Puntualizaciones marginales

Karen Arauz

karen-arauz Cuando el médico diagnostica que se es parte de la estadística de los sufridos contagiados de influenza, una variación sobre el eterno tema de la gripe, no incluye entre los síntomas, una actividad cerebral de desplazamiento sinusoidal que unido a la copa de fútbol, hace que la cabeza sobrevuele en hipérbole sobre todo lo que acontece.

Lo que se creía catalogado como producto de una mente acalorada y febril, golpea cuando no hay más que admitir que todo es -lastimosamente- la mera realidad. Lo inaudito ha pasado a ser aceptado con lastimosa impotencia, como si todo ya estuviera escrito. Los niveles de exacerbación de lo destructivo, están llegando a extremos de total irracionalidad. Si la sede de gobierno tiene este julio algo para festejar, es el notable impacto positivo de la empresa de transporte municipal con los Puma Katari. El presidente del Concejo -flamante masista- decidió, por razones de enfermiza rivalidad política y dudosa aptitud de servicio, vetar la importación de nuevos buses porque le da la gana. Es que cuando la investidura de la impunidad se decanta en cada estamento de la pirámide del poder, los impertinentes son designados autoridades por sus pares.



El Presidente manda a los opositores de paseo ante la sola mención de un debate público tan lógico en una campaña electoral. Irritante respuesta de quien detenta todo el poder y dispone libremente de la hacienda pública y no hace ni el mínimo ademán de simular que respeta al ciudadano común, al final, la base de su sustento. El egocentrismo desenfrenado, desata esa verborragia insoportable en su estrategia de vivir desafiando, insultando, descalificando y mintiendo en el afán de ocultar sus vergonzantes carencias.

El grosero uso de los bienes del Estado en esas supuestas espontáneas proclamaciones ante la mirada estúpidamente vacía del tribunal electoral, no es todo lo insultante como dejar sentado que son la suma del poder. Un palacio de 33 millones de dólares como monumento de culto a la personalidad se suma a la inquietante lista de muestras de sacralización de quien pretende erigirse en el nuevo líder mundial de la megalomanía. Este guía espiritual predestinado que está más allá del bien y del mal, para quien la Constitución es un medallón que se cuelga cuando amerita la ocasión, cree merecer que la gente se deslumbre con su nombre en brillantes letras en bronce en un aeropuerto, coliseo, posta sanitaria o senda cocalera.

Lo que no estaba previsto, es que el proceso de unidad de la oposición, tuviera similar extraviado proceder. Diez días de arrebato viral, han sido suficientes para abrir una gran, inmensa interrogante de cuál será la trayectoria final de los llamados históricamente a encauzar la corriente disconforme de las cosas como están. Porque la oposición formal también tiene responsabilidad en este entuerto. La unidad no puede reducirse a más de lo mismo. Los que hacen política, o la hacen para todos o que cada cual mejor se dedique a lo suyo porque independientemente de sus propias motivaciones, los que están enarbolando la bandera de la oposición, están también apelando a las necesidades y anhelos de la ciudadanía.

Las justificaciones del porqué la oposición no logra articular una opción electoral que seduzca al inmenso número de descontentos e indignados que por supuesto existen en el país, roza el infantilismo. Las elecciones de octubre son atípicas. Tenemos un binomio que está en ejercicio hace prácticamente diez años pero que, sin embargo, sigue endosando sus fallas a otro pasado. Todos sabemos que esta nueva postulación es inconstitucional. Todos sabemos que las reglas de juego se han ajustado a gusto y capricho del consumidor. Por mucho que se pretenda disimular, tenemos que reconocer, que el estilo autoritario se ha impuesto. Y aún a sabiendas que participar de las elecciones es refrendar lo ilegal, sabemos que no hay alternativa. En otras circunstancias, la atomización de la oposición, se consideraría normal y sería parte de la idiosincrasia boliviana de hacer política. Pero cuando es la salud depauperada de nuestra democracia la que necesita de su concurso impostergable, ya las posiciones personales dejan en el aire un hálito de desesperanza y por qué no decirlo, también de bronca y frustración.

Porque no es sencillo que se entienda, que la bonanza y el raudal de divisas que ingresan al país, sumadas al obsceno despliegue mediático de inventados logros sin precedentes de la actual administración, no es lo que construye país. Es comprensible que no todos tengan conciencia de lo dramática que es la desinstitucionalización que arrasa con todo. Es comprensible que el tema de la justicia, no sea una prioridad puntual en la vida de muchos. Pero la obsecuencia no puede ser la respuesta al abuso de poder.

Ya está bueno de jugar a perdonavidas por un lado y a salvadores instantáneos por otro. Porque si la oposición no está dispuesta a echarse la mochila al hombro y pelear por la revalorización de los principios democráticos y por la búsqueda de soluciones a las reales atingencias del boliviano, estaremos de nuevo en fojas cero profundizando el proceso decadente al que falsamente se pretende enfrentar.

El Día – Santa Cruz