David Hasselhoff: “Yo no veo la tele, salgo en ella”

Su papel en la caída del Muro de Berlín, un cangrejo con su nombre, fans con su cara tatuada en el trasero y libros de autoayuda. La extraña vida del mítico actor de ‘El coche fantástico’, que llevará a Navarra un festival con carreras de coches y música ochentera, década de la que dice no recordar la mayor parte



David Hasselhoff, esta semana en Madrid. / LUIS SEVILLANO



¿Dónde está KITT cuando uno lo necesita? El pasado martes, David Hasselhoff llegó a Madrid en pleno cortejo fúnebre de Adolfo Suárez. Con la Cibeles cortada, el protagonista de El coche fantástico se tuvo que bajar del taxi y echó a andar por la Gran Vía. Michael Knight dando zancadas con la carroza fúnebre y el desfile militar de fondo. “La gente alucinaba, ‘¡Maikel! ¡Maikel!”, dice el actor forzando el acento español ya en el hotel. “Y yo como un idiota, agotado, muerto de frío, porque pensé que haría sol y no traje abrigo, poniendo cara de pocos amigos para no tener que pararme… ¡Me pasan cosas así todo el rato!”. ¿Coincide mucho con funerales de Estado? “No, pero fíjate lo de O. J. Simpson…”. Se refiere a cuando en 1994 intentó relanzar su carrera musical en Estados Unidos con un concierto por todo lo alto en un canal de pago. A esa misma hora, O. J. huía en directo de la policía. Nadie vio el concierto. “La vida es trágica, hay que tomársela con humor”.

Hasselhoff ha hecho de la autoparodia un negocio. Él pilla la broma. En 2012, científicos británicos nombraron una subespecie de cangrejo The Hoff porque el crustáceo tiene pelos en el pecho en los que cultiva las bacterias que come. Él lo tuiteó con orgullo. A los 61 años se presta a cameos que siguen haciendo guiños a su fama como protagonista de El coche fantástico (1982-1986) y Los vigilantes de la playa (1989-2000): en Bob Esponja, la película, se calzó el bañador rojo y nadó con los dibujos en la chepa, y en el tráiler de la española Fuga de cerebros 2 se declaró fan de Pepito Piscinas y le dijo por enésima vez a su reloj: “KITT, te necesito”.

“Yo solo necesito unas rodillas nuevas; KITT ha envejecido mucho peor.. ¡Ahora todos los coches hablan!”

“¿Me aburre la broma? A veces preferiría…”, parece conceder, y entonces recuerda las ventajas de la fama: “La semana pasada rodé en Berlín un documental de National Geographic sobre el Muro…”. Paréntesis: la coincidencia más extrema de la vida del actor tiene que ver con la caída del Muro. Durante el impasse entre sus dos series, Hasselhoff estaba sin trabajo, divorciándose de su primera mujer, en lo que él mismo ha llamado su momento “Hemingway”, cuando una revista austriaca sorteó, sin avisarle, una velada con él. El actor accedió y la fan premiada le contó que en su país era una estrella del rock (en Estados Unidos su disco no había vendido nada). Hasselhoff llamó a un promotor haciéndose pasar por su propio mánager y se consiguió una gira europea durante la cual le ofrecieron versionear un viejo tema alemán (I’m looking for freedom, busco la libertad) que se convirtió aquel verano de 1989 en número uno y, de paso, en un inesperado himno protesta para los berlineses del Este. En noviembre cayo el Muro, y en Nochevieja la tele alemana le invitó a su gala. Hasselhoff pidió cantar sobre las ruinas del Muro. Una grúa, una chupa de cuero con luces y cientos de miles de personas entregadas. Está en YouTube. “Luego alguien dijo que yo dije que derribé el Muro… ¡Tonterías! En el documental lo explicamos todo”, zanja.

