El ‘mito’ y los símbolos que aparecen”

El reloj invertido que marca la hora en uno de los edificios más importantes de Bolivia ha hecho noticia y ha sacado roncha.

imageEl reloj invertido está en el Palacio Legislativo, en la plaza Murillo de La Paz

EL DEBER, La Paz



Pasó desapercibido por unos días y después estalló en el país y también a escala internacional. El reloj invertido que marca la hora en uno de los edificios más importantes de Bolivia ha hecho noticia y ha sacado roncha.

La prensa internacional lo reflejó como un hecho anecdótico y hasta folclórico. El Gobierno chileno reaccionó indignado, no porque la hora se lea al revés, sino porque en los aparatos obsequiados a las delegaciones que participaron en la Cumbre del G-77 se muestra un mapa boliviano con salida al mar.

Entre los ciudadanos, estuvieron los que se rieron del reloj al revés y también los que alertaron sobre la ideología que se pretende imponer a través de él.

En las justificaciones gubernamentales hay un denominador común: que el reloj es descolonizador y que refleja la realidad del sur. Lo cierto es que no es invento de ningún boliviano, pues ya Steve Jobs lo había creado hace años.

Sin embargo, este hecho anecdótico da pie para una interesante polémica: ¿contribuye el reloj a la construcción del mito del presidente indígena? ¿Es verdaderamente un reflejo de la identidad de los aimaras o de la cultura andina en general? ¿Cuánto contribuye a la construcción de lo boliviano?

Dos aimaras analizan el tema y alimentan este espacio. Frente a frente están el exvicepresidente de Bolivia Víctor Hugo Cárdenas, que es crítico del Gobierno de Evo Morales; y también expone sus argumentos el presidente del Senado, Eugenio Rojas. Ambos nacieron en el altiplano paceño, muy cerca del lago Titicaca. Disfrute la lectura y saque sus conclusiones 

El reloj invertido no es un retroceso

EUGENIO ROJAS APAZA – PRESIDENTE DEL SENADO, AIMARA –

En el norte y en el sur tenemos distintas visiones en lo económico, lo social y lo político. Pareciera que los del norte han pensado que siempre dominarán el mundo con la explotación, la intervención, el saqueo y la destrucción misma de la tierra y la humanidad.

Dominar a los demás, generar la dependencia de los países del sur, esa es su mirada, pero causando un daño enorme al medioambiente. La mirada nuestra siempre ha sido subordinada a los países del norte en los campos mencionados. Hemos aceptado bases militares de Estados Unidos, nos hemos sometido. Y ese es solo un pequeño ejemplo.

La imposición que hemos sufrido nos ha llevado a una encarnación en los países del norte, hay que admitirlo. Los intelectuales, la gente común, nuestros jóvenes, los profesionales, los gobiernos se han encarnado en el cuerpo mismo del norte, y eso es lo que nosotros ya no toleramos más. Nunca pensaron en nuestra soberanía, en la autodeterminación de nuestros pueblos, nuestros Estados. La libertad la veíamos desde su perspectiva, no la nuestra.

El nuevo concepto de libertad que queremos promover se basa en nosotros mismos. Basta de depender, por qué no podemos tener la cooperación y solidaridad entre nuestros países. La idea no es aislar al norte. En esta coyuntura no es momento de aislar, pero sí debemos llegar a depender de no-sotros mismos. Debemos construir instituciones grandes, como ellos tienen por ejemplo al Fondo Monetario Internacional para dominar el manejo económico financiero del mundo.

Los del sur debemos tener nuestro fondo, pero para el desarrollo de la ciencia, de la tecnología. No con la mirada de destruir la vida, el planeta Tierra. Debemos tener otra visión, no de intervencionismo, no de explotación de la humanidad, cuando millones de nosotros y de ellos vivimos en la pobreza. Hay que cambiar el sur.

Es generar poder económico para invertirlo en otras cosas. Salud en vez de armas. La vida hay que respetarla, no inventar problemas para meterse. Cuidemos la vida, la educación, la salud, el medioambiente, la tierra. A nosotros nos imponen impuestos para el medioambiente. No necesitamos plata, ellos destruyen, nosotros debemos construir. Tener una nueva visión.

