El chavismo: la perversidad como patrón de conducta

Emilio J. Cárdenas*EMILIO-CARDENAS-GRANDECon el trasfondo de una economía absolutamente destrozada por la ineptitud y el populismo, la sociedad venezolana -descontenta al máximo- va camino a elecciones parlamentarias que deben tener lugar antes de fin de este año. Tradicionalmente, estos comicios se celebraban en el mes de diciembre, pero en el año 2010 se adelantaron y se hicieron en el mes de septiembre. Ocurre que el chavismo hace cuanta maniobra puede para elegir caprichosamente el momento que cree le es el más favorable, con total independencia del pasado, de las expectativas y de las tradiciones. Sólo prima en su conducta la conveniencia propia. Nada más. Por ello la perversidad es una constante en sus conductas. A estar a las encuestas de opinión, el chavismo tiene hoy un rechazo impresionante: nada menos que del 80% de la sociedad venezolana. Por esto las encuestas sugieren que tan sólo un 23,8% de los venezolanos consideraría votar por el oficialismo. De allí que para las próximas elecciones parlamentarias, los pronósticos sugieran uniformemente el oficialismo chavista sufrirá presumiblemente una verdadera paliza. Merecida, por lo demás, atento al magnitud de sus tremendos desaciertos y la creciente arrogancia de un autoritarismo que ciertamente no para de crecer. Y de generar rechazo popular, por todas partes. El 19 de mayo próximo habrá, por lo demás, elecciones primarias dentro de los partidos que conforman la oposición unificada en la Mesa de la Unidad Democrática. Las autoridades electorales, que de independientes e imparciales no tienen nada, pretendieron quedarse con la información circunstanciada de los votantes que acudan a sufragar en esas primarias. Pero la oposición se negó a dar al gobierno esos datos, desde que teme (con razón) que ellos podrían -como ocurriera en el 2004, cuando quienes firmaron para pedir un referendo revocatorio del mandato de Hugo Chávez, fueron luego víctimas de maniobras de corte vengativo por parte de las autoridades- ser perversamente usados para perseguir a sus votantes. Mientras tanto los chavistas no están de brazos cruzados. Están haciendo fechorías. Como siempre lo han hecho y como era, naturalmente, de suponer y esperar. Los técnicos del Consejo Electoral, dominado a control remoto por el gobierno del presidente Nicolás Maduro, esto es por el Partido Socialista Unido de Venezuela, están armando y prestos a hacer sancionar una reforma del número de diputados que se habrán de elegir en cada circunscripción electoral, aumentando el número de diputados que se elijan en los bastiones del gobierno y disminuyéndolos en aquellos lugares en donde la oposición, se sabe, es particularmente fuerte. De esta manera, la oposición tendría un previsible vendaval de votos a favor, pero paradójicamente, podría lograr bastante menos bancas parlamentarias que el oficialismo. Además, se está proponiendo llevar el total de las bancas del Parlamento, que -recordemos- en Venezuela es unicameral, de 165 a 167. A modo de ejemplo solamente mencionaremos el caso de la circunscripción 2 de Miranda, donde en el 2010 se impusiera la perseguida y ahora “ex” diputada, la corajuda María Corina Machado. Allí, en lugar de poder elegirse dos diputados uninominales, se podrá elegir tan sólo a uno. Lo mismo se apunta a hacer en el Distrito Capital, que es uno de los más poblados del país, donde se reducirá el número de diputados uninominales, así como en Nueva Esparta y en la Isla Margarita. A la inversa, en los distritos de Aragua, Barinas y de Guárico, la idea es aumentar el número de diputados que les corresponda, desde que allí el chavismo podría, se supone, tener un importante caudal de votos. Esto se suma a algunas maniobras previas, que ya han sido consumadas. Como la que se hiciera en el 2010, alejándose del sistema de representación proporcional y confiriendo -de paso- a la mayoría una representación parlamentaria desproporcionada. Por esto el chavismo, que sólo había logrado en aquel entonces el 52% de los votos, se quedó finalmente con el 60% de las bancas parlamentarias. Pese a que aún no hay anuncios oficiales, como ocurriría en cualquier país normal, se estima que las elecciones parlamentarias venezolanas de este año se realizarían en noviembre o en diciembre. Pese a que, no hace mucho, el secretario general de UNASUR, Ernesto Samper, había extrañamente sugerido que las elecciones parlamentarias venezolanas (a las que atribuyó importancia) se harían en septiembre, después de haber dialogado con Nicolás Maduro sobre ese tema. Para ser desmentido, poco después. Lo cierto es que el chavismo está, queda visto, proponiendo y haciendo malabares para tratar de disimular lo que se viene: una dura derrota electoral. Como siempre, maniobra sin otras fronteras que su propia conveniencia y dejando de lado la lealtad y la transparencia. Siempre fue, desgraciadamente, así. Para la oposición, una vez más, aparece una hora de ojos abiertos y denuncias serias, pero inmediatas cada vez que el chavismo se pase de la línea de la ley o transgreda la decencia, como es su costumbre. Sin concesiones. Para que la verdad se conozca desde el mismo vamos. *Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas El Diario Exterior – Madrid