Copiloto Lubitz le dijo a una ex novia: ‘Todo el mundo sabrá mi nombre’

Maria W. rompió su relación con él porque ‘cada vez era más claro que tenía un problema’. Cree que derribó el avión porque sabía que su enfermedad le impediría cumplir su sueño.

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Página Siete



EL MUNDO / España.- Una antigua novia del copiloto de Germanwings, acusado de derribar deliberadamente un Airbus A320 en los Alpes franceses con 149 personas en su interior, dijo en una entrevista publicada este sábado que Andreas Lubitz le había dicho que un día «todo el mundo conocería su nombre».

En una entrevista al periódico alemán Bild, Maria W., (nombre falso para ocultar su verdadera identidad), una auxiliar de vuelo de 26 años de edad, dijo que cuando se enteró del trágico suceso, la frase de Lubitz le vino de nuevo a la memoria. «Un día voy a hacer algo que va a cambiar todo el sistema y todo el mundo sabrá mi nombre y lo recordará».

Esta auxiliar de vuelo dice que si efectivamente «él lo ha hecho», «es porque él entendía que, a causa de sus problemas de salud, su gran sueño de tener un empleo en Lufthansa como capitán y comandante de vuelos de larga distancia, era prácticamente imposible», explica.

La mujer ha explicado que rompió con Andreas Lubitz «porque cada vez era más claro que él tenía un problema. Durante las discusiones, se desquiciaba, me gritaba (…) Tenía muchas pesadillas y por la noche se despertaba gritando: ‘Nos caemos'».

La joven María W. no es la profesora de Krefeld que, al parecer, era su última novia sino la mujer con la que mantuvo una relación de cinco meses durante 2014. Una relación de la que nadie de su entorno familiar y profesional parecía tener noticia y a la que el Bild entrevista y atribuye la frase sobre sus deseos de pasar de Historia.

La Fiscalía de Düsseldorf ha informado este viernes de que el copiloto tenía un certificado médico de baja por enfermedad, que había roto y ocultado a la empresa, así como otros documentos que demuestran que estaba en tratamiento.

De acuerdo con el diario Süddeutsche Zeitung, que no cita ninguna fuente, los partes de baja médica «aparentemente» están firmados por un «neurólogo y psiquiatra», respectivamente.

Desde que hace seis años, coincidiendo con su formación como piloto, sufriera una depresión severa Andreas Lubitz fue objeto de un seguimiento médico «regular y especializado», según añade el diario Bild.

Encargó dos modelos Audi

La ex novia de Lubitz había confirmado, antes de estas nuevas declaraciones, que éste sufría una «grave depresión».

La prensa alemana especula con la posibilidad de que fuera provocada por un intercambio de mensajes con su pareja, una relación de varios años y con planes de boda para 2016 que recientemente había terminado en ruptura.

Lubitz había colocado junto al suyo un nombre más en el buzón de su piso en Düsseldorf, Goldbach, aunque no hay constancia de que nadie se hubiese mudado a vivir con él.

Hace unas semanas, además, se presentó en un concesionario de Düsseldorf y encargó de una sola vez dos modelos Audi, comentando al vendedor que uno era para él otro para su novia, según ha averiguado el semanario Focus.

La cadena gala iTeleha tenido acceso a la declaración de la ex pareja del alemán, que fue interrogada anoche por la policía de su país. Este medio ha avanzado también que los padres de Lubitz se encuentran en Francia y van a ser interrogados en breve por la Gendarmería.

Los investigadores ya disponen de todos los informes médicos, recogidos tanto en el domicilio de Lubitz como en su lugar de trabajo. Entre estos documentos han aparecido recetas y pruebas que componen un amplio historial de depresión debido a una «crisis existencial» y demuestran que se estaba en tratamiento hasta el mismo día que presuntamente estrelló el avión.

La aerolínea Lufthansa, propietaria de Germanwings, había explicado el pasado jueves que «el piloto había pasado todas sus pruebas y todos sus exámenes médicos». «Éstaba al cien por cien en condiciones para volar sin restricciones», afirmó Carsten Spohr, jefe de la compañía.

Análisis de medicamentos, drogas o alcohol

En estos momentos la prioridad de los investigadores es la identificación del cuerpo de copiloto, que todavía no se ha producido. En función de los restos que se encuentren, se podrían realizar análisis para saber si tomó medicamentos, drogas o alcohol.

La segunda prioridad pasa a ser la recuperación de la segunda caja negra, para determinar parámetros como la altitud del aparato y confirmar si, efectivamente, el copiloto activó el botón de descenso.

