Los peligros para la nueva clase media boliviana

Teófilo Caballero

teophile El boom económico vivido por la economía mundial en los últimos años y que tuvo un importante impacto en América Latina (AL) provocó varios efectos en la región: i) buenos precios para las materias primas, ii) superávits comerciales en balanza comercial, iii) acumulación de reservas en los bancos centrales, iv) oxigenación en las finanzas públicas de muchos gobiernos en la región, v) mejoras en indicadores sociales, pero sobre todo, vi) un crecimiento muy importante de la clase media. Según el informe del Banco Mundial titulado “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media”, en AL la clase media creció en 50 millones de personas entre el 2000 y el 2010.

Los hechos acontecidos a mediados del 2013 en el Brasil han mostrado al mundo la aparición de millones de brasileños que salieron de la pobreza y hoy son parte de la clase media gracias a la política de internacionalización del coloso brasileño, sumado a políticas sociales implantadas por el ex presidente Lula.



Sin embargo estos nuevos “clasemedieros” el año pasado no reclamaban políticas para luchar contra la pobreza sino más bien otras prioridades como por ejemplo, mejoras en el servicio de transporte que ocasionaron protestas en cadenas por el aumento a los pasajes en los autobuses. A este reclamo de los “indignados brasileños” se le agregó posteriormente mejor calidad en el sistema de salud, educación y luego medidas contra la corrupción de los políticos de turno. La causa que llevó a estos indignados a las calles fue la insatisfacción reprimida exigiendo mejoras en los servicios públicos.

Bolivia no ha estado exenta de este fenómeno latinoamericano. A comienzos del año 2013 el PNUD presentó su Informe Nacional de Desarrollo Humano señalando que el estrato medio en Bolivia aumentó en 1.2 millones de personas y que básicamente son personas que viven por arriba de la línea de pobreza, pero no son ricos.

A su vez el BM en su informe “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media”, refiriéndose específicamente a Bolivia aclara que “…no hubo crecimiento de la clase media, sino que la movilización social fue la salida de los hogares de la extrema pobreza”. Que “el poder adquisitivo de las familias ha subido, lo que no sube es la calidad de los servicios públicos. Los hogares tienen más dinero en sus bolsillos, pueden comprar más, sin embargo, la calidad de la medicina, del transporte público la seguridad en las ciudades se ha deteriorado”.

El mensaje que da el BM a Bolivia indica que se tienen que mejorar los servicios públicos como salud, colapsados en los últimos años. Y lo que es peor, dichas responsabilidades han sido traspasadas a las gobernaciones como el caso de los hospitales del tercer nivel sin siquiera un centavo para atender esas competencias. El transporte público que ha caotizado y contaminado las principales ciudades del país con un pésimo servicio al ciudadano; la educación con fallas y ahora con la oferta del bachillerato técnico mas el almuerzo escolar, y seguramente con cargo a los municipios; son la paradoja en un país que se jacta de tener cuatro niveles de autonomía, pero en el papel. A esto se suma la inseguridad ciudadana que tiene atemorizado a muchos vecinos. El estudio Seguridad Ciudadana con Rostro Humano del PNUD ubica a Bolivia y Perú como los países donde se cometen más delitos en áreas urbanas.

Por su parte el CEDLA en alusión al crecimiento de la clase media en Bolivia, señala que las personas que supuestamente han pasado el umbral de la pobreza hacia la clase media, son las que tienen empleo informal y precario, los cuales al no tener una estructura de ingresos estable, un cambio en la economía nacional los convertirá otra vez en pobres. El mensaje del CEDLA al respecto es categórico: Si la economía boliviana no crece a tasas sostenidas a mediano plazo, los “nuevos clasemedieros” volverán a sumirse en la pobreza extrema. Algo muy complicado en el país que en vez de diversificar su canasta exportadora, y en plena bonanza de precios altos, más bien ha hecho todo lo contrario: reprimarizar la economía haciéndola más dependiente de los recursos extractivos como el gas, cuyos precios dependen del contexto externo. A todo esto hay algo que también es lapidario: el 67% de los empleos se generan en el ámbito informal.

¿Qué pasaría con los nuevos clasemedieros, si nuestra economía gasificada no alcanza tasas razonables de crecimiento económico, o por factores exógenos o endógenos se define una lucha frontal contra el narcotráfico y su hermano gemelo el contrabando, ya sea de vehículos, ropa usada, electrodomésticos y ramas afines?

Es pertinente que en la hoja de ruta del gobierno vayan considerando estos aspectos, puesto que ya tenemos experiencias ocurridas en el país y también en países vecinos.

El Deber – Santa Cruz