al amor de la pareja -hombre/mujer- situación que representa la vida que llevó con su esposa de toda la vida, la reconocida artista ceramista Inés Córdova. El paisaje montañoso y altiplánico es otro importante protagonista recurrente en sus obras.Con gran sensibilidad y conciencia de los temas de los que hablan sus pinturas, su expresivo dibujo y los colores que emplea, ocres, blancos, grises, negros refuerzan la intención de comunicar el alma de una cultura, lo hierático y el espíritu indómito del hombre altiplánico.Las pinturas de Gil Imaná encarnan el dolor silente y solitario del habitante andino.Sin duda es el mayor representante de la llamada corriente indigenista en Bolivia. Protagonista Gil Imaná BarrónArtista PlásticoRetratar La Vida Con El AlmaPintor, dibujante, grabador, escultor y muralista, Gil Imaná nació en la llamada ciudad blanca de Sucre, en 1933, y es uno de los destacados protagonistas del arte boliviano de la segunda mitad del siglo XX.Estudió Arte desde temprana edad en el Ateneo de Bellas Artes de su ciudad natal, bajo la tutela del maestro Juan Rimsa. La obra de Gil Imaná ha sido fundamental en el desarrollo de las artes en Bolivia, porque ha sido fruto de una coherente evolución por la que ha ido transitando en más de 60 años de producción. Fuente: El Deber.