Por su parte, el diario ‘Le Parisien’ ha revelado que Lubitz era un «gran conocedor» de la región de los Alpes donde se produjo el accidente, ya que hasta 2013 solía visitar la zona para volar en planeador.

‘Una depresión no provoca esto’

El Mundo / España

Andreas Lubitz tenía en su casa un certificado debaja médica por enfermedad, que había roto y ocultado a su empresa, así como otros documentos que demuestran que estaba en tratamiento médico, según ha revelado la Fiscalía de Düsseldorf que investiga el caso.

Aunque no ha trascendido el motivo de la baja, varios medios alemanes -como Bild oDer Spiegel-, han sugerido la existencia de una enfermedad mental e incluso han hablado de que el copiloto sufría un trastorno depresivo grave que, en 2009, ya le había obligado a abandonar durante un tiempo su formación profesional.

Sin embargo, varios especialistas en Psiquiatría y Psicología consultados por EL MUNDO coinciden en señalar que «las características de lo sucedido no coinciden con el perfil de una persona con depresión».

«Con una depresión no pasa esto. Tiene que haber algo más», apunta Adela González, presidenta de la Asociación Española de Psicología de la Aviación (AEPA).

Coincide con su opinión Mercedes Navío, psiquiatra del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y responsable del programa de prevención del suicidio de la Comunidad de Madrid.

En primer lugar, explican, hay muchos síntomas de la depresión que, por lo que se ha hecho público, no estaban presentes en el caso. Ni Lubitz tenía inhibición psicomotriz, ni enlentecimiento del discurso, ni alteraciones en sus habilidades emocionales, signos habituales en una persona con una depresión severa. Pero, además, añaden, hay muestras de ocultación de sus intenciones y preparación premeditada de un plan, lo que encajaría más con otro tipo de perfil.

«Estamos hablando de hipótesis, porque no se conocen los detalles del caso, pero es posible que o bien esta persona tuviera una percepción muy alterada de la realidad, o bien que presentara rasgos psicopáticos, con una absoluta falta de empatía hacia el prójimo», señala Navío, quien recuerda que «no todo acto irracional es patológico y puede atribuirse a un trastorno».

González, por su parte, sugiere que el hecho de haber provocado un accidente tan grave, con la muerte de 150 personas, y una repercusión a tantos niveles parece esconder una especie de mensaje, «algo que el autor ha querido evidenciar».

Las dos especialistas están también de acuerdo en que este caso no responde a un suicidio al uso. «Cada año se suicidan alrededor de un millón de personas y la gran mayoría lo hacen solas, en silencio y con un grado muy alto de sufrimiento», expone Navío.

«El suicidio es un acto de autodestrucción, contra uno mismo», añade la especialista, que recuerda que en los pocos casos que se da lo que se conoce como ‘suicidio ampliado’ este no suele afectar a desconocidos, sino a personas afectivamente cercanas cuyo posible sufrimiento el suicida cree que va a aliviar.

Estigma

Se ha especulado con la posibilidad de que una posible medicación para la depresión hubiera podido exacerbar los pensamientos suicidas de Lubitz, aunque las especialistas consultadas tienen claro que «el riesgo siempre es mucho mayor cuando la persona no está medicada». Lo primero que hacen este tipo de fármacos es mejorar los síntomas que tienen que ver con la energía, por eso es necesario hacer un seguimiento estrecho en los casos en los que ha habido intención o idea de acabar con la propia vida, explican, pero en ningún caso la probabilidad de que suceda es más alta que antes de iniciar el tratamiento, subrayan.

Para Navío y González, si a algo contribuyen sucesos como este es a «aumentar el estigma y la discriminación» de las personas con enfermedades mentales. «La gran mayoría de las personas con trastornos psiquiátricos no son violentas. Es más, muchas veces ellas son las víctimas de agresiones; pero estas noticias contribuyen a que la gente piense lo contrario», apunta Navío.

«Si ya hay muchas personas que no piden ayuda por miedo o vergüenza, con estos casos la distancia para llegar a un profesional aumenta aún más», añade González.

Para Kazuhiro Tajima, profesor de Psiquiatría en Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y presidente de la Asociación Española de Jóvenes Psiquiatras, «sucesos tan trágicos como el acontecido no hacen sino reafirmar la idea de que son necesarios más controles y exámenes psicopatológicos de las personas que tienen bajo su responsabilidad la vida de miles de individuos».

Navío y González tienen el mismo punto de vista, aunque también reconocen que hay determinados casos en los que, incluso con los filtros adecuados, es muy difícil llegar a tiempo. «En estas circunstancias, con una planificación y lo que parece un grado de ocultación importante, la posibilidad de detección es mucho más compleja; igual que ocurre, por ejemplo, con las situaciones de violencia fanática», señala Navío.