¿Cuál? La estamos discutiendo actualmente, el vivir bien, no se habla de izquierda ni de derecha, ni del marxismo, que son políticas internacionales también.

Nosotros nos basamos en el ‘vivir bien’, eso es lo completo, la vida misma, el medioambiente, vivir en armonía entre seres humanos, no con quienes gobiernan, sino en armonía con la naturaleza. Esa es la nueva mirada, la alternativa que planteamos al mundo y que se basa en valores que nos dejaron nuestros ancestros, valores que eran complementarios con la naturaleza y los seres humanos.

Por eso, queremos reconstituir nuestro camino, como decimos en aimara, nuestro t`aquí, nuestro arawi, nuestra forma de pensar, de hacer, que es integral. El ajayu, el espíritu del ser humano. El hombre no es solo carne y hueso, no es solo ropa, sino que vive de lo sobrenatural, y eso plantea una nueva vida.

Por eso el reloj, el tiempo, el pacha, como nosotros vemos, debe cambiar, tiene que ir por otro lado, tenemos que caminar en otro sentido, por eso hemos invertido el reloj del Congreso, como un punto de partida.

Nuestros pueblos van por esa línea, caminan por ahí. En los pueblos andinos, Tiwanaku, Machu Picchu, Samaipata y otros, siempre tuvimos un reloj solar, que es inverso al reloj común. Nos muestra un nuevo camino, nuestras formas de vida en las comunidades. No podemos ir contra la vida, ellos van al lado contrario, y eso es lo que hay que entender.

El reloj simboliza un nuevo camino. Por qué 12 horas de día y 12 horas de noche. Hay que plantear otra visión para los jóvenes. Una visión nuestra, no ajena.

Los occidentales han entendido que el reloj invertido es un retroceso. De ninguna manera es eso, un retroceso, todo lo contrario. Vamos por el camino que tenemos que ir. Estábamos desorientados, estábamos en la macha, en la oscuridad, ahora tenemos que caminar por el camino correcto, por el que debíamos transitar siempre los pueblos del sur. Miles de años hemos trabajado en otro sentido.

Nos metieron a la oscuridad, nos han borrado, hoy miramos con humildad, que ese era el camino equivocado, y empezamos a andar en el camino correcto. Es posible, con nuestros jóvenes, construir una nueva ciencia, tecnología, filosofía. Ellos pueden investigar nuevas rutas, diseñarlas, es posible desde Bolivia, desde los países del sur, desde nuestros ancestros. Hay que construir esta ruta. Corregimos lo que está mal, imposible que eso sea un retroceso. No queremos que las futuras generaciones nos maldigan. Por eso estoy convencido de que el nuevo tiempo regresa para nosotros, para la humanidad, para el mundo. Es una partecita, el cambio del reloj, es un comienzo, es solamente la partida

Notas sobre una impostura cultural y política

VÍCTOR HUGO CÁRDENAS – EXVICEPRESIDENTE DE BOLIVIA, AIMARA –

¿Que el presidente boliviano no habla ninguna lengua indígena? ¿Y la exigencia de que todos los funcionarios públicos hablen una lengua indígena además del castellano? Según sus propios relatos testimoniales, a los 5 o 6 años había olvidado el aimara. Cualquier estudiante inicial de sicolingüística sabe que la lengua materna se fija los primeros años y para el resto de la vida. ¿Cómo puede el Tribunal Supremo Electoral pretender que  todos los candidatos hablen por lo menos una lengua indígena si los actuales mandatarios no la hablan? ¿Cómo puede ‘propagandizarse’ la imagen  de un gobierno indígena en Bolivia cuando ninguno de los principales mandatarios ha vivido ni vive en los marcos cotidianos de alguna cultura indígena?

En fin, esas y muchas otras preguntas acompañan a los rostros sorprendidos de una audiencia internacional ilusionada con la parafernalia del supuesto primer Gobierno indígena en el mundo.

En la actual coyuntura electoral, oficialistas y opositores son víctimas de una lucha simbólica, similar al simbolismo del proceso de cambio:  unos predican la venta del avión presidencial, triplicar el salario de los policías, dar una renta a las personas no jubiladas; otros postulan cambiar la sede de la ONU, aplastar al capitalismo  (¡y desde el paraíso neoliberal de Chapare!), mantener los altos precios internacionales de las materias primas como una hazaña de los guerreros del arcoíris y enseñar a nuestros estudiantes a medir el tiempo con el reloj al revés.

