Ronald D. Paniagua*
La existencia de políticas de control de precios por parte de los estados, y el anhelo de controlar la vida económica de los individuos, se remonta a tiempos antiguos desde el antiguo testamento, pasando por el imperio romano durante el gobierno de Diocleciano hasta la actualidad.
Durante la revolución francesa en su fase más radical, la Convención Nacional promulgó una ley de fijación de precios para los cereales y salarios llamada Ley de Máximum General (loi du máximum general 1973), el mantenimiento de precios bajos para los alimentos era generalmente considerada una responsabilidad de la convención nacional, en julio del mismo año la Convención Nacional a instancias de Jean Marie Collot d Herbois emite un decreto contra los acaparadores, amenazándolos con la guillotina y confiscación de bienes, toda persona que violara la ley se veía amenazada con ver su nombre inscrito en la lista de los sospechosos (loi des suspectec).
El gobierno a través del Ministerio de Desarrollo Productivo anuncia no solo el control de precio de la carne, sino el abastecimiento de la misma a través de su empresa EMAPA, asumiendo tarea en la que está demostrado que opera de manera ineficiente. Mantener un precio artificialmente bajo para la carne alimenta el consumo que deriva en una escasez artificial, desalienta la producción disminuyendo la oferta, ya que el precio de la carne no refleja el costo real de producción, dando lugar a la creación de un mercado negro donde la calidad de la carne no está garantizada y el precio excede los del mercado regulado. En su miopía de controlar todos los aspectos económicos de los individuos, el gobierno no ataca los problemas estructurales del alza de la carne, como la baja producción bovina reflejados en el índice de producción por habitante que no se ha incrementado, de acuerdo al gobierno el país tiene unos 10mm de habitantes y aproximadamente 8mm de cabezas de ganado relación que genera un déficit bajo el supuesto de necesidad de una relación 1 a 1 , vemos como países vecinos como Paraguay con menor población y territorio tiene una producción ganadera que bordea un 15% de su PIB. Esta estimación permite observar que de no haber un incremento en el hato ganadero acorde con el crecimiento de la población, el país entraría en un creciente déficit de producción de carne.
Históricamente el control de precios desde la antigua roma hasta la revolución francesa ha generado siempre un resultado negativo en las economías aplicadas, como medida para evitar el incremento han demostrado poco éxito en su aplicación.
Ya lo dijo el nobel de economía M. Friedman: si usted desea crear una escasez de tomate, emita una ley por la que los negocios no puedan vender tomates a más de 2 centavos por kilos, inmediatamente tendrá escasez de tomates.
*Coordinador Local, Estudiantes por la libertad – Bolivia