Protocolo “secreto” con Chile: verdaderas revelaciones

Jaime de la Fuente Patiño*

protocolo El pasado 23 de marzo, Día del Mar, el país se ha visto sorprendido por un artículo publicado en Página Siete, en este medio y en otros inclusive televisivos, con el título: “Chile ofreció a Bolivia salida al mar en protocolo ‘secreto”. En el cual, se indica que el excónsul de Bolivia en Chile, Walker San Miguel, “reveló que un documento denominado Protocolo Confidencial, complementario al Tratado de Paz y Amistad (entre Bolivia y Chile) suscrito el 20 de octubre de 1904, revela que Chile se comprometió a ceder a Bolivia una salida al océano Pacífico”, por los territorios entonces peruanos de Tacna y Arica que estaban en poder de Chile, “pero cuyo estatus jurídico aún no se había definido a esa fecha”.

También según San Miguel, este protocolo solo fue “mencionado en el libro Anotaciones para la historia de las negociaciones diplomáticas con Perú y Bolivia 1900-1904, publicado en 1919 y escrito por el exministro de Relaciones Exteriores de Chile Emilio Bello Codesido, quien firmó, a nombre de su país, el Tratado de 1904 (por el que cedimos nuestro litoral a Chile)”. A esto se agrega en el artículo, que este libro sería incorporado a la Memoria que Bolivia debe presentar el 17 de abril ante la Corte de La Haya.



Luego, el pasado miércoles, también se publicó en Página Siete y en este medio, el artículo “Aparece una copia del llamado ‘protocolo secreto’ de 1904”, en el que se revela que el internacionalista Augusto García mostró, (y permitió publicar), una copia manuscrita de este protocolo que perteneció al negociador y signatario boliviano, Alberto Gutiérrez, y que habría llegado a sus manos al adquirir unos libros antiguos. También y contradiciendo a San Miguel, informó que existe otra copia similar en los archivos de nuestra cancillería y que se desconoce el paradero del original. Y en cuanto al original chileno, dijo que éste según su negociador y signatario, Emilio Bello Codesido, habría sido sustraído de su cancillería, pero fue publicado por la prensa peruana entre 1909 y 1911. Además, agregó una somera y ambigua explicación sobre el contenido del protocolo, sin confirmar ni negar la interpretación de San Miguel.

Sin embargo, y sin desmerecer la iniciativa de San Miguel y la presentación de la copia del protocolo por parte de García, debo señalar que la publicación de la existencia del mencionado documento no es una novedosa revelación como se da a entender, pues este protocolo desde esa su publicación hace más de un siglo atrás, ya fue citado, comentado, criticado y hasta transcrito por varios historiadores extranjeros y nacionales, incluido García, como veremos más adelante.

Pero además, analizando su contenido revelado y transcrito in extenso por el historiador chuquisaqueño Roberto Querejazu en su libro: “Guano, Salitre, Sangre” publicado en 1979, este protocolo secreto no incluye ningún compromiso chileno de cedernos una salida al mar. Más al contrario, en él, Bolivia se comprometía a “empeñar todos sus esfuerzos”, para que los territorios peruanos de Tacna y Arica ocupados entonces por Chile, “se incorporasen definitivamente” a esta república en el plebiscito, en el que sus habitantes deberían decidir a cuál de estos dos países pertenecerían en el futuro. Por su parte, Chile en el protocolo y en inequitativa “reciprocidad” con Bolivia, lejos de obligarse a cederle una salida al mar como se supone, sólo se comprometía a brindarle su apoyo diplomático, si sus territorios fuesen disputados por otra nación vecina.

Más aún, el negociador chileno de ese tratado de 1904 y de su protocolo confidencial, Emilio Bello Codesido, en su libro citado por San Miguel, reveló las ocultas intenciones de su Gobierno al pactar (o imponer) a Bolivia estos leoninos convenios, indicando que de ellos derivaban “dos hechos trascendentales: que Bolivia pasaba a ser aliada de Chile en la solución del problema con el Perú, y que los grandes intereses que se radicaban para uno y otro país en Tacna y Arica, (con la construcción del ferrocarril Arica-La Paz), vinculaban ese territorio indiscutiblemente y para siempre al dominio de Chile”.

En todo caso, el protocolo era contrario a las justas aspiraciones del Perú de recuperar sus territorios cautivos de Tacna y Arica en el plebiscito. Motivo por el cual, se lo suscribió en secreto, pero de manera irregular como lo reveló el historiador Querejazu. Quien en base a documentos de nuestra cancillería relató que el negociador boliviano, Alberto Gutiérrez, presionado por el chileno Bello Codesido estuvo dispuesto a firmar el protocolo “como un acuerdo secreto para garantizar la soberanía territorial contra las pretensiones absorbentes del Perú”. Pero luego, al pedir su autorización al presidente Ismael Montes, se la negó, por considerar “indecoroso” el firmar un documento de esa naturaleza. Bello insistió y después de una semana de discusiones, Gutiérrez firmó el protocolo “atenuado en sus términos”, pero sin autorización de su Gobierno y a título personal. Lo que fue reconocido por el mismo Bello en ese su libro. En el que además reveló que el protocolo original fue sustraído y luego fue publicado por la prensa peruana, como indica García.

El otro ejemplar original, al parecer, también desapareció de nuestra cancillería, pero quedó una copia que sería encontrada, transcrita y publicada in extenso por Querejazu en 1979. Quince años después en 1994, otra copia del protocolo fue publicada en Nueva Economía (21/07), en una entrevista al mismo García acerca de los comentarios sobre este documento ya escritos en un libro por Jorge Gumucio Granier (El enclaustramiento marítimo de Bolivia en los foros del mundo). Además, el protocolo fue copiado y divulgado por otros autores nacionales, como Floren Sanabria en “El Ominoso Tratado de 1904”.

Por otro lado, el Tratado de 1904 fue aprobado por el congreso boliviano, pero el protocolo no fue presentado ni ratificado por ningún congreso nacional, por lo que no tendría ningún valor legal. Tal como lo reveló confidencialmente el mismo Gutiérrez a Daniel Sánchez Bustamante, que publicó esta revelación en su libro: “Bolivia: su estructura y sus derechos en el Pacifico”.

Cabe agregar, que el mencionado plebiscito no llegó a realizarse, y en 1929, Chile y el Perú se repartieron los territorios disputados mediante un tratado: Arica para Chile y Tacna para el Perú.

Por lo expuesto, la publicitada inclusión de ese libro de Bello Codesido en la memoria a presentarse ante la Corte de La Haya, me parece inadecuada e insuficiente, al existir la copia del protocolo y otra información pertinente en nuestra cancillería y en varios textos de historia, que revelan que este protocolo carece de valor legal y es contrario a nuestra demanda de salida al mar.

De todas maneras, las observaciones están hechas, y los encargados de presentar la memoria deberían analizar adecuadamente la documentación mencionada para actuar en consecuencia.

*Investigador de Historia

Los Tiempos – Cochabamba