No es fácil explicar que el llamado ‘proceso de cambio’ tan publicitado se reduce a algunos cambios simbólicos mientras prosigue la Bolivia exportadora de materias primas,  alta dependencia de los precios internacionales del gas y los minerales, frecuentes denuncias de corrupción estatal, ‘empleomanía’ del sector público, educación y salud de baja calidad, prácticas racistas y discriminadoras cotidianas. Algunos vicios empeoraron: se intensificó la mentalidad rentista y estatista, se ‘democratizó’ la producción de la cocaína, única industrialización boyante; aumentó en más del 40% la justicia por mano propia y se institucionalizó el sometimiento de los órganos Judicial, Legislativo y Electoral al Órgano Ejecutivo.

Los derechos sociales y culturales de la Constitución Política se quedan en el papel al no crearse las instituciones y negar el dinero necesario. Ese es el contexto del mito de Evo Morales, supuesto líder indígena, luchador por los intereses de los pueblos indígenas, campeón de los derechos de la Madre Tierra y de la democracia intercultural.  La verdad histórica es que nunca tuvo, hasta 2005, un discurso de promoción, lucha de defensa de los intereses indígenas. Tampoco fue la devoción  de él ni de los cocaleros de Chapare la defensa de los derechos ambientales de la Madre Tierra. Su pensamiento político, a nivel teórico y práctico, fue el autoritarismo sindical respaldado de un discurso supuestamente marxista, antimperialista y socialista.

La impostura cultural asoma en las actitudes de nuestros mandatarios en los rituales andinos: desconocen la importancia y significado de las mesas rituales y las ofrendas indígenas, torpezas en los gestos y actitudes en las reuniones, la forma de trato a las mujeres, las bromas torpes y homófobas, y el uso utilitario de una anciana en Tiwanaku para abandonarla antes de la conclusión del acto. Es más, en el acto de entronización en Tiwanaku, tan publicitado, el sacerdote indígena resultó ser un productor de droga, hoy detenido detrás de las rejas. ¿Identidad cultural? ¿Rescate de la cultura ancestral? Pura impostura.

No es ninguna novedad recordar que los actuales cocaleros despojaron de sus territorios a los pueblos indígenas de tierras bajas (yuracarés, yukis, moxeños, tacanas, chimanes y otros). ¿Cuándo se investigará y publicará la tragedia humana y ecológica de ese despojo territorial? La represión del Tipnis fue la simple continuación de la ocupación agresiva a los indígenas de tierras bajas.

Líderes de los movimientos denominados ‘guerra del agua y del gas’ han desmentido el supuesto liderazgo en dichas jornadas dolorosas. ¿Quiénes se aprovecharon de la ola creciente  de las movilizaciones campesinas, indígenas y populares iniciadas desde la década de los 70 del siglo pasado por los movimientos katarista e indianista?  Impostura de un supuesto liderazgo social y político. Solo hubo un hábil truco de márquetin electoral para mostrar una imagen de “héroes populares de la guerra del gas” y enarboladores de la agenda de octubre.

¿Derechos de la Madre Tierra? Pero, ¿quiénes envenenan los ríos y las tierras de Chapare con úrea, ácido sulfúrico, arsénico y otros precursores químicos? ¿Quiénes promueven y amparan la acelerada deforestación de nuestros bosques? ¿Quiénes protegen el saqueo de nuestros minerales sin pagar impuestos ni tener los mínimos cuidados ambientales?

La lista de la impostura es larga. Exigir que no se tome Coca Cola por ser bebida imperialista, pero consumirlo en sus eventos políticos y gubernamentales. Propalar la fabricación de condones de coca. Atacar a los pollos de granja por su influencia en la homosexualidad, y además, considerarla como una enfermedad mental desconocen la Constitución y las leyes. ¿El diputado Rojas y sus colegas levantamanos no saben lo que aprueban en la Asamblea Legislativa? El reloj con las manecillas al revés es la cereza de la torta y la puesta de Bolivia en el escenario de la ridiculez internacional.