Tropezando con la misma piedra

Susana Seleme Antelo

susana s 1) El ex presidente Tuto Quiroga lanzó su candidatura y ya se habla de la híper fragmentación de la oposición. ¿Piensa lo mismo?

Lamentablemente si, pues esta hiperinflación de candidatos puede favorecer que Evo Morales, gane y vuelva a obtener dos tercios en el Parlamento. Con pesar, no queda sino confirmar que a la oposición en Bolivia le falta cultura política democrática basada en el diálogo entre diferentes opciones partidarias, en la búsqueda de puntos comunes y renunciamientos personales o colectivos en aras del bien común, en este caso la recuperación de la democracia bastardeada por el oficialismo. Indigna que la oposición no tenga consciencia, al cabo de casi 9 años, del autoritarismo autocrático, de quien es el enemigo principal de la democracia en Bolivia. Y ese enemigo no es otro que Morales.



2) Quiroga dice que “la unidad hoy es unir dirigentes y dividir curules”. ¿Qué opina?

Una elección no es deshojar un margarita pa’mi, pa’ vos, para repartir curules. Habrá que preguntarle a Tuto si buscó a otros dirigentes, si charló con ellos, si hubo encuentros en torno a la precaria salud de la democracia y a su futuro, que puede ser más precario aún. Habrá que preguntarles también a los demás, si lo buscaron a él. Es cierto que Tuto es un perseguido político más de este régimen pero, en mi criterio, esa condición no garantiza que vaya a obtener un apoyo ciudadano masivo en octubre. Al parecer, nadie piensa en el futuro de la democracia, pues la fragmentación de la oposición sigue viento en popa. Ya lo dice el popular refrán español: “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.” En Bolivia van más de dos, muchas, más bien.

4) ¿A qué atribuye ese seguir tropezando con la misma piedra?

Entre otros factores a, i)que desconocen quién es el enemigo principal de la democracia; ii) a que los partidos políticos no hacen un análisis de correlación de fuerzas para saber qué posibilidades reales tienen para lanzarse a una elección; iii) a la ausencia de la cultura del dialogo político e ideológico entre afines para lograr unidades políticas sólidas que se no desintegren por falta de coherencia; iv) a que priman individualidades por encima del interés mayor o el bien común; v) a que nadie aprende de las lecciones de la historia, como la de la Unidad Democrática Popular para recuperar la democracia en Bolivia, la Concertación en Chile contra la dictadura de Pinochet, o la Mesa de Unidad Democrática en Venezuela, que ganó, pero por las trampas del chavismo se impuso Maduro con una diferencia de apenas 5 puntos.

4) ¿Y qué me dice del binomio Juan Del Granado-Adriana Gil?

Lo anunciaban algunos y otros lo desmentían, cuando Juan del Granado se dio cuenta de que con Rubén Costas no habría acuerdo, tras meses de infructuoso diálogo, y luego de la negativa de Rebeca Delgado que no aceptó la vicepresidencia. Juan ha querido sellar una alianza occidente–oriente, como la de Samuel-Ernesto, con Adriana Gil, pero no se si le dará resultado. Si bien ella guarda simpatías en La Paz y otras regiones, en Santa Cruz, precisamente, no tantas y las razones van desde que fue aliada del MAS, lo mismo que del Granado, hasta que su belleza y juventud no garantizan, per se, buena gestión y coherencia política.

5) Los problemas en el Frente Amplio y Unidad Democrática se agravan. La senadora Carmen Eva Gonzales le pide a Rubén Costas que se aparte. ¿Qué opina?

¿Cuál será su objetivo, qué busca interpelando a Costas y por qué le insta a que se aparte? ¿De dónde: del acuerdo con Samuel y Ernesto, o de la política? ¿Hay “felino cautivo” como dice el cruceño Sergio Antelo? Además, parece que el Frente Amplio inicial, ya no existe. ¿Qué los unió: desear una Bolivia mejor o las ganas, no siempre éticas, de ser parlamentario? Le reitero lo que opino hace mucho tiempo: nadie quiere darse por enterado de quién es el enemigo principal de la democracia. Y se lo ratifico una vez más: solo Evo Morales, y no Costas, o Samuel u otro de los tantos en cancha. Es cierto que nadie puede tirar la primera, pues nadie ha tendido puentes, no a “la hora nona”, con las elecciones en puertas, sino desde hace mucho tiempo; puentes que debieron abarcar a todo el espectro político opositor. Siempre hubo exclusiones, de los grandes frente a los chicos, y viceversa. ¿A quién le pediremos cuentas, si Morales vuelve a tener 2/3 en el Congreso? A todos.

6) Yendo a otro tema, una vez más la Policía pone en aprietos al Gobierno y otra vez surge el debate: ¿qué hacer con la Policía?

La policía adolece de fallas estructurales, como las propias del país de la periferia capitalista. Y si aquí y en otras partes de Latinoamérica se mira a la Policía sólo como una estructura represiva y además de las más corruptas, se parte de un análisis cierto, pero incompleto. Y no precisamente porque la represión y la corrupción sean ajenas a su práctica habitual, sino porque esa idea no rescata algo esencial: quienes forman parte de esa institución son hombres y algunas pocas mujeres que salen de las entrañas de la sociedad boliviana. No llegaron de Marte. También es cierta la estrecha relación entre la policía y los poderes políticos de turno, aunque no parece ser el caso con el régimen de Morales. Y mientras este siga incumpliendo los acuerdos a los que se comprometió, los suboficiales siempre le pondrán piedras en el camino.

7) Pero hoy el gobierno es más vulnerable porque está en campaña electoral…

Han calculado bien los dirigentes de la actual movilización: precisamente por eso, quizás al fin, podrán obtener sus añejas demandas, si hay tanta danza de millones en las cifras oficiales. La mayoría de quienes ingresan a la Policía, lo hacen, entre otras razones, porque significa cierta ‘movilidad social’, una condición socioeconómica que les otorga seguridad y salario fijo, aunque no siempre digno, en comparación con la de otros, sometidos a la informalidad, el desempleo, la subocupación y la inseguridad. Pero también están sujetos a las pobres condiciones materiales de existencia de la mayoría de la población, cuyos salarios apenas alcanzan para reproducir la fuerza de trabajo y la de sus familias, amén de que tienen que agenciarse sus propias herramientas de trabajo.

El Día – Santa Cruz