Hubo un tiempo en el que fue considerado para ser Superman, el próximo James Bond, Indiana Jones… “Pero Spielberg me dijo que como Harrison [Ford] acababa de hacer La guerra de las galaxias, ya sabes…”. Al final lo que le ofrecieron fue un proyecto llamado Los vigilantes de la playa. Fracasó tran una temporada. Peró Hasselhoff creía en ella y compró los derechos a la NBC. Bingo en biquini: 11 temporadas después, la serie era la más vista de la historia y él, multimillonario. “Soy muy bueno negociando, pero un desastre administrando mi dinero”, dice. “Se lo doy a mis hijas, mi padre, mi novia…”.

Hasselhoff, que tiende a usar el plural mayestático, presume de que Hayley Roberts, una exdependienta galesa a la que conoció cuando se acercó a pedirle un autógrafo en 2011, tiene 34 años. “Ella me mantiene joven”, dice, “además hago mucho ejercicio… Solo necesito unas rodillas nuevas; KITT ha envejecido mucho peor… ¡ahora todos los coches hablan!”. Para enfrentarse a la vida, tira de pensamiento positivo (lleva su lema “Visualízalo, créetelo, vívelo” en una pulsera) y de los principios del best seller de autoayuda de inspiración tolteca Los cuatro acuerdos, que quizá le ayudaron a sobreponerse a su momento más oscuro: cuando su hija de 17 años le grabó borracho comiendo hamburguesa en el suelo de un hotel y el vídeo se hizo viral. Ahora hace bromas con su alcoholismo. A la eterna pregunta: “¿Qué echa de menos de los ochenta?”, suele responder: “No sé, no recuerdo la mayor parte”.

“Por todo el mundo, la gente sonríe cuando me ve”, dice el actor, que piensa seguir activo “hasta los 97”. “¿Qué voy a hacer si no?, ¿quedarme en casa y cortar el césped?, ¿ver la tele? Yo no veo la tele, ¡yo salgo en ella!”. Lo dice en presente, porque no solo de nostalgia vive el hombre. Desde que Mitch Buchannon colgase el salvavidas, Hasselhoff ha hecho un puñado de musicales de Broadway (incluido Los productores, de Mel Brooks); ha sido jurado de America’s got talent y Britain’s got talent, y concursante de Dacing with stars (fue el primer eliminado); ha protagonizado videojuegos y anuncios; tiene una potente carrera musical en Alemania, Austria y Suiza; presenta un programa de la televisión sueca (“la broma es que entrevisto a suecos famosos y no tengo ni idea de quiénes son”), y ahora será maestro de ceremonias de Acceleration 2014, un sarao de carreras de coches y música retro que recorrerá Europa (llega a Navarra los días 2, 3 y 4 de mayo) con un cartel que incluye a Samantha Fox, Rick Astley, Snap! (aquellos que cantaban I’ve got the power) y Sabrina, quien, según el actor, “sigue estando buena”. Durante su visita a Madrid para presentarlo, estaba agotado y contrariado por haberse topado con un funeral, pero entró en la rueda de prensa con un desarmante: “Muchos me recordaréis como el tipo que habla con su coche y que corre a cámara lenta”. Y todos los presentes sonreímos.

 

Cómo medir la fama

  • Según el libro Guiness, Los vigilantes de la playaes la serié más vista: 2.400 millones de espectadores en 140 países.
  • Al menos tres personas tienen la cara de Hasselhoff tatuada en el culo. Dos fans femeninas y el barcelonés Juan Carlos González, que se lo hizo por una apuesta.
  • Hay un best seller de divulgación histórica titulado ¿Acabó David Hasselhoff con la guerra fría?
  • “Yo fui a Soweto durante el apartheid y no me pasó nada”, presume él.
  • La mujer del sah de Irán le contó que en Teherán la gente con parabólica cobra a los vecinos por ver sus series en la tele. La conoció cuando esta le pidió un autógrafo.
  • Viendo una danza zulú en Sudáfrica, Hasselhoff hizo el gesto de llamar a KITT desde el reloj y el espectáculo se detuvo en espera del coche.

Fuente: elpais.com